Las brumas del Duero

Iniciativas populares

images_wonke_opinion_felipe_vegueSe avecinan tiempos de cambio, la Red parece estar tomando un elevado protagonismo entre los mal informados ciudadanos. Solidarios ellos sobre cualquier materia, se ponen en marcha iniciativas y recogidas de firmas, y ya existen portales para poner en marcha acciones de todo tipo y condición que nos generan impulsos altruistas, como si, con este gesto, sólo con la aportación de tu firma, se pudiera cambiar el mundo, serenando conciencias, liberando culpabilidades, compartiendo ideas y comparando el sentido de la firma como la limosna del pobre que descarga conciencias, firmando miles de personas y condenando, así, su propia desinformación.

Liderar este tipo de iniciativas con hechos puntuales en nuestro mundo está confundiendo los espacios necesarios para las batallas que tenemos que librar, en la creencia de una solución tan simple como la recogida de firmas, que, además, parece efectiva a los ojos de demasiados desinformados.

Si pudiéramos solucionar con veinte, treinta o cincuenta mil firmas los problemas que nos aquejan o cambiar voluntades políticas, sería suficiente la iniciativa de cualquier honrado ciudadano para conseguir cambiar leyes, disposiciones o cambiar los hábitos de los agricultores, reducir la contaminación de nuestros ríos o recuperar las poblaciones de aves insectívoras, pongo por caso, pero nada es tan fácil.

En los momentos actuales basta y sobra darse un paseo por la autopista de la información y descubrir mil y una iniciativas con causas tremendas y honorables con otras que, al menos, nos causan vergüenza al descubrir, si estamos informados o conocemos el tema en profundidad, lo que pretenden.

Peticiones publicas relacionadas con la caza o que nos afecten de alguna manera, bien a favor o en contra, tenemos unas cuantas: Prohibición de la caza con galgo, Contra de la tortura animal, Perreras municipales y abandonos de perros de caza, Salvemos la perdiz roja, Apoyo a las rehalas, Parques nacionales, Contra la extinción y caza del lobo en Ávila (193.000 firmas), Protección para el lobo Ibérico (28.000 firmas), Senderistas contra la prohibición del paso’ (60.000 firmas), De apoyo al silvestrismo, Para la recuperación de la caza menor en Extremadura, Cazadores extremeños a favor de la caza en terrenos libres… y no sigo para no cansar al lector, todas ellas honorables y que dejan a la opinión pública con la sensación que en la historia de los pueblos la gente tiene tanto poder.

¿Y esto, de verdad, es así? ¿Funciona crear una ola de sensibilación, organizar protestas, boicotear y organizar acciones que encuentren correspondencia? Pues, en este lado, creemos que no; si esto fuera tan fácil nos ganarían por goleada las organizaciones anti-caza y tantas de sus absurdas puestas en escena y propuestas descabelladas de los, hasta ahora, iluminados-desinformados ecologistas.

Si de verdad debemos poner en marcha iniciativas con consecuencias positivas, si de ejercer presión sobre organismos y autoridades se trata, no creo que sólo la recogida de firmas pueda cumplir este propósito. Asociaciones, clubes, federaciones y agrupaciones deben mover ficha, dedicando una importante partida –que, hasta la fecha, se dedica gastos de representación– en la contratación de personal cualificado en las armas que la legalidad y conocimiento nos proporciona, representantes legítimos, alejados del perfil actual de egos y personalismo extremo.

Este nuevo frente de batalla, por contar, no con el favor de la opinión pública, sino, por lo menos, con su no rechazo, también debe combatirse a nivel individual. Todos hemos recibido, además de estas peticiones de firmas que no dejan espacio para comentarios, notificaciones de Facebook en las que, con un simple «Me gusta», se transmiten los mensajes anticaza que comentamos. La adición de comentarios que alcanzarán la misma difusión, permitirá transmitir nuestra opinión a un colectivo que ha perdido la capacidad de analizar y discutir cualquier propuesta, pues sólo se mueven por eslóganes.

La última campaña que a través de Facebook se transmitió por las redes sociales sobre considerar delito el maltrato animal es un ejemplo de la manera de actuar. Con una oposición a firmar explicando en el comentario que, además de que ya es delito, estas leyes en manos de fundamentalistas, al final, quieren servir para prohibir los toros y la caza, se consiguió, además de la difusión gratis que te prestan, que después de infinitos comentarios manidos sobre la caza se fuera terminando con «pero yo no hablo de este tipo de cazadores».

Las redes sociales, si las sabemos entender, pueden ser el elemento que nos permita acceder a la mayoría de la población en casi igualdad de condiciones en la transmisión de nuestros mensajes. Para esto hace falta determinación por parte de nuestros representantes para poner en cada estamento un comunity manager, un responsable de la gestión en las redes sociales de todo lo que afecta al colectivo, al igual que están haciendo la mayoría de nuestras empresas. A nivel particular lo que cada vez nos hará más falta es la valentía para contrarrestar con comentarios las notificaciones que recibimos de campañas buenistas relacionadas con el medio ambiente.

Y, con relación a nuestros políticos, hacerles ver, cuando un colectivo les lleva una campaña de recogida de firmas vía telemática, el nulo valor en que deben considerarla, por el desconocimiento de la mayoría de los firmantes y por la demagogia que contienen la mayoría.

Si pidiésemos firmas para implantar la pena de muerte en determinados supuestos, seguro que se recogían más que para prohibir la caza del lobo en Ávila.

 

Por Felipe Vegue.

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