Hay que pensar Opiniones

‘Orejas y rabo’, por Patxi Andión

Hay que pensar que la polémica enriquece. Que los intercambios culturales, aunque se expresen en voz demasiado alta o en forma brusca y desconsiderada, siempre son productivos. Las gentes divergen de las cosas como las propias cosas lo hacen de su propósito. Lo natural, por tanto, es no coincidir y como consecuencia social inmediata, polemizar.

Sin embargo, siempre nos preocupa que en la polémica se pierdan lazos previos contraídos con quien discutimos y a veces, es verdad, una buena bronca termina desatada, por los cerros de Úbeda como dice el dicho, o sea, fluyendo por otros espacios diferentes de aquellos que se plantearon en la discusión. Las cosas del ser humano se sabe como empiezan, pero no como terminan. Con todo, interactuar con el desacuerdo, sea más o menos grato, enriquece; por eso, aunque pueda que la primera intención cómoda sea no entrar al trapo para no terminar cabreados, lo mejor es procurar que las divergencias se expresen y queden al aire aunque no den en solución. De otra manera, si se quedan ocultas, pueden pudrirse y pudrir todo lo que este alrededor de ellas.

En este mundo nuestro donde hay tanto maestro y tan poco alumno, de vez en cuando salta la polémica y, de la misma manera que lo hace el viento, se lleva por delante viejas amistades, añejas relaciones que en la mayoría de los casos ha costado mucho forjar y mantener. Pero no hay que rehuirlas. Afrontémoslas.

El título de estas líneas parece el de una crónica del gran Joaquín Vidal, el más grande de los críticos taurinos tras Antonio Díaz Cañabate a quien he leído, pero no conocí. Parece, insisto, la entradilla de la crónica de una faena cualquiera de José Tomás. Pero no. A los toros entraremos otro día y entraremos a sangre y fuego. No. Se trata, ahora que es tiempo de cachorros, de hablar de la costumbre que tenemos (sic) la gente de perros, los rehaleros, de cortar las orejas y el rabo a nuestros perros.

La pregunta es: ¿por qué lo hacemos?

¿Caza mejor un podenco atravesao si le cortamos las orejas? ¿Oye mejor? ¿Es más saludable? Mi respuesta es: ¡no! Los perros con las orejas cortadas oyen peor al perder la mayor parte del pabellón auditivo y, al no tener protección, son más proclives a tener infecciones y muchas veces les hemos sacado astillas de monte y otras cosas.

¿Y caza mejor un podenco atravesao si le cortamos el rabo? ¿Corre más? ¿Es más saludable? Mi respuesta es: ¡no! Los perros con el rabo cortado tienen menos equilibrio en la carrera tras una res y en los quiebros, a veces, se caen, se pasan de frenada. Por el ímpetu, sí, pero también porque les falta un apéndice que la naturaleza les ha impulsado a desarrollar y nosotros se lo hemos quitado.

Yo creo que la costumbre de cortar orejas y rabo viene de las épocas en la que los perros no estaban realmente arrehalados y en las perreras o lo que fueran en los comienzos, como tantas veces hemos tenido que hacer nosotros, se tendía una cuerda y se ataban los perros a ella. Los perros de rehala conservan una agresividad que en parte les sitúa donde están: en el lugar del predador. Por eso, me parece a mí que la ausencia de pabellones auditivos y rabos a los que suelen engancharse en la primera pelea, facilitaba la aminoración de consecuencias graves. En una palabra: se les cortaba para prevenir heridas graves.

Las reses no muerden. Sólo las jabalinas en alguna ocasión lo hacen. Por tanto, a los perros les protegemos de ellos mismos. Aunque nos hemos habituado a verlos así y parece difícil verlos de otro modo. Hoy, con el cuidado que tenemos, no me parece necesario cortar orejas y rabo, y yo en mi rehala hace tiempo que ya no lo hago.

Y, para terminar, hay que pensar que es una crueldad. Puede que algunos la vean inevitable, pero lo es.

Por Patxi Andión

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