Montería

¡Que vienen las monterías! Aspectos a tener en cuenta a la hora de contratar

Ignacio Ramón García Gómez
En estos días de asueto veraniego llegan a nuestros ordenadores los diferentes calendarios de nuestras orgánicas preferidas, y a través de las redes sociales también se presentan las ofertas de monterías de otras muchas empresas.

Todas estas ofertas tienen varias cosas en común: corresponden a manchas de extraordinarios resultados anteriores o que no se han monteado en los últimos cinco años, son monterías de pocos puestos y han bajado considerablemente sus precios. Pero si estas características se repiten en todas las ofertas, hay otro elemento en común en los calendarios de todas las orgánicas, y es que el espíritu de todas ellas es proporcionar la mayor satisfacción de cliente, anteponiéndolo a cualquier otra valoración. Para todas ellas el montero es lo primero.

Son ya unos cuantos años «disfrutando» del ejercicio montero por la práctica totalidad de los espacios cinegéticos de nuestro país. Son más de veinte monterías las que, temporada a temporada, van formando una experiencia y un juicio, que siendo personal pretendo ponerlo ciertamente en claro, a modo de valoración de un mundo que en estos tiempos de crisis vive de forma directa la misma, pero que precisa mejorar en una serie de puntos o circunstancias para llegar a proporcionar un servicio de calidad. Bien es cierto que se trata de un ejercicio de ocio y que en muchas ocasiones la demanda supera la oferta, pero bajo estas circunstancias muchos espabilados han aparecido en la organización de monterías dando unos «productos» de muy escasa calidad en el convencimiento que siempre habría «pardillos» que año a año «picaban» en sus redes.

A continuación quiero exponer unas serie de circunstancias y situaciones que bajo mi personal opinión son puntos críticos en la organización y comercialización de las monterías, pero como no pretendo poner un juicio destructivo, propongo a su vez una serie de medidas correctoras que creo son beneficiosas para nuestro mundo montero y sobre todo positivas para su futuro.

La organización de la montería
Es curioso que al confrontar las manchas que ofrecen varias orgánicas, observamos que una misma mancha es ofertada por varios orgánicos. Se trata de comercializaciones de una macha por parte de varios elementos atrayendo cada uno de ellos a sus respectivos clientes. En muchas ocasiones sólo tenemos constancia de este hecho a nuestra llegada a las migas, observando que el verdadero organizador es otro al que nosotros confiamos nuestros deseos cinegéticos. Debería indicarse y anunciarse siempre el verdadero responsable de la montería, su organizador. Esta circunstancia siempre genera repartos de responsabilidad que diluyen los posibles errores o deficiencias, y sin duda es un inicio de sospecha de que nos toman el pelo.

Número de puestos
Animo a mis compañeros monteros a realizar un pequeño ejercicio. Anoten los puestos ofertados en las manchas anunciadas y confrontenló con los puestos que se presentan en el sorteo, y especialmente cuenten los asistentes a las migas el día de la montería. Nunca, nunca coinciden. «Son acompañantes» o «vienen por la propiedad» son escusas que se nos dan cuando ponemos esta circunstancia en conocimiento del orgánico. He vivido en varios monterías la desagradable situación de ver que frente a los treinta supuestos puestos iniciales, se sortearon más de cuarenta y cinco y conté más de doscientas personas. La resolución a esta situación es sencilla, basta con la publicación de la autorización preceptiva de la montería por la autoridad competente, donde no sólo se describe de forma clara la mancha a montear, sino que se detallan el número de puestos autorizados y de igual forma las rehalas autorizadas. La publicación bastaría con ser expuesta en un modesto tablón en el lugar del sorteo junto al mapa que muchas de las organizadoras presentan.

Postores
Es sin duda uno de los elementos que siempre generan más de una suspicacia y no menos situaciones de cierto malestar. El postor no sólo es un elemento muy válido en el ejercicio montero, sino que resulta imprescindible para el correcto funcionamiento de una buena montería. Pero la persona que ocupa este cargo debe cumplir varias premisas.

Primeramente, debe recopilar su armada, cerciorarse de que todos sus integrantes están presentes y que disponen de medio de trasporte para su traslado hasta la postura, y facilitárselo a aquellos que no dispongan de él. Y especialmente deben proporcionar su propio vehículo y encabezar la marcha, ya que de esa manera podemos identificarlo y proporcionar servicio al cliente (ahora bien, son muchas las ocasiones en las que ni el postor tiene medios).

Debe conocer el terreno y especialmente los puestos que debe colocar, acompañando a cada montero a su postura e indicarle las líneas de fuego y de seguridad. Asimismo,  ha de vigilar el cumplimiento de las normas monteras, tanto en los movimientos (armas enfundadas, en silencio y en tiempo) como en los puestos (que no se doblen o se muevan de las posturas) y en la señalización de las piezas (que no se saquen trofeos, etc…).

También tiene que preocuparse de recoger su armada, anotar las piezas abatidas, facilitar la señalización de las mismas y conocer la situación de inicio del pisteo. Siempre su primera prioridad debería ser recoger la armada y no otras situaciones que retrasen esta retirada, ya que de esta forma conocerá en su totalidad lo acontecido en la armada y todas las operaciones serán más rápidas y sin duda efectivas.

Nunca, nunca, nunca un postor debería ir armado. Esta situación hace que esté más centrado en cazar que en ejercer de postor. Cuando pagas una considerable cantidad por una postura no es muy agradable que veas como otro que no ha pagado tenga esa misma posibilidad, y que además obtenga una mejora de su postura por su conocimiento del terreno. Si además se da la circunstancia de que estos postores cazadores son los que emcima consiguen abatir reses mientras que por tu postura no ha pasado ni un triste conejillo, es inevitable que surgan susceptibilidades. Es molesto.

Rehalas
Este elemento es uno de los pilares más importantes en una buena jornada montera, su número y constitución conforman una herramienta de gran utilidad para esta noble arte cinegético. Cada vez prolifera más que se publiquen las líneas de trabajo sobre la mancha de estas rehalas e incluso su número, pero son todavía numerosas las posturas en las que ni siquiera sienten, oyen o ven a los perros. Bajo mi criterio, los perros deberían aparecer por todos los puestos, ya que esto es sinónimo de que todos los huecos de la mancha han sido monteados.

Igualmente, se deberá informar de forma clara y directa a los monteros de los movimientos de los perros (una o dos manos), ya que de esta forma sabremos en todo momento la continuidad de la jornada montera. Conviene recordar a los monteros que la montería no acaba cuando pasan los perros, sino cuando te recoge el postor. Él es el verdadero finalizador de la montería.

Recogida de piezas y junta de carnes
Cada vez más en el momento del sorteo -y creo que de forma adecuada- se solicita la colaboración de los monteros en la saca de las piezas abatidas, o al menos su correcta señalización. Esta labor deberá estar perfectamente organizada, siendo una tarea que ha de realizarse con la premura necesaria para ofrecer lo más rápidamente posible la totalidad de piezas obtenidas.

Explicar las medidas de control que han de hacerse por parte del veterinario responsable antes de sacar el trofeo ayudaría a evitar ciertas discusiones nada agradables en las juntas de carnes, y serí sin duda un ejercicio de claridad y de honestidad es publicar o hacer llegar a los monteros participantes el boletín de carne emitida por las autoridades sanitarias. Así, sin error o malas interpretaciones, sabremos sin género de dudas el verdadero resultado de la montería. Son innumerables las monterías en que a mi salida solo había tres venadetes y cinco guarrillos y a mi llegada a mi casa estos se habían multiplicado por diez, ¡milagroso!. Pero aún más milagroso es cuando, en la temporada siguiente, se anuncia con unos resultados tan sorprendentes que nos hacen dudar de nuestra propia presencia en aquella montería.

Sin duda, son muchos y variados los puntos a mejorar en nuestras queridas monterías y por ello yo me decanto más por manchas organizadas por amigos y para amigos, o por los propios club de cazadores de los pueblos, sé que sus resultados son menores y posiblemente no dispongan de las mejores mesas de catering o de parafernalia elitista, pero aún sin cazar nada no me vuelvo a casa con la sensación de cierto «engaño» que en muchas ocasiones las orgánicas me ocasionan.

Sé que siempre que se generaliza se comenten errores, pero bien es cierto que esta actividad comercial debe ganar más en trasparencia, en garantías para el consumidor y en asunción de responsabilidades.

Y para finalizar dejo algunas preguntas al aire: ¿Por qué no se emiten facturas o recibos en el pago de las posturas? ¿Por qué no se ponen a disposición hojas de reclamación? Para otro artículo dejaremos la exposición de derechos y de obligaciones de los propios monteros en nuestra querida montería.

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