En la prensa

Los furtivos matan cada año 12.000 elefantes en África para vender sus colmillos

Según las estimaciones del Convenio Internacional del Tráfico de Especies (CITES), en el año 2012 se abatieron de forma irregular unos 12.000 ejemplares de elefantes en África. Los furtivos que llevan a cabo las matanzas son, en muchas ocasiones, ex soldados que utilizan helicópteros, rifles semiautomáticos y mirillas láser. Estos ‘cazadores modernos’ son el último engranaje de complejas mafias internacionales que aprovechan vacíos legales de países como Tailandia y China para comerciar con el marfil africano.

 

Amanece en una selva del centro de África. En el cielo, un helicóptero rompe el silencio, todoterrenos con esqueletos de acero arrasan la vegetación a su paso, un contingente de soldados armados rodea a cientos de elefantes y comienzan a disparar. Parece el comienzo de una película bélica, y sin embargo, es una secuencia que se repite cada vez con más frecuencia en países como Camerún.

«La situación de la población de los elefantes africanos es muy complicada. El furtivismo está causando fuertes presiones a los elefantes de selva y esto podría provocar extinciones de tipo local», dice Luis Suárez, responsable del Programa de Especies de WWF en España. Los elefantes están considerados especie ‘vulnerable’, esto significa estar «en el paso previo» del peligro de extinción. Cada año, los cazadores furtivos matan entre 10.000 y 12.000 ejemplares de elefantes de forma ilegal para arrancarles los colmillos.

En enero de 2011 se produjo en Camerún «una auténtica matanza», explica Suárez con tristeza. «Los furtivos, en forma de patrulla y con armamento pesado, entraron de forma clandestina a una zona con muchos elefantes y mataron a 300 ejemplares». Tal y como explica el especialista de la organización WWF, los furtivos no son cazadores locales y mal armados, son contingentes organizados por grandes mafias como las que controlan armamento o drogas. En primer lugar, localizan las manadas de elefantes desde helicópteros, para después, abatir a los animales con rifles semiautomáticos en pocos minutos. Al final, en la selva se amontonan decenas de cadáveres a los que solo les faltan los colmillos.

Las bandas mafiosas se organizan para sacar los colmillos del país a través de puertos con escasos controles como son los de Kenia o de Tanzania. Los países de destino son, normalmente, Tailandia y China. En Tailandia, los turistas compran las baratijas de marfil, aparentemente inocentes, sin saber que los recuerdos comprados provienen realmente de colmillos de elefantes africanos blanqueados.

La iniciativa de WWF

La organización conservacionista WWF ha puesto en marcha una iniciativa internacional para erradicar la venta ilegal de marfil africano en Tailandia. Para ello pretenden conseguir un millón de firmas para exigir a la primera ministra tailandesa, Shinawatra Yingluck, que prohíba completamente el comercio de marfil en su país para frenar la matanza ilegal de elefantes africanos.

«Si se consigue cortar de raíz la demanda en Tailandia, toda la red mafiosa entraría en una situación de colapso. Si no hubiera demanda ya no habría interés de abatir al animal», ha apuntado Luis Suárez. WWF también trabaja para la recuperación de otras especies como los tigres, los leones o los rinocerontes. «Hay que frenar la caza ilegal porque si continúa esta tendencia, todo el trabajo de conservación que se lleva haciendo desde hace 20 años se irá al garete», comenta el especialista.

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