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Media veda: el placer de cazar con el calibre 20

Por Mikel Torné, Subcampeón de España de Caza Menor con Perro
Reflexiones y recuerdos sobre un excelente calibre, que produce las mejores sensaciones… cuando el calor aprieta las tuercas.

En mi casa de la capital, Bilbao, allá por el 71, el campo quedaba un poco lejos, y las perdices un poco más todavía… Hoy en día ha cambiado poco, siguen a la misma distancia, y el esfuerzo que suelen hacer los cazadores del norte para encontrar caza verdadera es bastante grande.

La afición, como a tantos otros, me vino con la sangre. Mi abuelo materno, cazador de pueblo –uno pequeñito, Páganos, La Rioja–, se vino a Vizcaya de maestro y fue un reconocido becadero, aunque había mamado de las perdices y de las codornices. Mi padre, cazador de afición temprana, empezó de joven y, aun siendo de ciudad, tuvo la suerte de poder permitirse el lujo de acudir a cazaderos diversos, aquellos que, en aquellos tiempos, abundaban libres por toda la geografía española, y que pronto empezaremos a ver de nuevo, digo yo, por la crisis.

Me crié entre  perros de caza, en mi pueblo, Orozko, viendo las perdices en la nevera de casa, procedentes de aquellos destinos lejanos, y, cómo no, entre escopetas… Parece que nací y ya las estaba viendo con mi padre  montándolas y desmontándolas casi a diario. Mamé del ambiente cinegético, en una palabra.

Otros tiempos
En los años 60 era normal ver el calibre 16, más que el 20, hasta que, de la noche a la mañana, parecido al 12. Mi padre conoció a uno de aquellos grandísimos cazadores de pueblo, concretamente a uno de la Bóveda de Toro, en Zamora, conocido por un tal Machuca, del que decían que era capaz, al arrancar la perdiz, de sacar su reloj de cadena del bolsillo, cantar la hora y abatir a la perdiz. Decían de él que era infalible. Aquel hombre cazaba con el 16, un calibre con el que no he conocido a muchos cazadores que lo usaran. El calibre 12 lo ha desplazado totalmente y quedan muy pocos nostálgicos que lo utilicen hoy en día, quizá por la dificultad para conseguir algo de munición o porque el 12… es mucho 12.

Si cuento toda esta prolija introducción no es sino porque mi padre fue, ha sido y espero que lo siga siendo, un defensor del calibre 20, y, lógicamente, tiene mucha más experiencia que muchos de nosotros, incluido yo mismo, en esto de la caza, y ha visto, por edad, más anécdotas y cacerías que el que suscribe y que otros tantos, sobre todo de nuestra edad.

El quid de la cuestión
Pero vayamos al meollo de la cuestión: el calibre por excelencia de hoy en día, el 12, o el placer de cazar finísimamente, con iguales resultados, y con muchas más exigencias, claro está, que es el 20. ¡Ésa es la cuestión!, que hubiera dicho don Guillermo

Un buen día, siendo un niño, recibí un gran regalo. A Dios doy gracias por haberla conocido, era una escopeta paralela, del 20, Víctor Sarasqueta, para mas señas. Mi  padre me la compró cuando aún tenía unos 10 años… y la pobre esperó tranquila en el armero hasta que cumplí los 18 para poder abatir con ella mis primeras codornices… y perdices.

Con ella me inicié. Y fue perfecto, porque, para un novel, es, posiblemente, el calibre adecuado. Por algo lo llaman ‘calibre de señoritas’, aunque no pasa nada por usarlo, que aquí, según decimos, somos todos muy machos, oiga usted. Su volumen, su pegada al disparo y su eficacia hacen de él el calibre perfecto para los inicios. Y puedo asegurar que, con el tiempo, acaba enamorando y es difícil desprenderse de una joya, nunca mejor dicho, de ese calibre. Si se tiene…

Hoy en día utilizo, para la perdiz, el calibre 12. Me da mas seguridad por su aporte de gramaje –hasta 36 gramos–, mayor que en el 20, y que, para los andamos por este mundo de la competición de menor, permite no dar ventaja al resto competidores, aunque también en el calibre 20 Magnum proporciona las mismas cargas. Pero para la codorniz… ahí si que no me permito soltar en ningún momento esa joya del 20. También he bajado bastantes perdices con ella, y la satisfacción que te da, lo puedo asegurar, es muchísimo mayor que con el 12. Puedo dejar aquí, de soslayo, una bilbainada: lanzo un reto, al que quiera, o al que dude, a que en las africanas no consigue ventaja de acierto en el disparo… Y no es pedantería, es confianza en el calibre. Y, puestos a las alabanzas, es que hasta quedan mucho mejor las piezas, ya que  no las destroza en los disparos mas cercanos. Y con las patirrojas… al final de temporada ya veríamos.

Hoy en día se comercializan diversos modelos en semiautomáticas de este calibre tan fino –Benelli tiene una, incluso, para becadas, que es una preciosidad–. También para la codorniz. Pero si se tiene la gran suerte de hacerse con una yuxtapuesta… el placer es mayor, porque algo tienen que tener las escopetas artesanas… Será una sensación romántica, digo yo, pero las hace especiales, y mira que algunos usamos la Benelli toda la temporada general, pero cuando llega agosto, te entra el cosquilleo al tenerla entre las manos, y al cerrarla… ese clic produce un escalofrío porque ya sabes que está preparada, como tú lo estás.
 
Cartuchería y perro
En lo que se refiere a cartuchería, nadie debe de tener problemas de abastecimiento en ninguna armería, dado que todos los fabricantes sacan al mercado cartuchos de este calibre para cada una de las modalidades, incluso balas. Yo utilizo el Pla 1 de Armusa con 28 gramos, que es una maravilla, y mi escopeta Víctor Sarasqueta hace el resto. Porque plomea que es un primor.
No quisiera olvidarme de la otra joya que me acompaña desde hace una década, y que ya está de la recta final de su vida cinegética al tener diez años y medio, pero que, a su ritmo, es otra maravilla. Se llama Lora –algunos la llaman doña Lora– y los que de verdad la han visto cazar y han disfrutado de sus guías y faenas con las perdices, la recuerdan para siempre.

Para terminar… animar a todos por una caza más de calidad, de disfrutar del perro y del lance, porque en estos tiempos tan duros que vivimos, y que se van a poner más tiesos, nuestra pequeña vía de escape es el monte, y tenemos que utilizarla para disfrutar al máximo y desconectar de todos los problemas del día a día. Compartir la jornadas con los amigos y cada lance saborearlo al máximo, como si fuera el ultimo del día, acariciando y premiando al perro… o jaleando al compañero por su gran disparo. ero siempre sacando el máximo placer de la caza.

¡Buena suerte con las codornices, y buena temporada a todos!

El 12 es el 12… pero sobre todo en media veda, cazar con una paralela del 20, Víctor Sarasqueta, es un placer que no te quita nadie.
Aquí se puede apreciar la diferencia de tamaño de los cartuchos.
Aunque los gramajes son inferiores, los plomeos del 20 son inmejorables.
El autor con la Victor Sarasqueta y una buena percha de codornices obtenida con dos magníficos setters. La de la derecha es ‘Lora’.
«Como se puede ver, a pesar del calor intenso, esa mañana no se nos dio mal. Es lo que tienen las codornices. La verdad es que fue un placer compartir percha con mi tío, Paco Torné, izquierda, y con Ramón Zaballa y Pedro Ramón Zaballa, padre e hijo».
«En esta ocasión, en Ochanduri, tuve la ocasión de disfrutar de mis tres joyas, Aimar, mi hijo, por supuesto la más importante de las tres, ‘Lora’, mi perra, sin descartar a los otros dos, y mi maravillosa paralela Víctor Sarasqueta, regalo de mi padre. Esto sí es disfrutar de la caza».
«’Lora’ me lleva acompañando más de una década».
«Ya sé que está al final de su camino, pero todavía, a su ritmo, es una auténtica sensación placentera disfrutar de sus guias y las faenas que hace en el campo. Los que la han visto cazar no lo olvidan nunca»

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