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A la caza del lobo

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El lobo ibérico, una de las especies más emblemáticas de la Península, capaz de generar odios y pasiones con la misma intensidad según el colectivo del que se trate, ocupa, sin lugar a dudas, uno de los lugares protagonistas en cuanto a su cinegética, pues se trata del más grande de los carnívoros silvestres presentes en el sur de Europa cuya caza está legalmente autorizada, aunque con connotaciones muy particulares.

Especie cinegética o protegida

Estas condiciones establecen que el lobo es considerado animal cinegético en España al norte del río Duero, mientras que al sur se encuentra protegido, estando su caza prohibida. Esta diferencia se estableció desde la Unión Europea, mediante la Directiva Hábitats, que entró en vigor en el año 1992, tras analizar la situación en la que se encontraba la especie en nuestro país.

La evolución del lobo

En aquel momento la especie había sufrido un importantísimo retroceso en cuanto al número total de individuos y a las áreas de su distribución, pasando de encontrarse prácticamente a lo largo y ancho e toda la península Ibérica en los años cincuenta a tan sólo quedar reducido, en núcleos estables, por encima del mencionado río Duero.

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Cráneo ejemplar de lobo ibérico.

Diferentes expertos han tratado de analizar las causas de aquella regresión, encontrando casi siempre conclusiones comunes, asociadas a una ausencia de gestión y, sobre todo, el empleo de prácticas como el uso masivo de veneno o, incluso, la propia actividad cinegética, auspiciada por una actividad ganadera extensiva abundante y en permanente conflicto con la especie.

Los años han pasado y, por suerte para todos, algunas de esas nefastas prácticas, no solamente para el propio lobo, sino, en general, para multitud de especies, tanto protegidas como cinegéticas, como ese uso masivo del veneno, se han conseguido controlar hasta incluso llegar a erradicar por completo en muchos territorios ibéricos.

Además, un descenso notable y sostenido en la población rural, asociado a una merma muy importante en la actividad agrícola y forestal de muchas zonas o, incluso a políticas de reforestación que han ido transformando numerosos paisajes, han favorecido que el lobo muestre de nuevo una tendencia creciente, tanto en número de individuos, como en áreas de campeo, de manera que cada vez son más las voces que instan ya a una revisión por parte de la Unión Europea de los límites geográficos de catalogación cinegética de la especie en España.

Así, en la última década, el lobo ha ido recuperando terrenos perdidos años atrás y, por ejemplo, en la comuniad autónoma de Castilla y León, la región del sur de Europa con un mayor censo de la especie, ha llegado de nuevo, con manadas estables, a provincias como Ávila, Segovia o Salamanca e, incluso, no hace mucho, ha sido confirmada la presencia de esta especie en el recientemente catalogado (Ley 7/2013, de 25 de junio) Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama, que se encuentra entre las provincias de Madrid y Segovia.

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En la última década, el lobo ha ido recuperando terrenos perdidos años atrás.

Último censo en Castilla y León

El pasado mes de junio, tras más de dos años de intenso trabajo, la Junta de Castilla y León presentó un censo de la especie en esta Comunidad que, si bien es cierto que no ha dejado contento a casi nadie, es muy significativo a la hora de interpretar  la evolución del lobo en la última década al poder comparar con datos precedentes.

Según datos de la propia Administración castellanoleonesa, el censo arroja un total de 179 manadas, lo que representa un incremento del 20% con respecto al último censo de 2001, de las que 152 corresponden al norte del río Duero (132 en el año 2001) y 27 manadas al sur del Duero (17 en 2001), con un total estimado de unos 1.600 lobos en Castilla y León.

Teniendo en cuenta al río Duero como límite geográfico y administrativo para la especie, la situación es la siguiente:

-Al sur del Duero, donde está protegido por la Unión Europea, el área de distribución del lobo ha aumentado en un 26%. Asimismo, el incremento de manadas respecto a 2001 es notable y ello supone que esta especie está en disposición para avanzar hacia el sur en su área de distribución.

-Al norte del Duero, la población del lobo también se incrementa de una forma especialmente próspera en el tercio norte (Reservas Regionales de Caza en León y Palencia), el oeste leonés y la provincia de Zamora.

En la franja más oriental de Castilla y León (alto Ebro y Sistema Ibérico en Burgos y Soria) los ejemplares mantienen pocos grupos familiares, si se toma como referencia la buena calidad potencial del medio y la alta disponibilidad de alimento de la zona.

357 - A la caza del lobo (3)En lo que respecta a la zona centro de Castilla y León, meseta castellana y Tierra de Campos, el lobo está presente de forma homogénea, pese a que el informe apunta a un ligero descenso de la población potenciado por las limitaciones al depósito de carroñas establecidas por la Unión Europea tras la crisis de las vacas locas, aunque compensado por las últimas plagas de topillos o las superpoblaciones puntuales de conejo de monte, que son fuentes importantes de alimento para los lobos de estos territorios.

Por otro lado, cabe destacar que, a pesar de que la especie muestra una evolución positiva en general, este ascenso es más favorable en zonas asociadas a una actividad cinegética intensa, tanto sobre el lobo como sobre otras especies, principalmente de caza mayor, como en las Reservas Regionales de León y Palencia o la provincia de Zamora, en general, y en particular, la Reserva Regional de Caza de la Sierra de la Culebra, territorio donde se alcanzan las máximas densidades de lobo ibérico de Europa.

En este sentido, una vez más se demuestra que la actividad cinegética no es incompatible con la conservación y que una gestión bien planificada puede llegar a ser clave para conseguirla, puesto que, por ejemplo, en el caso del lobo en esas zonas mencionadas, no sólo se trabaja en favor de la especie y se ordenan sus aprovechamientos, sino que se lleva a cabo una planificación intensa y actuaciones concretas destinadas al fomento y mantenimiento de poblaciones estables y de calidad de otras especies cinegéticas, principalmente ungulados, como el venado, el corzo, el rebeco o el jabalí, todas ellas cazables y, a su vez, fuente de alimento para el lobo.

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El lobo, en permanente conflicto

Como apuntábamos al principio del artículo, el lobo es una especie capaz de generar pasiones y odios por igual y no dejar indiferente a casi nadie. Mientras que hay grupos ecologistas que se tildan de amantes del lobo y protectores de la especie por encima de todas las cosas y critican. por ejemplo, el mencionado censo castellanoleonés por pensar que se ha sobredimensionado, encontramos también otros grupos, principalmente ganaderos, que, incluso, con un cierto apoyo político, han intentado declarar su provincia como ‘zona libre de lobos’, con todo lo que esto supone, y critican, por el contrario, los mismos datos recogidos, pero en esta ocasión por pensar que se encuentran muy por debajo de la situación real de la especie en esa comunidad.

Desde nuestro punto de vista, los cazadores nos encontramos, o así debiera ser, en un punto intermedio, puesto que de ello depende que el aprovechamiento cinegético de la especie sea viable a medio y largo plazo y podamos seguir teniendo ocasiones de disfrutar de lances frente a este enigmático y magestuoso animal.

Demostrado está, y lo seguirá estando, que una adecuada gestión cinegética es fundamental para el mantenimiento del equilibrio de nuestros ecosistemas e incluso para la evolución positiva de especies como el lobo y, por supuesto, para garantizar la coexistencia con la ganadería extensiva o con el propio turismo de naturaleza, todas ellas actividades clave, junto con la caza, para el fomento del «desarrollo rural sostenible» del que tanto se habla y, por desgracia, tan poco se fomenta.

A la caza del lobo

En el momento actual y a pesar de los datos favorables y conflictos existentes en ciertas zonas, el lobo es aún sólo especie cinegética al norte del río Duero, área que incluye fundamentalmente el aprovechamiento en las comunidades autónomas de Galicia, Asturias y Castilla y León (al norte del Duero), cada una de ellas con un plan de gestión para la especie que incluye el aprovechamiento con diferentes criterios en función de donde nos encontremos.

En general, la caza del lobo se realiza previa autorización del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Provincia de ubicación, que concede un precinto con el que identificar al animal en el caso de ser abatido.

Las principales modalidades autorizadas son el aguardo o, en ocasiones, la caza en montería. En ambos casos y, sobre todo en el primero, se trata de modalidades selectivas que permiten ajustar la gestión de la especie y, si se hacen bien, mejorar sus poblaciones, trofeos y aprovechamientos futuros, como está sucediendo ya en algunos de los territorios.

Al sur del río Duero, por ser especie protegida, tan sólo se autorizan actuaciones de control puntual sobre individuos concretos en zonas en las que la conflictividad con la actividad ganadera es elevada y tienen que ser llevadas a cabo, al menos por el momento, por personal de la Administración, aunque el plan de conservación de la especie en la comunidad de Castilla y León considera ya otras posibilidades.

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El incremento de la especia hace necesario reconsiderar su estatus como especie protegida al sur del Duero.

El futuro del lobo ibérico

A pesar de que predecir es arriesgado y más cuando se trata de aspectos relacionados con la imprevisible naturaleza, sí parece lógico pensar, a la vista de la tendencia presentada por el lobo en los últimos años, que la especie se encuentra en un buen estado, aunque aún lejos de su potencialidad. De seguir así, será necesario e, incluso, urgente, repensar su consideración de especie protegida al sur del Duero y asumir que, como ocurre casi siempre con la gestión cinegética, ésta debe planificarse y ejecutarse con una óptica regional y adaptada a las condiciones concretas de cada territorio, puesto que las generalidades, cuando hablamos de caza, no suelen servir.

Por Equipo Técnico de Ciencia y Caza (www.cienciaycaza.org)

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