Las pérdidas ocasionadas por la fauna salvaje en explotaciones agrarias no dejan de crecer, y también de sorprender conforme se extienden y diversifican. Sabíamos hasta ahora de múltiples consecuencias de la presencia masiva de cabras, muflones, conejos, ardillas, urracas y jabalíes. En ocasiones se trata de plantaciones hortícolas arrasadas, también de árboles frutales y vides con la corteza carcomida, lo que acaba matando los ejemplares afectados, o instalaciones de riego a goteo mordidas, arrancadas o destrozadas. Lo que es nuevo, o al menos no habíamos escuchado aún que nadie lo citara, es que manadas de jabalíes se planten en una finca de cítricos y se dediquen a arrancar y machacar cientos de kilos de naranjas, publica lasprovincias.es.
En realidad, cuando lo hemos contado a personas algo especializadas en la materia, se han extrañado. Pero los hechos están ahí y aquí mostramos las imágenes que lo prueban. Esas naranjas que en las fotos se ven en el suelo han sido arrancadas de los árboles a base de restregarse los jabalíes repetidamente contra las ramas bajas. En el lugar se aprecian las hojas que han quedado embarradas, las huellas de las pezuñas sobre la tierra húmeda bajo los emisores de riego a goteo, los pedúnculos rotos de las naranjas, y los mismos frutos tronchados, pisados y mordidos repetidamente, porque los animales buscan la pulpa, que chupan como pueden y la dejan a medio comer. Sobre el terreno quedan las pieles deshechas con algo de los gajos. En muchos de los naranjos hay varios kilos de fruta destrozada; en algún caso, casi una caja.
Estos naranjos están en el término de Lliria, pero sabemos de otros casos similares en Chiva, Godelleta y Turís. También allí ha cundido la extrañeza de que los jabalíes lleguen a comer naranjas; al parecer nadie lo conocía hasta el momento.
Lo que faltaba era que se cebaran directamente con las cosechas citrícolas, en esta escalada de daños agrícolas causados por animales silvestres, auténticas plagas en aumento frente a las que los agricultores apenas pueden hacer nada, mientras en instancias oficiales y organizativas cunden silencios oprobiosos.
Publicado en lasprovincias.es.