Los últimos de Filipinas

La casa de la Troya

Cada día tengo más claro que existen dos tipos de cazadores, los que sólo se preocupan de su afición cada fin de semana de temporada, y otros que, al contrario que los primeros, se desviven en todo momento y luchan por el derecho a que todos los que  deseen cazar puedan ejercer su pasión.

 

Esto, que ya lo he comentado en más de una ocasión, se complica al intentar explicar comportamientos particulares de ciertos individuos dentro del segundo grupo. Me centraré en estos últimos, porque al diseccionarlo, sería fácil describir interiormente a otros dos colectivos distintos: el de los idealistas y el de los oportunistas.

De los idealistas, a los cuales suele acompañarles su trabajo, encontraremos pocos ejemplares que estudiar, si se me permite la expresión. Pero menos mal que siempre están ahí; si no existiesen, ya poco se podría salvar del colectivo. Esta opinión brota de mis adentros, después de haber asistido el pasado 8 de junio a las magníficas “Xornadas sobre Xestión Cinexética” de Portas. Gracias a estas ponencias -entre las que cabe destacar la exposición que sobre las actividades de Fedenca hizo su director, José Luis Garrido-, el público asistente pudo conocer, sin tapujos y con valentía, la realidad de la vacuna recombinante de boca del propio José Luis, idealista donde los haya. Otros, los oportunistas, en su lugar se hubiesen callado al no haber sido alcanzados todos los objetivos de este proyecto. Habló también con vehemencia de cómo, con los proyectos de Fedenca, se ha conseguido alargar las temporadas de caza de unas especies y salvar formas de caza tradicionales, demostrándole científicamente a la Unión Europea cuándo y cómo se producen celos, migraciones y ciclos biológicos de las distintas piezas de caza por estas latitudes. La conclusión científica más importante, en mi opinión, consistió en la identificación de los plaguicidas que actúan como exterminadores de nuestra brava perdiz roja. Señaló Garrido al más mortífero de todos ellos, el Imidacloprid, causante de la muerte de 100% de las perdices que ingieren este producto en contacto con las semillas. José Luis Garrido fue condecorado en estas jornadas con el “Coello de Ouro”, merecidamente.

Los oportunistas, en cambio, pasan por nuestras instituciones y asociaciones con el único interés de dotarse de una pretendida gloria que ellos creen que es inherente al  puesto, para cuyo ejercicio la naturaleza no parece haber sido capaz de dotarlos; sustrayéndoles de las capacidades precisas para ejercer su encargo, facultades tan importantes como la cultura y la inteligencia. Porque, eso sí, de mala fe y de picaresca sí suelen andar sobrados.

Si todos los cuartos de nuestros seguros federativos se gastasen en proyectos científicamente contrastados como los de Fedenca, o los de la Escuela Española de Caza, no habría un cazador que, siendo gente de bien, discutiese euro más o euro menos en un seguro. El problema surge cuando oportunistas adláteres meten la mano en el cajón, o cuando se dan explicaciones tarde, mal y a rastras de proyectos que nos ilusionaron mucho, y a muchos. Ejemplo de lo cual ha sido lo ocurrido con el sucedáneo del plomo que, aunque contablemente no haya nada que reprochar, según dice el informe oficial, moralmente ni ninguno de los responsables dimite, ni muchos de los comisionados señalan. No sea que moviéndose, luego no salgan en la foto.

Luego me extraño de que asociaciones que pululan por ahí, como UNAC, en vez de reunirse con Fedenca para ayudar a defender ante la Unión Europea una PAC más sostenible, apoyada en el proyecto científico más serio que se ha  realizado en España sobre los efectos de los plaguicidas en nuestros campos, lo haga con los ecologistas de salón que tanto nos maltratan. Sinceramente, ya no sé qué pensar. Pero lo que tampoco voy a consentir es que ningún ocupa de poltrona me señale, si con mi opinión se ve su incapacidad ofendida, porque lo primero que hacen los mediocres cuando no dan para más es envolverse en la bandera y decir de aquellos críticos de su incapacidad, que mancillan a la patria. A mi patria federativa sólo la ofenden gravemente aquellos oportunistas que, desde dentro, están más pendientes de pillar cacho unos y de no soltarlo otros, que de defender con trabajo, humildad, esfuerzo y capacidad a la caza y a los cazadores.

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