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«Érase un vez, en la Sierra de la Culebra…»

Erase un vez, en la sierra de la culebra...

Ya es hora de que el mundo rural se revuelva contra esta plaga urbana que han decidido mandar donde no viven, de lo que no viven y en quienes si lo hacen. Aparentemente etéreos, tántricos y carmáticos, espeluzna leer sus insultos y sus vomitivos deseos. Se muestran violentos sin reparos, con una actitud que sorprende de quienes se tachan así mismos de pacíficos. Parece mentira que alguién que se muestra tan delicado con la vida de un animal, sea tan enfermizamente agresivo y grosero con sus congéneres.
Horroriza que lleguen a mezclar las ideas hasta el punto de comparar cachorros con niños, como si fuese lo mismo, en una evidente muestra de chifladura absoluta. Pero lo peor de todo es que se creen con mas derechos que el resto, piensan que sus ideas son las únicas que se pueden tener, no permitiendo la discrepancia en una evidente manifestación ultra-radical. Se saltan las leyes como si pudiesen hacerlo por ser quienes son. Y están equivocados, ellos son, como nosotros, uno mas. Ese es el camino para luchar contra esta plaga, la Ley. Que el Predicador pretenda vivir del cuento a costa de encalorarlos, vendiéndoles mentiras o interpretando actuaciones grotescas, para cobrar subvenciones y hacer socios, debe tener la replica del mundo rural ¡ya!.

Desgraciadamente esta es la lucha del mundo rural por mantener su identidad frente al urbanita que ha decidido mandar también en los pueblos. Que se enteren, han tocado en hueso, todo tiene un límite y lo han pasado. Que se vayan a un parque con césped y buganvillas, el monte y los pueblos son otra cosa.

Por Michel Coya.

 

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