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La hermandad de los cazadores

Por Bartolomé Peñalver, SCI Chapter Levante, Spain.

Este es un relato que no pretende hacer un arco de iglesia de un acontecimiento que, aunque no es en exceso extraordinario, sí está un poco fuera de lo común. Simplemente pretende dar a conocer una historia cuyo final se pudo conseguir con la determinación, la constancia y la firme decisión de dos cazadores anónimos que estaban unidos por algo en común.

Ese algo no era otra cosa que el pertenecer a la organización de caza más importante y prestigiosa del mundo, el Safari Club Internacional. Dos cazadores orgullosos de pertenecer a una organización sin fronteras, por la cual se unieron en una simbiótica meta: Conseguir un documento importantísimo para un compatriota español que lo necesitaba con urgencia, sin la posibilidad de viajar por carecer de dinero, además de no saber dónde dirigirse.

Este hombre lo había intentado a través de la embajada española en Chile y estrepitosamente había fracasado. Sinceramente, yo pensaba que conseguir las pruebas documentales suficientes para ayudar a este hombre y dar por finalizado un trayecto lleno de obstáculos era poco más que imposible. Hasta barajé la posibilidad de viajar a ese país, pero el alto costo del viaje y no saber dónde dirigirme me decidió a obrar con la mente y no con el corazón.

Este relato comienza cuando yo tuve conocimiento de que un familiar cercano había perdido un documento importantísimo por culpa de un accidente de circulación. Jamás podía pensar este hombre que un trozo de papel le iba ha acarrear tantos y tantos quebraderos de cabeza.

Este señor se puso en contacto con la embajada española de aquél país y esta hizo poco por conseguir el duplicado de dicho documento, por lo que la expedición de este papel era casi imposible, o por lo menos se alargaría en el tiempo. Todo esto era necesario porque este señor necesitaba regular una situación a todas luces anómala, papeleos ingentes que hay que tramitar ante la Administración para regular una situación difícil y complicada.

¿Y por qué no?
En esos días recibí en casa la revista Caza y Safaris, a la cual estoy suscrito desde su inicio, hace ahora más de un cuarto de siglo, que se dice pronto. Comencé a desmenuzar una a una las páginas de la revista y cuando llegué al apartado dedicado a las informaciones sobre el SCI vi en las actividades a realizar varias noticias sobre los distintos capítulos de España, así como los nombres y direcciones de capítulos de otras partes del mundo. Hubo uno que me hizo pararme en seco y leer detenidamente, decía: Chapter Chile, y a continuación la dirección de su correo electrónico.

Me paré a pensar y me dije, «¿por qué no?». Así fue cómo el 9 de noviembre de 2011 envié inmediatamente un mail al chapter chileno contándole lo que estaba sucediendo con este familiar, y la enorme desesperación que sentíamos por no poder resolver este problema.

La respuesta no se hizo esperar. Justo al día siguiente Juan Antonio Galmez, que es el presidente del capítulo chileno, me contestó que había habido un error en un determinado Registro y que todo estaba aclarado. Había obtenido del funcionario de ese Registro el compromiso de enviarle dentro de la misma semana la copia del certificado chileno, debidamente cumplimentado y que tan importante era para este hombre.

Cuando yo recibí esa contestación no salía de mi asombro, de cómo la caza podía unir personas, podía unir familias, podía unir gentes de diversas partes del mundo. Debemos sentirnos muy orgullosos de que los cazadores de la Tierra, en su mayoría, estemos unidos, unidos para defender lo que sentimos y creemos, que es la caza debidamente reglada y gestionada. Unidos para mostrar a este mundo urbanita que somos necesarios para la supervivencia de las especies, unidos simplemente para llevar la paz y el descanso a un hombre roto por los percances que a cualquiera de nosotros nos puede deparar la vida.
   
El 11-11-11, a las cinco de la tarde hora española, el cazador español recibió el siguiente mail que transcribo literalmente:

Estimado Bartolomé:

De acuerdo a lo comprometido, tengo el agrado de enviarle Certificado de su amigo, debidamente extendido por el Servicio de Registro Civil de Chile. Si fuera menester tener el documento original que obra en mi poder, con mucho gusto se lo enviaré por correo a la dirección que usted me indique.

Sin otro particular, lo saluda atentamente y queda a la espera de su indicación.
   
Mi primera reacción fue tan humana como entendida, una sonrisa alegre acompañada de una tremenda emoción y agradecimiento hacia el compañero chileno.

Inmediatamente imprimí el documento y se lo entregué en mano a mi apreciado amigo, quien al contemplarlo se hizo un silencio respetuoso en la estancia. No había llanto, no había alegría, sólo una emoción asfixiante atenazaba las gargantas de los presentes. Todo sucedió en escasos minutos. Me marché dejando a mi amigo en su más estricta intimidad. Ahora tenía un nuevo camino que andar, nuevos proyectos que afrontar, y tendría que tomar su tiempo para reconducir su vida hacia un nuevo destino lleno de esperanza.
   
Como no podía ser de otra manera, de inmediato le contesté al amigo Juan Antonio Galmez.

Estimado amigo:
Me quito el sombrero ante ti y tu efectividad, por cierto, efectividad de la que carecen algunos funcionarios de algunos países. Has resuelto el problema con una presteza increíble y con absoluta elegancia.
Yo suelo decir que la caza une pueblos y personas. Este es un claro ejemplo de cómo dos cazadores anónimos se han unido para conseguir llevar el alivio hacia un hombre que ya de por sí estaba desesperado, y que a partir de ahora descansará de esa angustia del saber o no saber si podía restablecer su situación legal.
hecho. Sinceramente, gracias y mil gracias.

Estimados amigos que leéis esta prestigiosa revista, la caza es algo más que disfrutar de la naturaleza, la caza es algo más que conseguir animales en cualquier rincón del mundo. La caza es la unión de personas que se unen y persiguen un mismo fin.

Y es que alguien dijo que la unión hace la fuerza.

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