Caminar significa dejar camino atrás. A cada paso, por pequeño que haya sido, un nuevo horizonte distinto al anterior se abre ante nosotros. Pararse a reflexionar está bien, aunque, tras el reposo, el camino nos espera de nuevo. Crear es así, pensar y hacer, innovar, y en eso Browning ha destacado desde su fundación. Inquietos, sus desarrollos históricamente abarcan todos los campos que el arma de fuego nos ofrece, tanto militar como deportivo. En el mundo de la caza es difícil encontrar un sistema que no lleve la marca en catálogo. El salto ahora llega dispuesto a hacer temblar al universo del cazador, porque éste no es un rifle más, este rifle es el Maral.
Un nuevo concepto, un solo movimiento
El Maral es distinto a todo lo conocido, es un nuevo concepto y sistema, es un cerrojo que simplifica a sólo uno los movimientos que el cazador ha de hacer para repetir el disparo. La forma de proceder ha sido aparentemente sencilla, utilizando para ello la plataforma de su reciente BAR Zenith. Está claro que en Browning siempre han sido atrevidos, tanto en la puesta en marcha de nuevos desarrollos como, sobre todo, en la adopción de una estética completamente rompedora. Ésta es para mí la diferencia que permite a la marca innovar de una manera tan absoluta, esa falta de complejos, esa alegría.
Posiblemente a muchos ya se nos había pasado por la cabeza lo que ahora el Maral materializa y, de hecho, ya hace mucho tiempo que vi algo similar en carabinas del .22 LR, concretametne en algunas Gevarm, permitiendo el bloqueo y disparo tiro a tiro mediante repetición manual. Tras el cerrojo convencional de cuatro tiempos, entró con fuerza el rectilíneo destapando un nuevo universo en cerrojos. Muchas son las marcas que tienen el suyo, incluso Browning con su Acera lo tuvo.
Está claro, es irrebatible, que la rebaja de movimientos a la hora de recargar, permite una repetición más rápida por parte del cazador. Esto eleva las posibilidades de cobrar caza cuando ello dependa de la velocidad en repetir. En lances de rececho, donde el cazador hará en general un solo disparo, preciso y meditado, la diferencia es nula; pero, en cambio, en monterías y batidas, con piezas lanzadas y muchas veces enmontadas, todo el tiempo que empleemos en recargar nuestro arma jugará en contra de nuestra eficacia. Dicho esto sólo hacía falta atrevimiento para poner en marcha este nuevo sistema.
Imagine un semiautomático al que anulemos su sistema de repetición. Dejemos que funcione sólo manualmente la liberación del bloqueo del cierre a través de la palanca de armado, eso es, ni más ni menos, el Maral. Plataforma idéntica al Zenith, tanto que, mirado por su lado izquierdo, es prácticamente imposible diferenciarlos, algo parecido a lo que sucede con los Sauer S 202 y S 303. En cambio, mirado por su lado derecho, sí que apreciamos la diferencia, ¿cuál? Pues, realmente, sólo una: han sustituido la palanca de armado por un cerrojo con una larga maneta con bola al final. Es ésta, sin duda, la característica más crítica del rifle, pues debido a la posición de arranque, obliga a alargarla hacia atrás mucho, pariendo finalmente una forma algo enrevesada. Posiblemente, sólo Browning se atrevería a lanzar algo así, aunque apuesto a que la seguridad en las mejoras ergonómicas a las que nos tienen habituados, cubren con creces el miedo a una estética rompedora.
Pues ya lo tenemos, funciona así. Imagine un BAR al que le quitamos el cargador. Si usted lo encara y tira de la palanca hacia atrás, soltándola en la posición más atrasada, ella sola volverá hasta acerrojar de nuevo. Eso mismo es lo que haremos con el Maral, diferenciándose sólo en que el cierre estará bloqueado y sólo podrá abrirse tirando del cerrojo hacia atrás, es decir, si disparamos y no actuamos sobre el cerrojo, la carga no se producirá. Está claro que hemos reducido a un solo movimiento la acción de repetir, es decir, justo la mitad de movimientos que un cerrojo rectilíneo convencional. Junto a ello, el encare, visto que el cerrojo va completamente encapsulado dentro de la carcasa, no se modifica en absoluto, pues el tirador no tiene la impresión de que pueda tocarle con la parte trasera, ayudando a ello el que sólo tiremos hacia atrás de la maneta. El punto crítico del Maral es su estética, difícil y no siempre entendible. Al final estamos ante un semiautomático con cerrojo, es lo que parece y, sencillamente, es lo que es. Por mucha madera de grado tres con la que lo vistamos, su apariencia es muy moderna y trasgresora, alejada de todo clasicismo. A ello se suma una maneta que, aunque personalmente no me disguste, reconozco que es al menos rara y difícil de digerir.
En definitiva, el Maral muestra al mundo todo el potencial que Browning es capaz de sintetizar, dando, una vez más, una lección absoluta de capacidad de desarrollo. CyS Michel Coya. michelcoya@ gmail.com