Pluma invitada

En memoria de Julio Lorao, cazador y enamorado de la sierra de Guara

El pasado mes de enero, nos abandonaría un buen amigo y cazador aragonés, don Julio Lorao, nos dejó para emprender un largo viaje a ese paraíso divino en el que algún día nos volveremos a reencontrar.

Persona humilde y sencilla, de aquellas que en cualquier junta montera son difíciles de percibir por su gran sencillez y timidez, ya que no era hombre de muchas palabras. Cazador tradicional de toda la vida, acostumbrado a cazar rodeado de su cuadrilla de amigos en las tradicionales batidas de los montes de Zuera, Jaca ¡y su querida sierra de Guara!, batidas en las que, prácticamente, la excusa sería la caza, para poder luego disfrutar del compañerismo y amistad, que se respira en este tipo de cacerías, en las que, fuera de la montería comercial, se reúnen todos los días de la temporada infinidad de cuadrillas con el ánimo de poder disfrutar de la naturaleza y grupo de amigos.
No hace muchos años, y gracias a su hijo, con el que mantengo una gran amistad, tuve el gusto de conocer a esta gran persona, con la que quizás no hayamos compartido numerosas jornadas de caza, pero sí las justas y necesarias para percibir la gran persona con la que compartíamos esos días. Hoy, escribiendo, estas líneas lo sigo recordando como si fuese ayer: en la junta de carnes junto a su inseparable hijo, inmortalizando los momentos con los grades jabalíes abatidos, con su inseparable cigarrillo en la boca, con el mismo que emprendería ese largo viaje a valles y sierras vírgenes en las que encontrará una nueva cuadrilla con la que poder seguir disfrutando de esta bonita afición que un día nos hizo de conocernos.
Estimado Julio: fue un placer el poder haberte conocido, haber sido partícipe de muchos días de ilusión, la misma que, si Dios quiere y nuestra querida patrona, algún día pueda poder devolverte, organizando una de esas monterías en las que luego comentar los grandes jabalíes abatidos y, cómo no,  rodeados de amigos.
Disfruta de tu nuevas cacerías y ya nos contarás si esas sierras son de la misma belleza que tu querida sierra de Guara, en la que tantos momentos pasaste.

    Por Manuel Cabezas

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