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Balance del arranque de media veda: “pésimo” por escasez de codornices

Con la media veda abierta ya en todas las comunidades autónomas, es buen momento para hacer un balance de lo que han dado de sí las primeras jornadas de esta época estival de caza. Dos elementos destacan por encima de todos: la escasez de codornices, calificada como preocupante e incluso «crítica», y el papel del conejo como la alternativa de muchos cazadores para llenar la percha ante la ausencia de coturnas.

Algo más de una semana después de que la mayoría de autonomías abriera la temporada de caza de media veda, un pensamiento parece compartirse entre todos los cazadores, ya sean del norte o del sur del país: la codorniz, este año, es más escasa de nunca. Y las jornadas en blanco se han repetido por toda la geografía.

En La Rioja no pocos codorniceros tanto de la zona de la Rioja Alta como de la Baja llegaron a casa bolos, hasta el punto de no ver una sola ave. Otros, más afortunados por tener zonas más húmedas en sus cazaderos, lograron colgarse alguna que otra africana.

En Castilla y León, las negativas previsiones se cumplieron. Los cazadores de León abatieron pocas en la apertura, si bien en las zonas de regadío, y en concreto en las vegas del río Esla, parece que las perchas fueron algo más pobladas. No obstante, aquí aún hay optimismo respecto a las codornices que habitan en las zonas de montañas, que pueden dar juego según avance el periodo hábil.
Mientras, en Zamora, el delegado provincial de la Federación castellanoleonesa de Caza resumía a la perfección la situación: «La situación peor no puede ser». Aunque algunos sí hicieron perchas significativas, otros no vieron ninguna, e incluso algunos cotos, viendo cómo iba a desarrollarse la campaña, optaron por no abrir, como algunas sociedades de cazadores de La Guareña.
Por su parte, los cazadores de Segovia afirmaban que el inicio de la media veda era «pésimo», pues la codorniz en esta provincia ha criado bastante mal, según señaló el delegado provincial de la Federación de Caza de Castilla y León a un periódico segoviano. Quizá la cara positiva en Castilla y León la dio Burgos, y más concretamente la comarca de La Bureba, tradicionalmente codornicera. Allí las crónicas relatan capturas medias de unos 20 ejemplares en los primeros compases de esta media veda.

Por lo que respecta a Castilla-La Mancha, las expectativas tampoco eran muy halagüeñas. Juan de Dios García, presidente de la Federación de Caza de esta región, aseguraba que la de este año sería una «muy mala» media veda, pues la sequía y el hecho de que este año se ha cultivado mucho trigo habría hecho que las codornices y tórtolas que entraron a principios de año se hayan trasladado a zonas más norteñas como Burgos. «Este año va a haber poca codorniz y tórtola hasta en Guadalajara», sentenciaba.

En todas estas zonas, las primeras salidas al campo han servido poco más que para desentumecer los músculos de los perros después de pasar meses de inactividad, y compartir un día de campo con los compañeros de cuadrilla. Sólo los conejos, en plena expansión demográfica, y en algunos lugares las tórtolas y las torcaces, han servido para compensar la ausencia de una especie que desde siempre ha servido como una preparación para escopetas y canes ante la más larga y dura temporada general tras perdices, conejos, liebres y, allí donde se den, becadas.

¿Por qué hay escasez de codornices en los cotos españoles?
El consenso entre los aficionados a la codorniz parece claro. Estamos ante un año en el que la pluviometría no ha sido favorable para casi ninguna especie de las que viven en nuestros campos. La sequía ha hecho que las codornices –al igual que las perdices– hayan criado mal, y que hayan huido de las zonas más secas en busca de lugares más frescos en los que pasar el estío. De hecho, la situación es tan grave que en Canarias algunas islas han optado por no abrir la caza esta temporada, apostando por dejar que las especies se recuperen.

Otro factor al que apuntan tanto los cazadores como algunos naturalistas (caso de Carlos de Hita, que llevaba este fin de semana a la portada de El Mundo la problemática de la codorniz), son las prácticas agrícolas que, claramente, perjudican a la especie: uso de herbicidas e insecticidas, recogida de la paja inmediatamente después de la cosecha, y en no pocas zonas el arado de las tierras en espera de lluvias, o la desaparición de linderos entre fincas. Todo ello hace que la codorniz, y también la perdiz, no dispongan de cobertura vegetal para poder sacar adelante sus polladas, siendo víctimas de predadores y, claro está, también de la acción de la maquinaria agrícola (cosechadoras, empacadoras, etc.).

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