Las espigas son formas que muchas plantas de nuestros campos tienen para su reproducción y diseminación. Sus especiales formas a modo de punta de flecha favorecen que queden atrapadas en el pelo y extremidades de nuestras mascotas. Esta forma de punta de flecha favorece que su único avance sea hacia delante llegando a ‘clavarse’ y penetrar en los organismos de nuestros compañeros. Según la zona donde estas espigas se ‘clavan’ se generan diferentes situaciones que, si las conocemos, podemos trabajar en su prevención, tanto en la eliminación como, especialmente, en evitar que alcancen a generar lesiones en nuestros perros.
El oído es una frecuente zona afectada por las espigas. La especial anatomía de los conductos auditivos de nuestros perros y la disposición de las orejas, basada en la raza, favorece no sólo la entrada de las espigas, sino que, especialmente, dificulta la expulsión de las mismas, permitiendo su introducción profunda, generando lesiones. Sin duda, el primer y más importante síntoma es el ladeo continuado de la cabeza de nuestro perro, el roce de las patas sobre los pabellones auditivos u orejas, lo que debe hacernos llevar nuestra mascota al veterinario.
Otras de las zonas de especial diana para las espigas son los espacios interdigitales, ya que poseen un contacto directo con el suelo y la consiguiente presión de la locomoción favorece la introducción de las espigas en estas extremidades. El síntoma claro es el lamido constante, con mordeduras en las zonas plantares de las extremidades. La aparición de bultos a modo de abscesos u otros procesos ulcerativos o, simplemente, inflamatorios debe indicarnos que es hora de acudir al centro clínico de nuestro veterinario, para que su trabajo sea tan satisfactorio como nuestro perro requiera.
Los estornudos a nuestra llegada de la jornada de caza pueden ser indicativos, no de un proceso de alergia, más humano que canino, sino de la entrada accidental de un cuerpo extraño en las fosas nasales de nuestra mascota. Su pronóstico no es urgente salvo que los síntomas no remitan en poco tiempo, ya que la anatomía canina favorece que la espiga emigre a la zona faríngea y de ahí al digestivo sin mayores complicaciones. La persistencia y, especialmente la presencia de sangre, nos debería obligar a la visita veterinaria correspondiente.
Otras zonas de especial incidencia son los ojos y cualquier pliegue de la piel de nuestro perro; por todo ello, existe un claro ejercicio de higiene que favorece la eliminación de todo cuerpo extraño y no es otro que el necesario baño, limpieza y cepillado de nuestra mascota tras la jornada de trabajo. Esta costumbre favorece que usemos este hecho para relajar, asear y, sobre todo, revisar a nuestra mascota sobre cualquier lesión, herida o cuerpo extraño, incluidos parásitos, que tras el momento de caza traigamos a casa. Dúchelo, él se lo agradecerá. CyS
Igancio Ramón García (Veterinario)