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El gamo, foco de discordia en el Sueve

gamos

El gamo es un bello animal del que destaca su espectacular cornamenta. Esta especie fue introducida en la Sierra del Sueve en 1961 y se adaptó totalmente a este paraje. Tanto que los cerca de 100 ejemplares traídos a Asturias desde el parque de Riofrío alcanzaron los 1.264 ejemplares en el censo oficial de 2003, llevado a cabo por la Consejería de Desarrollo Rural. Aquella elevada población trajo aparejada una serie de problemas en este entorno natural, hasta el punto de que se autorizasen abatir en cacerías hasta 275 ejemplares al año para regular su número.

Hoy en día su población, según los datos oficiales del Principado, está estabilizada en 529 ejemplares, una cifra «admisible» -según la Administración- para una especie cinegética que atrae a gran número de cazadores hasta esta sierra para hacerse con lo que se considera un preciado trofeo. Algunos de ellos llegados desde países como Canadá, Estados Unidos, México o Irán. La pasada temporada abatieron 94 de estos ejemplares.

Pero el gamo también supone un atractivo no sólo para el turismo cinegético, también para el de naturaleza. Y es que es precisamente en esta época del año, durante su periodo de ronca en la que los machos tratan de seducir con este sonido a las hembras, cuando son más fáciles de ver ya que, además del ruido que emiten, están muy cansados y no se ocultan tanto.

Pero el hecho de que haya descendido su población durante los últimos años no significa que el gamo no siga generando diferentes opiniones entre aquellas personas que frecuentan la sierra del Sueve. Tanto en contra como a favor. Entre los segundos están los aficionados a la actividad cinegética. Entre los primeros colectivos ganaderos y ecologistas.

Según explica Julio Fernández Peón, gerente del Centro de Interpretación del Sueve situado en Gobiendes, el gamo no tiene depredadores naturales y su gran adaptación a este entorno ha afectado a otras especies, tanto vegetales como animales. «Es un animal muy vistoso, pero su número actual no deja crecer los pastos del ganado. Además aquí tenemos el mayor bosque de tejos de la Península Ibérica y les gusta comerse los brotes jóvenes que aún no tienen suficiente toxicidad. De esta manera ralentizan el crecimiento de estos y otros árboles y, por consiguiente, el del bosque. También han provocado el desplazamiento de otras especies como los corzos o los ciervos, que son autóctonas, y a las que cada vez cuesta más ver en la zona», explica Fernández Peón.

8.000 tejos

Ignacio Abella, naturalista, escritor y experto en tejos, acusa a la población de gamos de ser «la principal causa de que no se regenere la tejeda del Sueve». «Se comen todos los brotes y no crecen árboles nuevos. Sólo quedan los viejos», añade. Este experto afirma que «hay tantos gamos que están causando la erosión del suelo del bosque, que no sólo es malo para los tejos, también para los ganaderos, y existe una preocupación creciente porque en el Sueve habrá cerca de 8.000 tejos, la mayoría centenarios».

Desde la Junta de Pastos del Sueve, Alfonso Artidiello asegura que estos animales «no dejan que se recuperen los pastos y los pueblos limítrofes al Sueve estamos alimentándolos. Se les ve por Cayón, en Piloña, cuando les falta comida». «Hace años había más pero parece que se están recuperando porque se vuelven a ver manadas», indica. Otro aspecto que preocupa a los ganaderos es que estos animales sean transmisores de la tuberculosis bovina, ya que diferentes expertos les han asegurado que el foco de esta enfermedad que existe en la zona, en especial en el concejo de Parres, puede tener su conducto transmisor en la fauna salvaje del lugar.

Lo que es evidente es que el gamo es un animal muy atractivo para el visitante por su gran envergadura y cornamenta, apreciado por los cazadores que se desplazan desde diferentes puntos de Asturias, España y el mundo para hacerse con este trofeo, y preocupante para ecologistas y ganaderos por cómo afecta tanto a la fauna y como flora de la Sierra del Sueve.

Publicado en www.elcomercio.es

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