Al toque de caracolas

¡Del Corte Inglés al mundo neandertal! ¿Es posible?

Desde mi querida Sierra Morena contemplo un nuevo amanecer, amanecer donde los rayos de sol acarician mi cara dándome los buenos días, buenos días a las que se unen estas voces señoriales de estos grandes tenores otoñales que golpean en mi corazón, despertándome, al igual que ellos, de un gran letargo.

 

Letargo roto por toda nuestra España a manos de una pandilla de inútiles de todo color que, al igual que la madre naturaleza, rompe la tranquilidad del monte por estas fechas. 

Todos podemos ver cómo nuestros instintos primitivos aparecen desde lo más profundo de nuestro ser; vemos cómo somos capaces de despertar esas sensaciones primitivas después de varios milenios de años. Somos un rebaño de corderos donde los lobos nos acorralan y nos atacan poco a poco.

Nos han intentado controlar en esta preciosa tierra que todos estamos matando lentamente, pero, a día de hoy, tanta evolución social, tecnológica y cultural no ha servido para nada. Después de varias décadas de lujo y de caprichos, coches nuevos, casas, viajes y despilfarrar el dinero, nos llevamos las manos a los bolsillos y no tenemos nada, ni un pedacito de tierra de la cual poder vivir. Creo y pienso que antes nuestros antepasados vivían de la madre naturaleza, de los recursos que ésta les proporcionaba a lo largo de las cuatro estaciones y disfrutaban con sólo ver el amanecer de un nuevo día.

Es, a día de hoy, muy triste ver todo lo que está pasando y, a pesar de todo lo que nos critican, recurren a nosotros para ayudarles en estos momentos, pero, como respeto a todo el mundo o por lo menos lo intento, les intento ayudar.

Hemos pasado de la noche a la mañana de organizar monterías del Corte Inglés donde, de la noche a la mañana, salían a cada golpe de ladrillo nuevos cazadores, a quedar a día de hoy los verdaderos cazadores que aman y respetan este arte y la madre naturaleza, aquellos que disfrutan sólo con contemplar el campo, el aire puro, sentir romper el monte y donde apretar el gatillo es lo último que pensamos.

Son muchas las personas que, debido a la situación laboral, no tienen trabajo ni ayudas gubernamentales, padres de familia que no tienen que darles de comer a sus hijos y esto ha llevado a despertar nuestros instintos primitivos; da igual el civismo o el orden, sólo nos importa nuestra descendencia.

Esta situación me da mucha pena, son varias las personas que se nos han acercado para pedirnos carne de caza para poder comer porque no tenían recursos y, a día de hoy de hoy, lo hemos realizado, hemos abatido varias piezas de caza para repartir a varias familias. Estos momentos son muy duros para todos, pero, gracias a la caza, muchas familias tienen que llevarse algo a la boca todos los días.

No sé cómo se ha podido llegar a este extremo de cazar con los cazadores del Corte Inglés a cazar por necesidad, como se llevaba a cabo en el mundo neandertal.

Como dice nuestra compañera María Romero, los furtivos los ha habido toda la vida y tenemos que acabar con ellos; pero el aumento en estos últimos años, según los datos de la Guardia Civil, yo no los definiría como ‘furtivos’ en global, sino que muchos son padres de familia que recurren a la caza para dar de comer a su prole y, como muchos saben, apoyo esta causa a día de hoy, y desde estos párrafos y estas líneas estoy dispuesto a ayudar a cualquier familia que lo necesite.

Espero que todo esto se solucione y no demos un paso atrás hacía épocas no vividas por nuestra generación.

Desde lo alto de mi atalaya de mi querida Andalucía seguiré contemplando mi Sierra Morena hasta que el ocaso haga su presencia y el toque de las caracolas recorran todos nuestros rincones.

 

 

 

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