América Internacional

Tras un alce muy difícil por tierras canadienses

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Siempre he tenido la ilusión de ir tras el más grande de los cérvidos, no solamente por su tamaño, sino porque todos los que lo han cazado siempre han manifestado, sin excepción, la dificultad y  el esfuerzo necesario para conseguir uno de estos difíciles trofeos.

Además, tenía la posibilidad de intentar cazar el oso negro en uno de los parajes más salvajes del mundo, Newfounland, en Canadá. Este territorio, perteneciente al estado de Nueva Escocia, es una gran isla situada al noreste de Norteamérica y bañada por el océano Atlántico.

Con una superficie de 11.390 km2 –se trata de la cuarta mayor isla de este país y la decimosexta del mundo– y capital en St. John, ciudad situada en el extremo suroriental de la isla, alberga una población de 500.000 habitantes. La temperatura durante el año oscila entre los 20 ºC en verano hasta los 25 grados bajo cero en invierno.

 

Distintas especies

El paisaje predominante esta formado por bosques de coníferas situados junto a infinidad de lagos y vastas extensiones de tundra.

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Plano de la zona de caza, en Newfounland, Nueva Escocia.

La isla, desde el punto de vista cinegético, se encuentra dividida en ‘zonas de caza’ numeradas, correspondiendo los derechos de caza a los adjudicatarios y pobladores de la zona. En este caso,  nuestro campamento (marcado en verde en la imagen de la dcha.) se encuentra junto al lago Negro, Black Lake.

Pablo, guía profesional que me acompañaría en este viaje, y yo, nos dirigimos al aeropuerto de Deer Lake, una pequeña ciudad de no más de 4.800 habitantes, donde nos encontraríamos con el guía local Jordan, quien nos acompañaría en toda la aventura.

 

 

La fauna no se limita al alce y al oso y, a pesar del aislamiento de este terreno, son varios los mamíferos que lo habitan, algunos autóctonos como el oso negro, la liebre ártica, el caribú, el castor, el lince o el coyote… y otras especies introducidas en la isla desde hace cientos de años como el alce y el lobo de Labrador (Canis lupus labradorius).

En Norteamérica, y siempre siguiendo los criterios de SCI, podemos diferenciar entre cuatro subespecies de alce: el Shiras moose o Yellowstone moose, el Eastern Canada moose, el Western Canada moose y finalmente el Alaska-Yukon moose, ordenados de menor a mayor tamaño. Siendo el Eastern Canada moose, nuestro objetivo en este viaje.

De igual forma, el SCI también distingue entre dos subespecies a los osos negros , por un lado el Continental (Inland) black bear, de menor tamaño, y el Coastal (Pacific) black bear, que suele ser algo mayor, con un peso entre 200 y 400 libras (90 y 180 kilos).

 

¡A cazar!

A pesar de tener previsto llegar el domingo por la noche, las vicisitudes de los vuelos hicieron que perdiésemos una conexión, retrasando nuestra llegada hasta el lunes por la mañana. El viaje fue agotador; sin embargo, a preguntas de Pablo, decidí que estábamos listos para salir a cazar.

353 - SCI Canada (4)Apenas llegamos al campamento, consistente en una acogedora cabaña de cazadores de madera junto al lago, nos pusimos la ropa de caza, subimos a los quads y directos a la zona de caza, desde donde teníamos que continuar a peón.

El sistema de caza fundamentalmente es el rececho, si bien, en este caso, vas caminando hasta puntos altos o con buena visibilidad y, desde ahí, oteas hasta ver un alce o un oso. Una vez localizados y, siempre pendientes de factores como el viento y la orografía del terreno, se planea una entrada y, si es factible, se efectúa.

Alternativamente y dependiendo de la estación y lo encelados que estén los animales, se realiza el reclamo, imitando el sonido de un alce macho en celo y golpeando las ramas con un hueso de alce, que imita el ruido de los cuernos contra los arbustos a la perfección. Este método es especialmente efectivo en la época de celo, mediados de septiembre a octubre.

Según lo previsto, una vez en la zona de caza dejamos los quads y comenzamos a andar, y finalmente llegamos a lo alto de una colina desde la que podemos divisar gran parte de un precioso valle. Con paciencia comenzamos a buscar, hace viento y posiblemente estén quietos y escondidos. Por fin, a unos dos kilómetros, vemos dos machos, uno de ellos porta unas grandes palas y decidimos hacerle una entrada.

353 - SCI Canada (5)El viento nos es muy favorable; además, sopla con cierta intensidad, con lo que el ruido que pudiésemos hacer pasa desapercibido al oído del cérvido. Se trata de un animal con mala vista, pero buen olfato y oído, y dicen que los ejemplares con mayores palas agudizan más este sentido ya que éstas hacen las veces de ‘parabólicas’.

En cualquier caso y poco a poco, logramos situarnos junto al alce, a unos cuarenta metros. Está tumbado y ni sospecha de nuestra presencia, pero, por desgracia se trata del ejemplar de menor tamaño, ni rastro del alce de grande palas.

Al tratarse del primer día decido no tirar y me la juego en busca de un ejemplar mayor, por lo que retornamos a los quads. No está nada mal para ser el primer día, pensamos, volviendo para descansar de todo lo acontecido.

 

Primer premio

Empieza el segundo día y cambiamos de zona. Se presenta un día fresco y sopla un tímido aire, por lo que a priori las condiciones son idóneas para la caza. Llegamos al primer punto alto y desde ahí  vemos un par de hembras y un gran oso que cruza el valle con paso firme,  aunque no es posible hacerle una entrada, ya que no se detiene.

Después de un rato observando descubrimos lo que parece un gran macho, aunque sólo se le intuyen las palas, pero ya es mucho teniendo en cuenta la distancia a la que se encuentra, unos dos kilómetros en línea recta.

353 - SCI Canada (6)Estudiamos el terreno y las condiciones y le hacemos una entrada rodeando el valle para no dar el aire, lo que nos obliga a tener que cruzar un río, las botas hasta las rodillas son del todo insuficientes. «¡Welcome to Newfounland!», dice nuestro guía local, Jordan, mientras tenemos el agua por la cintura.

De camino vemos un enorme caribú. Se trata del Woodland caribou y, concretamente, de un ejemplar de macho precioso, pero como no teníamos licencia lo dejamos e inmediatamente nos centramos en el alce.

Después de varias horas logramos ponernos a unos cien metros del animal, y logro dispararle, pero huye herido, mientras encaja otro disparo. ¡No es posible que siga en pie! La fortaleza de estos animales es increíble… Salimos corriendo tras él y vemos como se mete en el agua, nada hasta una especia de pequeña península y, cuando sale del agua, recibe dos disparos más.Finalmente, el segundo disparo provoca su estrepitosa caída.

353 - SCI Canada (7)Respiramos tranquilos y dejamos que el corazón volviese a nuestros pechos. Estamos todos contentos, pero este último sprint nos ha dejado exhaustos. Mi alegría es tremenda, pero no me puedo mover. Al poco, cuando recuperamos el aliento, nos acercamos hasta el animal que yace a unos doscientos metros dejando entrever una de sus palas.

Cuando llegamos al animal nuestra alegría es mayúscula, se trata de un enorme ejemplar de Eastern canada moose, con una cuerna atípica que lo hace todavía más singular.

Nos hacemos las fotos de rigor y descansamos tomando unos bocadillos. Y cuando comenzamos con la limpieza del animal vemos un oso en la otra punta del lago.

 

Oso en abundancia

Dejamos el cuerpo del alce e intentamos adelantarnos a los pasos del plantígrado situándonos en un punto por donde creemos que va a pasar.

Finalmente, nos da opción de tiro, pero a unos trescientos metros en el otro extremo del lago, por lo que decido no disparar y el oso huye sin percatarse de nuestra presencia.

Esperamos un rato y nos dirigimos hacia la dirección que había tomado el oso; pero, a pesar de encontrar su rastro, la lluvia nos desanima de su persecución.

Volvemos al cuerpo del alce y nos disponemos a limpiarlo. Ahora lo que nos preocupa es cómo sacaremos la carne y la enorme cabeza de ahí, ya que nos quedan unas dos o tres horas hasta los quads y se trata de un ejemplar enorme.

353 - SCI Canada (2)Por fin, Pablo y Jordan cargan con la cabeza y parte de la piel, y decidimos dejar la carne y volver al día siguiente. Unas tres horas después llegamos a los vehículos, exhaustos, y damos la jornada por acabada.

Nos levantamos con la obligación de recuperar la carne, esta vez nos ayuda otro cazador local; no obstante, no perdemos ojo ante la oportunidad de poder abatir un oso que se haya acercado al olor del alce abatido. Efectivamente, al poco de comenzar a andar vemos una osa con tres cachorros que huyen despavoridos.

Al rato vemos otro oso que cruza por delante nuestro corriendo, desapareciendo en la espesura del bosque, ¡es increíble la densidad de osos que hay! Llegamos al punto alto desde el que vimos el alce al día anterior y divisamos un gran oso que pasta tranquilo, ¡esta vez sí!, el oso es muy grande y decidimos hacerle una entrada.

A pesar de nuestro sigilo y de tener el viento soplando de frente, cuando nos encontramos a unos trescientos metros el oso huye. Todo hace pensar que es a causa del olor de otro oso, ya que difícilmente nos ha podido ver, y se trata de un animal cuya vista, aunque mejor que la del alce, no es buena.

Finalmente, llegamos al alce, o lo que queda de él, ya que un oso se ha comido la parte delantera y sólo podemos aprovechas las dos patas traseras. Unas horas después y cargados con lo que quedaba de carne llegamos al quad y nos dirigimos al campamento. Una vez más disfrutamos de los placeres de comer con hambre y dormir con sueño.

 

¡Oso enorme!

Suena nuevamente el despertador a las 04:30 horas, nos despertamos y, tras un buen desayuno, nos dirigimos a una nueva zona de caza.

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Pablo con Jordan, el guía local que acompañó la cacería.

Al igual que el segundo día se trata de un día frío en el que apenas sopla viento, por lo que no tardamos en ver alces, aunque esta vez íbamos tras un oso, evidentemente. En el camino vemos un gran macho de enormes palas y, antes de llegar a la zona, vemos cinco machos más; parece una mañana especialmente activa, pero, por el momento, los osos no aparecen.

Desde lo alto de una roca descubrimos dos hembras de alce y dos osos, y nos centramos en uno de ellos que parece de mayor tamaño. Tras unas horas caminando nos situamos en la zona donde lo habíamos visto y nos cruzamos con dos alces, hembra y cría, que nos miran atónitas, parece que es la primera persona que ven, ciertamente no me extrañaría teniendo en cuenta donde nos encontrábamos.

Al fin llegamos al punto donde lo habíamos divisado y Jordan, nuestro guía, sigue el rastro. A los pocos metros lo vemos: se trata de un gran oso sentado sobre sus posaderas. Me apoyo en el hombro de Jordan y logro efectuar un disparo, aunque parece que ha ido un poco bajo.

Seguimos el rastro de sangre, éste nos lleva a un tupido bosque donde comienza a desaparecer: ya nos habían advertido que, en esta época, la grasa que el oso acumula para el invierno tapona muchas veces las heridas, y así sucede.

Damos un rodeo para ver si cortamos el rastro y, de repente, escuchamos un gruñido que nos deja helados… Me advierten del peligro de la situación y agudizo al máximo los sentidos.  Avanzamos y, por fin, observamos al oso a escasos metros, pero él también nos descubre y gruñe; no obstante, recibe un certero disparo en el cuello que le hace caer… Otro lance de máxima tensión, que parece ser lo habitual en nuestro viaje a Newfounland.

¡El oso es enorme y estamos contentísimos!

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Sebastián y Pablo posan con el gran oso negro abatido.

Una vez más, Pablo y Jordan se cargan el animal a sus espaldas y regresamos con la piel y cabeza del oso hasta los quads,  hacemos un fuego y comemos con la satisfacción del deber cumplido.

No puedo terminar el relato sin dejar de agradecer a los organizadores, International Wild Hunting, su profesionalidad y buen hacer y, evidentemente, a los guías locales que acreditaron su sobrado conocimiento del terreno y su fauna. Sin todos ellos, esta aventura no hubiese sido posible.

Esta vez, cuando alguien me pregunte sobre esta caza, le responderé como hicieron aquellos a los que yo interrogué en su día: que es una caza dura y difícil, pero que con el esfuerzo necesario se hace posible que, en un corto viaje de cinco días, un cazador logre abatir estas dos especies.

 

Por Sebastián Pan, SCI Catalunya Chapter.

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