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Mitos y Leyendas de la perdiz roja

 

La nueva temporada de caza ya está en marcha y, como siempre, disfrutaremos de jornadas más o menos ‘afortunadas’ en lo cinegético con nuestros perros y compañeros de cuadrilla. Como siempre, tendremos conversaciones en el café de la mañana y el taco sobre las especies que tanto nos hacen disfrutar; pero, ¿alguna vez te has preguntado si todos los tópicos son ciertos? 

Aquí vamos a repasar este mes algunas de las ‘lecciones magistrales’ que oímos habitualmente y que no siempre tienen por qué ser ciertas. 

 

La perdiz es monógama…

Tradicionalmente ha existido la creencia popular de que la perdiz roja es monógama; es decir, que los miembros de la pareja son ‘fieles’ durante la temporada de cría. Algunos estudios científicos, como el elaborado por el Dr. Fabián Casas del IREC, han demostrado que no es así. El comportamiento de los machos parece estar determinado por la estrategia reproductiva de la hembra en cada temporada de cría.

 

En años ‘buenos’ para las patirrojas, con abundancia en alimento, agua y refugio, las hembras tienden a realizar una segunda puesta, con aproximadamente un 50% de machos que incuban dicha nidada. Por el contrario, en años no tan buenos, al no haber segunda nidada, los machos intentan copular con otras hembras; luego, los machos no son siempre monógamos. Esto nos lleva a la conclusión de que existe más ‘infidelidad’ de la que se creía, lo que se conoce en términos científicos como paternidad extra-pareja.

 

Pueden vivir varios años…

Al estar sometidas a mucha predación, tanto por predadores naturales como por cazadores, las perdices tiene una esperanza de vida muy reducida; si bien, la vida media de cada perdiz varía mucho en dependencia del coto en el que estén y de las condiciones que allí se den. En cotos bien gestionados y con poca caza, más de un 50% de la población que tenemos al principio de la temporada podría llegar a la temporada de cría siguiente; luego, por lo general, las perdices no van a superar el año de vida. Eso sí, tendremos un porcentaje de perdices que superen el año de vida e incluso ciertas excepciones de machos y hembras que pasen varios años en el campo, los ‘pavos’ que todo cazador quisiera tener la oportunidad de lancear alguna vez. Los estudios señalan que la mortalidad suele ser mayor en perdices jóvenes y hembras frente a las perdices adultas y machos. Es por esta mortalidad por la que la especie produce descendencia numerosa en comparación con otras especies. 

 

Las perdices tienen mucha querencia y no se mueven mucho salvo cuando buscan pareja…

Lo que conocemos como área de campeo, el territorio que una perdiz ocupa, ha sido objeto de estudio durante estos últimos años y se ha visto que es también muy variable en dependencia de los paisajes en los que nos encontremos y de la presión de predadores y caza que exista en cada caso. Hay estudios que señalan valores medios de 25 a 30 hectáreas, mientras que en otros estos valores superan las 50 hectáreas. 

 

La dispersión, es decir, las distancias que pueden recorrer, también varían en función de los estudios, pero lo que hoy sabemos es que los valores medios están en torno a los 1.000 metros, de nuevo con individualidades superiores, llegando a los 2.000 metros en algunas perdices. Los estudios no registran diferencias significativas entre machos y hembras y jóvenes y adultos, pero sí se ven ciertas diferencias a lo largo de las estaciones, dado que las hembras tienden a ‘estabilizarse’ en los lugares de anidamiento en primavera y verano, reduciendo área de campeo y dispersión. 

 

Prefieren el mosaico y lindero…

Se sabe que las perdices ocupan paisajes muy distintos y sacan provecho magistralmente de zonas que les ofrezcan alimento, agua y refugio durante la mayor parte del año. No obstante, la perdiz prefiere áreas abiertas de cultivo, principalmente cereales de invierno, rechazando bosques o zonas de matorral muy cerrado. También gusta de habitar viñedos, olivares y frutales. 

 

Sí es cierto que la perdiz es un ave de ‘mosaico’, zonas que combinan áreas abiertas con pequeñas manchas de monte bajo, cultivos arbóreos de bajo porte (olivos, viñedos y frutales), pastos y, en general, ecotonos (lindes, ribazos, márgenes sin cultivar, etcétera).

 

Son ‘malos padres’ en comparación con otras aves de caza…

El número de perdigones y pollos criados respecto a otras especies ‘hermanas’, como la perdiz pardilla, suele ser muy inferior, incluso en años buenos en cotos bien gestionados.

 

En Francia y Reino Unido, países en los que conviven ambas especies, los guardas de caza siempre hablan «De lo mal que defienden las rojas los perdigones en comparación con las pardillas». Aunque, a priori, nos pueda parecer que las rojas son ‘malos padres’ por producir un menor número de crías que otras especies relacionadas, cada especie tiene su estrategia reproductiva y lo que al ser humano le puede parecer de una manera, puede que tal vez no sea así. Habrá que seguir investigando éste asunto. 

 

Los bandos de machos ‘solteros’ hacen daño al resto de las perdices…

Los bandos de machos solteros o toradas, como se conocen en algunos lugares de España, son bandos que se suelen formar durante el invierno-primavera a partir de individuos que no han logrado encontrar pareja y que, como estrategia para evitar predación, se juntan con otros machos. Aunque muchas observaciones apuntan que los machos solteros ‘molestan’ a las hembras ya emparejadas y con eso se pone en peligro la futura pollada, no tenemos estudios que muestren claramente el ‘daño’ de estos bandos de solteros. 

 

¿Es la caza del reclamo perjudicial o beneficiosa para la especie?

Existe polémica por la legalidad de la caza con reclamo, dado que, según la normativa europea, la caza no puede realizarse coincidiendo con el período de reproducción de la especie. Un artículo firmado por J. M. Vargas, sus colaboradores de la Universidad de Málaga y el IREC ha abordado esta cuestión, estudiando la reproducción de la especie en Andalucía. 

 

Los autores sugieren que, al menos en las zonas estudiadas, el aprovechamiento con reclamo debiera de finalizarse en el periodo comprendido del 31 de enero al 10 de febrero, ya que, de no ser así, estaríamos abatiendo a perdices que ya están en reproducción. La caza con reclamo no parece ser perjudicial para la especie, dado que al quitar los machos ‘sobrantes’ al final de cada temporada se pueden evitar los inconvenientes de las ‘molestias’ de los machos solteros. Por ahora no tenemos estudios contundentes que apoyen esta teoría. 

 

La agricultura moderna es la principal causante del declive perdicero…

Sí, parece ser la más importante, pero no la única. Aunque son varias las causas del declive de la perdiz silvestre, la ‘muerte’ del hábitat que existía en nuestro campo antes de la llegada y aplicación de la PAC (años ochenta) ha sido crucial. No obstante, no debemos de olvidar el impacto de la depredación y la ‘sobrecaza’, que los cazadores también tenemos nuestra responsabilidad en este asunto. 

 

La caza en ojeo es más perjudicial que la caza en mano…

Muchos gestores con experiencia en ojeos de perdiz silvestre apuntan que no es así, que la probabilidad de abatir una perdiz es menor en ojeo que cuando se caza en mano. Como siempre, todo dependerá del número de perdices que tengamos y la presión de caza que realicemos en una finca concreta, pero más estudios deberán tratar esta cuestión. 

 

La perdiz roja silvestre tiene muchas enfermedades…

En los últimos años se han descubierto enfermedades nunca antes descritas porque, quizás, no se había prestado la atención ni existían los medios suficientes. Gracias a autores como Javier Millán, Christian Gortázar o Diego Villanúa hoy sabemos que la perdiz silvestre padece enfermedades, muchas de ellas causadas por la liberación de perdices de granja sin un control veterinario adecuado. Las perdices, como cualquier especie silvestre, ‘convive’ con las enfermedades, sin suponer una amenaza real, salvo que el hombre, con sus manejos no siempre correctos, pueda meter la pata. 

 

La perdiz roja de granja no vale para nada, es de plástico…

La gran mayoría de perdices utilizadas para repoblación han mostrado valores de supervivencia reducidos en comparación con sus congéneres silvestres. Aunque siempre hay honrosas excepciones, lamentablemente es la tónica habitual y el pan nuestro de cada día para muchos productores y gestores de perdiz que intentan, sin éxito, repoblar sus cotos a base de perdiz roja de granja. No obstante, según los datos ofrecidos por autores como José Antonio Pérez y Carlos Sánchez, no todo estaría perdido, dado que produciendo perdices bajo métodos alternativos es posible mejorar la supervivencia de las perdices y éstas pueden llegar a criar en el campo. 

 

¿Se está extinguiendo nuestra patirroja?

La pregunta del millón, difícil de averiguar por el gran número de perdices de granja que se liberan sin anillar. Aunque las estadísticas cinegéticas oficiales no nos permiten ofrecer datos concretos, desde hace años se observa una disminución en toda España, y ver polladas en verano se va haciendo cada vez más complicado. Datos de algunas asociaciones conservacionistas afirman con rotundidad esta progresiva disminución y también es cierto que se han producido extinciones ‘locales’, cotos en los que hubo perdices ‘toda la vida’ en las que ya no las hay. 

 

En cualquier caso, no debemos ser catastrofistas; todavía estamos a tiempo de recuperar la especie, siempre que nos esforcemos por realizar una gestión adecuada y un aprovechamiento sostenible y basado en el sentido común. CyS

 

Equipo técnico de Ciencia y Caza

 

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