Cuando me surgió la oportunidad de viajar a África, mi mente retrocedió a aquellos años de mi niñez en la que recortes de grandes leones, gacelas, elefantes y paisajes de acacias e inmensos baobabs, decoraban las pastas de mis carpetas escolares. Sentí ese sabor dulce que dejan los recuerdos y los sueños de la infancia. No era para menos: estaba a punto de cumplir uno de mis grandes sueños.
Como con toda nueva experiencia, una está ilusionada y emocionada, pero, también, preocupada ante lo desconocido. África es África y sus peligros. Pero, al menos, me tranquilizaba saber que iba una zona totalmente exenta de malaria. ¡Un mal menos!
Después de un largo viaje, absorta entre pensamientos y temores sobre lo que iba a encontrarme, recordando una y otra vez los miles de consejos que algunos amigos me habían dado semanas antes, el vuelo de Qatar Airways QR 1363 aterrizaba en Johannesburgo.