Perros

El peligro de las espigas para los perros de caza durante la media veda

Foto: Mikel Torné.
Por Ignacio R. García Gómez / Veterinario
El mes de agosto no solo nos introduce en el inevitable calor y las merecidas vacaciones; también trae en sus alforjas la esperada media veda. Nuestros perros toman entonces de nuevo el trabajo en el campo, en un terreno endurecido, seco y que, además del ejercicio y las inevitables temperaturas propias de esta época, encierra un peligro no del todo conocido y que solo a través de sus consecuencias tenemos conciencia de su verdadero riesgo: las espigas.

Las espigas son la manera que muchas plantas de nuestros campos tienen para su reproducción y diseminación. Su especial configuración, a modo de puntas de flechas, favorece que queden atrapadas en el pelo y las extremidades de nuestras mascotas. Esta apariencia de punta de flecha hace que su único avance sea hacia delante, llegando a «clavarse» y penetrar en los organismos de nuestros compañeros. En las zonas donde estas espigas se «clavan» se generan diferentes situaciones que, si las conocemos, podemos actuar para evitar que se adhieran espigas en nuestro can y, en su caso, para eliminarlas, con el fin de impedir que alcancen a generar lesiones en nuestros perros.

Atención al oído
El oído es una zona de especial afección por las espigas. La especial anatomía de los conductos auditivos de nuestros perros y la disposición de las orejas en base a la raza favorece tanto la entrada de las espigas como la expulsión de las mismas, haciendo además esta última tarea especialmente dificil la expulsión de las mismas, favoreciendo su introducción y generación de lesiones. Sin duda el primer y más importante síntoma es el ladeo continuado de la cabeza de nuestro perro; el roce de las patas sobre los pabellones auditivos u orejas debe hacernos llevar a nuestr compañero al veterinario, ya que solo él dispone de medios especializados y adecuados para la exploración del oído y la extracción sin que el animal sufra lesión alguna, que manos inexpertas pueden sin duda provocar.

Vigilar los pies
Otras de las zonas de especial diana para las espigas son los espacios interdigitales, ya que están en contacto directo con el suelo, y además la presión ejercida por la locomoción favorece la introducción de las espigas en estas extremidades. El síntoma claro en este caso es el lamido constante y las mordeduras en las zonas plantares de las extremidades. La aparición de bultos a modo de abscesos u otros procesos ulcerativos o simplemente inflamatorios debe indicarnos que es hora de acudir al centro clínico de nuestro veterinario, para que su trabajo sea tan satisfactorio como nuestro perro requiere.

Asimismo, los estornudos del perro a nuestra llegada de la jornada de caza puede ser indicativo no tanto de un proceso de alergia –más humano que canino–, sino de la entrada accidental de un cuerpo extraño en las fosas nasales de nuestro auxiliar de caza. Su pronóstico no es urgente salvo que los síntomas no remitan en poco tiempo, pues la anatomía canina favorece que la espiga emigre a la zona faríngea y de ahí al aparato digestivo sin mayores complicaciones. No obstante, la persistencia de los estornudos y especialmente la presencia de sangre nos debería obligar a efectuar la visita veterinaria correspondiente.

Bañar al perro, una costumbre saludable
Por último, otras zona de especial incidencia son los ojos y cualquier pliegue de la piel de nuestro perro. Para esto existe un claro ejercicio de higiene que favorece la eliminación de todo cuerpo extraño, y no es otro que un simple pero necesario baño, limpieza y cepillado de nuestro animal tras la jornada de trabajo. Esta costumbre nos servirá al mismo tiempo para asear, relajar y sobre todo revisar a nuestra mascota para detectar cualquier lesión, herida o cuerpo extraño, –incluido parásitos–, que tras el día de caza traigamos a casa. Dúchelo, él se lo agradecerá.

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