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«¡A la calle!, que ya es hora…» ¡Todos a la manifestación!

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«¡A la calle!, que ya es hora

De pasearnos a cuerpo

Y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo…»

Gabriel Celaya

¡No vamos contra nadie!, que quede claro… No vamos ni contra esa ínfima parte del Gobierno, el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, la Inspección de Trabajo y la Inspección de la Seguridad Social, que nos niegan, tozuda y reiteradamente, el pan y la sal.

Sabemos, a ciencia cierta, que parte de ese mismo Gobierno no está de acuerdo con esta situación generada desde una parte del mismo Gobierno. Que políticos del partido que lo sustenta están con nosotros. Que desde parte de las distintas comunidades incluso se nos apoya, eso sí, en silencio… Por eso, no vamos contra nadie, ¡tan sólo defendemos los nuestro!

La situación ­−que no debiera ni haberse generado si al frente de todo esto hubiese estado alguien que conociera mínimamente la caza y su esencia− se ha enconado, y ha infectado una herida que ya supura por muchos lados, porque muchas veces se ha hurgado dentro de ella… Y, salvo que un buen galeno lo remedie ­–y el Ministerio carece de ellos−, al final se gangrena y no queda más remedio que amputar, cortar por lo sano y demostrar que a coser heridas a pelo, a nosotros no nos gana nadie…

¡La rehala somos todos! La rehala es la esencia de la montería y la montería es la esencia de la caza. Y la caza somos todos y cada uno de los cazadores. Por eso, para curar esta herida, que atenta contra la vida de nuestra más pura esencia, es necesaria, imprescindible, la presencia de todos, porque si no curamos, cauterizamos la herida, cortándola de raíz, al final se propagará la gangrena y nos irá destruyendo uno a uno hasta no dejar ninguno.

Está muy equivocado, absolutamente confundido, aquel que piense, que crea, que esto no va con él, que él no es montero ni rehalero y que esto es cosa de otros… ¡Está muy confundido! Esto, insisto, insistimos, afecta a la caza y, repito, repetimos, la caza somos todos.

Por eso es el momento, es la hora de salir a la calle, a cuerpo, a mostrar a quien corresponda que nosotros, sin ir contra nadie, defendemos lo nuestro con uñas y dientes… sencillamente, porque es nuestro y la razón, la lógica e, incluso, la Historia, nos asiste…

Aquí no se trata, hay que gritarlo alto y muy claro, de no querer pagar impuestos… Estamos hartos de decir que nuestra actividad es de las más reguladas, si no la que más, que pagamos absolutamente por todo, y más, muchísimo más, que muchos de los que nos baldean, y lo pagamos con gusto, o disgusto, porque queremos, nos gusta, amamos lo que hacemos y vivimos para ello… Estamos hartos de decir, y demostrar, que generamos riqueza, mucha, sobre todo en los medios más desfavorecidos, los que más lo necesitan y, por eso, por la riqueza que se genera, ya pagamos, religiosamente y como todo hijo de vecino, ¡todos los impuestos correspondientes! Pero hay un punto en el que ya está en juego nuestra propia dignidad. Y el querer ‘sacar leche de una alcuza’, también del colectivo más débil, como lo es la rehala, nos debe hacer reflexionar y pensar que a la larga esos tentáculos nos van a acabar ahorcando a todos… Esto, como el resto de modalidades cinegéticas, ¡es una afición, no un negocio! Y las aficiones cuestan dinero, no lo generan, y si no lo generan, porque no son negocio, no tienen por qué sufrir el acoso de los depredadores que, si no lo remediamos, van a acabar con ellos… y, por ende, con nosotros.

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No vamos contra nadie… pero está en juego nuestra propia dignidad. Está en juego el seguir soportando una situación vejatoria por parte de muchos colectivos que se creen con derecho a ‘ejecutarnos’ cada vez que les viene en gana, a ponernos en la picota cada vez que sus espurios intereses chocan, de frente, con nuestros atávicos conceptos de la vida y la naturaleza silvestre, salvaje. Está en juego, incluso, y además, el defender el pan de muchas familias que gracias a la rehala y junto con ella, pueden sobrevivir en estos tiempos, porque, tengámoslo claro, el rehalero de afición, el ancestral, el de toda la vida, el que da la vida por la montería, el que duerme con sus perros y se acuna entre las jaras y el lentisco, no va a poder soportar las imposiciones que, desde un despacho, pretenden, sin saberlo, sin conocerlo ni de lejos, sin haber mamado el monte… que su actividad sea económica y cotice en consecuencia. Está en juego el futuro de la caza, nuestro futuro…

Por eso, ha llegado el momento y hay que decir ¡basta ya! Hay que plantarlos encima de la mesa y decir a los cuatro vientos que no pueden quitarnos de un plumazo, o decretazo, u orden ministerial o lo que coño quiera que sea, nuestro derecho a la libertad de ser y elegir lo que queremos ser y cómo queremos cazar… ¡Basta ya!

El próximo sábado 13 de septiembre tenemos la oportunidad de mostrar, y demostrar, qué somos, qué queremos, a dónde vamos, por qué lo somos y cuántos somos. Es el momento de la verdad y no valen excusas ni comportamientos timoratos ni desafíos en la barra del bar… El próximo sábado 13 de septiembre, en Madrid, y el 27 en Sevilla, está en juego nuestra forma de ser y nuestro modo de vida… Si te quedas en casa estás renunciando, tal vez para siempre, a tu propia esencia y poniendo en peligro muchos futuros. ¡No lo consientas y demuéstrales, a todos, de qué estás, estamos, hechos!

Porque la rehala somos todos, «¡A la calle!, que ya es hora…».

¡Ah!, y si siguen en sus trece, tras las manifestaciones, y no dan su brazo a torcer… pues habrá que parar la caza, dejarla libre en el monte y lanzarles a la cara un grito: ¡Y ahora cazáis vosotros, a ver qué sabéis hacer!

 

A. Mata

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