En la prensa

2.700 cazadores de Castellón ‘bajan’ la escopeta por la crisis y el parany

Fuente: El Periódico Mediterráneo – Elena Aguilar, 24/04/2012

La caza es una afición cara y en tiempos de crisis el bolsillo de las familias de Castellón no está para muchas alegrías. Los hogares recortan en gastos que no se consideran estrictamente necesarios y una de las grandes damnificadas (que no la única) es la caza. En cuatro años el número de aficionados federados ha caído un 14% en la provincia y en el sector se augura que la sangría no ha hecho más que empezar.

Los últimos datos estadísticos que maneja la Federación de Castellón no dejan lugar para la duda. En 2007 había inscritos 19.460 cazadores, una cifra que ha ido en descenso coincidiendo con los años de crisis económica, hasta cerrar 2011 con tan solo 16.743. O dicho de otra manera: en cuatro años 2.717 castellonenses han colgado la escopeta.
Lógicamente la recesión económica y el paro tienen la culpa, pero no son los únicos responsables. «La caza, como toda afición, no es barata, aunque influyen otras cosas. Quizás de las más importantes es que ahora mismo hay menos relevo generacional», cuenta Joaquín Cerdá, presidente de la Federación provincial.

Los cazadores se van haciendo mayores (la media de edad supera los 55 años) y apenas hay entrada de gente joven. «Ese es otro de los grandes problemas. Antes, en los pueblos, había una gran afición por parte de la gente joven. Ahora esto ya no ocurre», reconoce el propietario de una armería, que corrobora que el volumen de negocio del sector no es lo que era.

Hay menos aficionados y los hay prácticamente en todos los municipios de la provincia. En Onda, tal y como publicó Mediterráneo, el Club de Caza San Roque ha perdido 500 aficionados en siete años, mientras que en l’Alcora se contabilizan 780 cuando hace años la cifra superaba el millar. «Hay muchos gastos y hay gente que ha optado por darse de baja», subraya José Falcó, presidente de la Asociación de Cazadores de este municipio de l’Alcalatén. Esos gastos de los que habla Falcó pueden superar, de media, los 400 euros al año (incluye seguros, licencias, munición…), un dinero que no todos pueden permitirse.

Efecto arrastre
La persecución al parany también ha influido, y no poco. «En l’Alcora hay muchos aficionados que tienen parany. Ahora, como está tan perseguido, muchos han optado por cerrar el parany y colgar también las escopetas», argumenta Falcó, una situación que también sucede en municipios como Vila-real o en la comarca del Maestrat.

Pero una cosa es darse de baja como federado y otra abandonar las armas. La mayoría de quienes han optado por no volver a salir al monte siguen conservando su escopeta, un hecho que se corrobora teniendo en cuenta que los últimos datos sobre licencias de armas que maneja la Guardia Civil hablan de 38.594 permisos en la provincia. «Hay gente que no caza pero que no da de baja el arma. Para muchos la escopeta es una herencia y otros esperan a que les caduque la licencia para dejar definitivamente esta afición», coinciden en todas las armerías consultadas.

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