En la prensa

Los cazadores denuncian falta de control en la venta de escopetas de perdigones

Fuente: lasprovincias.es

Agenciarse una escopeta de perdigones no tiene gran complicación. Basta con ir a una armería, pagar y llevarse la compra. El armero, como mucho, pedirá al cliente que firme un papel en el que se compromete a cumplir también el siguiente requisito: obtener la tarjeta de armas en el ayuntamiento. Si luego lo hace o no, eso ya depende de lo responsable que sea cada usuario.

 

Los cazadores, que tienen que pasar rigurosos controles para obtener y usar un arma de fuego, no entienden esta laxitud para un arma aparentemente inofensiva que la semana pasada se cobró la vida de una niña de diez años después de recibir un disparo fortuito en un ojo mientras jugaba con su hermano con un rifle de balines.

Un representante de la federación autonómica de caza advirtió ayer a este periódico que esa libertad para adquirir un arma de aire comprimido «es incomprensible». Sobre todo porque para los valencianos, por tradición, especialmente en los pueblos, es muy habitual el uso lúdico de este arma. «En mi pueblo, cuando era pequeño, íbamos una cuadrilla de siete u ocho chavales cargados, cada uno, con una escopeta de perdigones. Es algo muy común en Valencia y, ahora que tengo más consciencia de las cosas, me doy cuenta de la temeridad de los adultos que lo permiten».

Varios propietarios de armerías de Valencia confirmaron ayer que el control es mínimo. «Para tener una escopeta de estas es tan simple como venir a la armería y comprar una. Luego tiene que sacarse la tarjeta de armas, pero nosotros no vamos a ir detrás de él para ver si lo hace», explicó uno. Y, además, está la venta por internet, a menos de 100 euros y sin la exigencia administrativa

El ayuntamiento de cada municipio, y en concreto, al menos en teoría, el alcalde, es el encargado de legalizar la compra. El usuario, según se especifica en los artículos 3 y 105 del reglamento de armas aprobado por Real Decreto 137/93, está obligado a personarse en el consistorio para presentar el DNI -está prohibido el uso a los menores de 14 años de edad- y la factura en la que se precisa la marca, el modelo, el número de serie y las características del arma (cuarta categoría). El ayuntamiento, a través de la policía local, tendrá que comprobar si el individuo tiene antecedentes penales. La documentación y la autorización también pasarán por el departamento de Intervención de Armas de la Guardia Civil. Los agentes de este cuerpo podrán requisar la escopeta si el propietario carece de la pertinente tarjeta de armas.

La ley también prohibe el uso de las denominadas carabinas de aire comprimido siempre y cuando no sean para realizar ejercicios de puntería en espacios y locales especialmente autorizados para esta actividad. El reglamento impide usar el arma en áreas urbanas, zonas próximas a las vías de comunicación y en actos de pública concurrencia.

Pese a todo es relativamente común que algún ciudadano la use al aire libre para cazar o importunar a algún animal, o incluso como un juego. El impacto de un balín no suele causar daños graves, de ahí que el uso de estas armas nunca se asocie a algo peligroso, aunque la historia cuenta con dolorosas excepciones, como la niña que falleció la semana pasada en Elche.

«La escopeta de perdigones no es ningún juguete», advertían ayer desde la Federación de Caza de la Comunitat Valenciana. «Un proyectil, por pequeño que sea, te puede causar la muerte o una lesión grave. Por eso creemos que los compradores deberían realizar el procedimiento actual al revés: obtener la tarjeta de armas primero y luego adquirir el rifle. A veces se pone mucho celo en controlar a los cazadores y se olvida algo como esto que también puede ser peligroso».

 

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