En la prensa

La segunda desamortización

Fuente: libertaddigital.com / Jake Sandoval

Alfonso Figueroa, conde de Yebes, sexto hijo del famoso conde de Romanones, fue uno de los mayores aficionados a la caza mayor que han existido en España. Tras la guerra, comprendió que la época dorada de la montería no volvería nunca a ser lo que fue, y decide escribir un libro sobre ello, igual que Evelyn Waugh escribió Retorno a Brideshead porque pensó que el mundo de la casa de campo inglés desaparecería después de la Segunda Guerra Mundial.

 

El libro de Yebes, titulado Veinte años de caza mayor, lo prologó largamente Ortega, generando entre los lectores debates sobre si se trataba de dos obras independientes, complementarias o completamente desiguales. En el libro, Yebes desgrana y explica lo que es la caza mayor y el modo de practicarla en España. Enumera cuáles son los cazaderos históricos en cada zona de España, Picos de Europa, Gredos, Pirineos, Sierra Morena, Extremadura, Hornachuelos… Cuando uno relee la lista hoy en día, sólo setenta años después de la publicación del libro, es abismal comprobar cómo la gran mayoría de esos cotos históricos han ido cayendo en poder de la administración pública.

La finca «Cabañeros» fue expropiada a la familia Aznar en los 80, la misma década en la que «Doñana» se expropió a los Morenés. Gran parte de «La Alameda» se la quedó la Junta de Andalucía, «La Encomienda de Múdela» se la quedó el Estado para que Franco pudiera cazar, «La Almoraima» paso a manos públicas tras expropiación a Ruiz-Mateos… un autentico suma y sigue. Hubo muchas más amenazadas que años de pleitos consiguieron mantener en manos privadas, sirva «Valero» de los Montellano como ejemplo.

Y esto es solo enumerando los llamados cotos históricos, cazaderos únicos en su día gracias al esfuerzo de sus dueños. El desmadre de la España Autonómica de hoy en día ha conseguido que el Estado haya vuelto a ser el mayor propietario de tierra en España con muchísima diferencia. Patrimonio, el Gobierno Central, las Comunidades Autónomas… ¿Cuál es la utilidad de todas esas hectáreas? ¿Están generando la riqueza que prometieron como excusa para expropiarlas? La respuesta es no. Son empresas públicas, con pastores enchufados de 8 a 3, llenas de personal, de subvenciones y completamente deficitarias.

Pero el empuje estatal no tuvo límites, todo bajo el paraguas de la protección medioambiental. Paraguas, gracias a Dios, hoy erradicado. Toda esta pantomima fue un esfuerzo baldío y muy caro para el contribuyente, ya que las especies protegidas siguen en poder de la propiedad privada, que es la que gestiona de manera eficiente y con pocos recursos lo que la administración no sabe hacer a base de enterrar billetes. Lentamente se han ido dando cuenta del error de su estrategia en el fondo y en la forma. Al derrumbarse su castillo de naipes, se ha visto que detrás de esa bandera no había sino virreyes autonómicos llenos de resentimiento.

En España se desamortizó en el siglo XIX para poder pagar la gracia de las guerras carlistas, hoy esperemos que se desamortice pronto para devolver la gracia del desmadre de las autonomías. No todas las reformas consisten en subir el IVA y el IRPF al personal.

 

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