Las brumas del Duero Opiniones

Las brumas del Duero: ‘No a la caza con galgo’

R- Felipe Vegue

Manifestación en quince ciudades, eco en la prensa y televisiones nacionales. Éxito, pues, notable en la difusión. Resultado: asistencia ridícula, cuanto menos testimonial de los iluminados del Pacma y otras organizaciones afines, en una de las tantas acciones en la escalada anticaza.

Las afirmaciones empleadas para arrastrar hacia sus posiciones a la opinión pública se pueden resumir en: «Los perros utilizados en la caza también sufren. A menudo los mantienen encadenados o encerrados y les niegan atención veterinaria de rutina, como vacunas y medicamentos contra parásitos del corazón. Algunos se pierden durante la caza y a otros los sueltan al final de la temporada para que se valgan por sí mismos y a menudo mueren».

Es indudable que las redes tienen un gran poder en la difusión de proclamas a favor o en contra de diversas acciones como la comentada. La red es un refugio donde lanzar todo tipo de comentarios, en un lenguaje ofensivo contra quien no comulgue con idearios pragmáticos, y de estos medios a las convocatorias y captaciones de todo tipo de acciones, hay un paso.

Asistiremos, sin duda, a incrementos de los ataques de quienes quieren terminar con la caza con perros, con afirmaciones como que son miles los abandonados y muertos al finalizar la temporada anual de caza y aberraciones sin sentido. Entrarán al trapo carguillos políticos queriendo medrar en apoyo de grupos minoritarios. Asistiremos a  proclamas en medios de comunicación encantados con la alarma que generan y apoyarán la entrada en política de estos grupos. Y frente a estos desatinos sólo unas pocas organizaciones se les enfrentan. Rehaleros y galgueros, una vez más, no contarán con la ayuda necesaria de los cazadores, que ni se enteran de estos movimientos o que creen que, como con ellos no va la cosa… Recordemos que en la manifestación de Madrid el pasado año en favor de las rehalas asistieron 6.000 valientes, cuando eran millares los interesados en el tema, el resto prefirió irse de caza antes que asistir en defensa de sus derechos.

Es frecuente y repetitivo que, frente a insultos y amenazas, nos justifiquemos con argumentos que, por mucho que enfaticemos, nunca aceptarán ni comprenderán nuestros animalistos. Caemos, por tanto, en el juego de los intolerantes al intentar rebatir a los ‘besugos’, quienes también son cómplices en el deterioro planetario, y los nuestros a otra cosa, como si con ellos no fuera el asunto.

El tema genera una profunda división y debe generar angustia en quien nos indica como debemos vivir en el planeta. El discurso animalista no cae bien en muchos sectores ni es políticamente correcto, pone en tela de juicio las bases del sistema de alimentación y no aporta soluciones que la sociedad pueda asumir, «una cosa es ayudar al animal y otra aportar condicionantes y cuidados propios del ser humano». Los mitos del animal con los mismos derechos que las personas no son asumibles ni es lo que necesitan los propios animales. Las necesidades del mundo animal las hacen suyas y también saben como rentabilizarlas.

Todos estos políticos de nuevo cuño, con mando en plaza, ya han obtenido algunos éxitos muy cacareados y bien manejados en esto de la publicidad de masas, como son las prohibiciones de animales en circos, toros en ciudades emblemáticas, fiestas en pueblos (pavos, cabras y gallos, ya están a salvo)… Los animalistas se encuentran al mando en ciudades de toda condición y están sentando precedentes para que otros sigan sus pasos, eliminando tradiciones y costumbres.

Hoy, el ataque furibundo y muy meditado lo estamos parando en primera línea y pronto les tocará el turno a los propietarios de cualquier animal de los dedicados a hípica, acuarios, cunicultura, colombofilia, terrarios… Arrasarán con cualquier tenencia de animales y con cualquiera que no siga reglas de ‘su’ trato humanizado a los animales.

Superar las adversidades sin apoyos es una receta que no convence. Practicamos una actividad ambiental sustentable con normas claras y precisas que acatamos y cumplimos. No debe ser el mundo animalista el que nos diga como debemos gestionar nuestros territorios. Siempre que damos la cara en cualquier foro donde se discuten los temas que nos afectan, los interlocutores carecen de las cifras reales de la que tanto alardean, inventan cifras para enfrentarnos, mentiras como que tal país ha prohibido la caza con perros y terminan exigiendo que se apliquen políticas de estado atentando al patrimonio de la caza dentro de la sociedad.

Los ataques e insultos que algunos lanzan en vomitivos histerismos  en la red o en la calle, vertiendo todo tipo de incoherencias sin fundamento, tenemos que llevarlos a los tribunales, tienen que demostrar sus aseveraciones.

El equilibrio correcto entre caza y conservación, que se nos pide, es el mismo que se debe exigir a una sociedad equilibrada, unos no deben estar continuamente demostrando y otros exigiendo. Nada de ‘una actividad regulada y legal’: los accesos a los bienes que generamos como cazadores son igualitarios a los que percibe la sociedad en la explotación de otros recursos, la crisis de éstos viene dado por la sobreexplotación y extinción de especies. En nuestro caso, hay que volcarnos en la recuperación de cualquier animal amenazado, que ahora y siempre se han apropiado los mismos elementos proteccionistas sin poner un duro.

Por Felipe Vegue

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