Caza Mayor

Cambia la orden del precintado de piezas en monterías en CyL

Cesar en un lance con una res copia 2

La Orden Anual de Caza de Castilla y León para la temporada de caza 2015/2016 (Orden FYM/525/2015, de 19 de junio, publicada en el BOCYL de 29 de junio de 2015), por su Disposición Final Primera, modifica los puntos 8 y 10 del Anexo I de la Orden MAM/829/2011, de 13 de junio, reguladora del precintado de piezas de caza mayor.

En síntesis, la modificación consiste en introducir en ambos puntos, –8 y 10– del Anexo I, la siguiente dicción: «En las modalidades de cacerías colectivas (montería, gancho/batida) los precintos podrán ser colocados en las piezas en la junta de carnes o punto de reunión, y siempre antes de abandonar el acotado».

La exposición de motivos de esta Orden fundamenta la modificación en: «facilitar que el precintado de las piezas de caza en las monterias colectivas se pueda llevar a cabo en los lugares más habituales de reunión de los animales abatidos, de manera que se garantice la seguridad de los participantes en estas cacerías».

La Orden viene a reconocer el sinsentido cinegético y jurídico que suponía la obligación de precintar las piezas de caza cobradas en montería, inmediatamente de ser abatidas y antes de su traslado a la junta de carnes.

La Junta de Castilla y León ha incoado numerosos procedimientos sancionadores, y ha sancionado, a cazadores y organizadores de monterías y batidas por los hechos relacionados, llegando, incluso, en algunos casos a privar a los cazadores del derecho a obtener la licencia de caza por el plazo de un año. Algo inaudito y sorprendente, considerando que la Orden en su redacción anterior primaba el precintado de animales sobre la seguridad de las personas en las cacerías.

Aún tarde y dado el talante poco dialogante de las administraciones públicas con los cazadores, procede felicitar la modificación operada y a su promotora, la Junta, agradeciéndole que, llevada por el sentido común, haya procedido a modificar una norma absurda y, sobre todo, peligrosa para la integridad de los cazadores.

A lo largo de la jornada se iban formando pelotas cada vez más numerosas de venados.

En buena medida, la modificación fue auspiciada desde estas páginas, con la publicación en el número 359 de nuestra revista, del mes de septiembre de 2014, del artículo El tiempo y la caza, firmado por nuestro colaborador Raúl Guzmán, quien, en tono irónico pero certero, denunció los hechos que, como letrado y defensor de varios cazadores que habían sufrido las consecuencias, conocía a la perfección, habiendo impugnado las sanciones impuestas ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, quien habrá de pronunciarse sobre la legalidad de las sanciones impuestas y de cuyo resultado final informaremos.

Felicitamos a nuestro colaborador Raúl Guzmán, letrado de reconocido prestigio nacional en materia cinegética y medioambiental por su importante logro, así como a todos los propietarios y gestores de cotos que le han ayudado a modificar la ley. ¡Ojalá sea el principio de una larga serie de modificaciones legislativas, tan necesarias!

En tiempo venideros la coalición de la prensa, asociaciones y cazadores involucrados en la defensa de nuestra afición, junto con letrados de primera línea que orienten jurídicamente los pasos a seguir, parece imprescindible ante la segura avalancha de medidas anticaza que se anuncian.

Hablamos, proponemos y debatimos, pero no actuamos, al menos en la forma adecuada y con la contundencia necesaria, y aquí radican parte de nuestros males. Existe un status quo cinegético-asociacionista que se ha revelado ineficaz a lo largo de muchos años frente a los ataques, más sólidos y mejor fundados que los de asociaciones ecologistas, de las que hay que alabar, como simple hecho objetivo e indubitado, su mayor penetración social, su mejor organización y su más potente altavoz público.

La Red Natura 2000 y la aplicación de la nueva Ley de Parques Nacionales, además de otros proyectos de ley en ciernes, requieren de una respuesta apropiada por cazadores y propietarios de fincas y cotos y, para ello, no es suficiente el altavoz de la prensa especializada, cuyo eco se agota en el propio colectivo cinegético. Debemos ir más allá.

Tal vez por tratarse la caza de una afición, hobby o ‘actividad felicitaria’, como la bautizó Ortega y Gasset, el cazador se ocupa en menor medida de ella, al obtener su cuota de sufrimiento y esfuerzo de su profesión habitual, que, a la postre, es la que genera ingresos para cazar, constituyendo un claro medio para perseguir un fin, fin desatendido y abandonado, al menos en resultados prácticos.

Seamos claros: el asociacionismo por el asociacionismo ha fracasado, no redundando en los beneficios esperados para el mundo cinegético.

Si el cazador no puede o no quiere, dedicar tiempo a la defensa de sus intereses, está en su derecho y hasta cierto punto resulta comprensible por lo antes expuesto, pero debemos promocionar un asociacionismo distinto al actual, más incisivo, más técnico, y ello puede conseguirse a través de la financiación aportada por los cazadores y la contratación de técnicos y juristas de reconocido prestigio como adalides y punta de lanza de los intereses del colectivo cinegético.

359 - La monteria española (1)

Sirva un ejemplo: la orden de vedas de Castilla-La Mancha viene siendo impugnada sistemáticamente por los ecologistas con manifiestos éxitos judiciales. La Administración defiende sus propias normas y en las causas judiciales se personan las asociaciones al uso, con tan escaso éxito que, en la práctica totalidad de demandas, las pretensiones de los ecologistas triunfan en las sentencias. ¿Podemos mejorar el nivel técnico?, ¿la capacidad de aportar pruebas rigurosas y objetivas que enerven las pretensiones de nuestros antagonistas?; ¿aportar argumentos contundentes capaces de convencer a los jueces?

Sin duda, la respuesta es sí. Contamos con excelentes letrados e ingenieros, con dilatada experiencia en la materia, que, puestos a defendernos, sin duda lo harían con altas probabilidades de éxito frente a las demandas ecologistas, tan banales y absurdas muchas de ellas.

En definitiva, proponemos abrir cauces de autofinanciación para la defensa de nuestros intereses, modificar el régimen asociativo actual, modernizándolo y adaptándolo a los nuevos tiempos y a las redes sociales, contratando los servicios de profesionales de reconocido prestigio que velen y actúen en nuestra defensa. De lo contrario, poco a poco, nos vamos quedando en ‘fuera de caza’. CyS

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