Con los prismáticos en la mano Opiniones

‘Presentación de la nueva sección’, por J. García Escorial

jose garcia escorial

A la hora de seleccionar un nombre para una nueva sección se te vienen a la cabeza una cantidad razonable de opciones. Las consideras, las deshechas, llegas a una que te gusta… y al día siguiente, o al minuto siguiente, no te parece tan oportuno.

El primer pensamiento que tenía era el de, dándole vueltas al término «mosquitero», que si Debajo de mi mosquitero, que si Encima de mi mosquitero, que si Al lado de mi mosquitero, que si Al alcance de mi mosquitero. Pero tanto mosquitero me parecía muy africano, o tropical en cualquier caso, y me puse a pensar en más opciones.

¿ Qué es lo que siempre, siempre, siempre llevo de caza, no importa continente o especialidad de caza? Pues, aparte de mí mismo, siempre, siempre, siempre… ¡los prismáticos!

Pues a darle vueltas al tema prismáticos, no binoculares, que aunque sea correcto me recuerda al termino anglosajón, y gemelos, podía ser, pero a ver si al final se entiende que estoy de caza con mis ‘sobrinillos’ joyeros y la liamos. Prismáticos sale elegido por goleada.

Con los prismáticos al cuello es la pura realidad, y además muchas veces con el cuello medio tronchado, pero pudiera parecer como un tormento físico (sucede a veces), pero me suena a inmensa fatiga. ¡Desechado!

Con los prismáticos colgando. Está bien, es también la pura realidad, desde que se inicia la jornada de caza, hasta después incluso de las fotos. Pero lo de colgar suena a última decisión de la justicia popular en las películas del oeste, «a ése que le cuelguen», o, lo que es peor, un lector insatisfecho lo puede fácilmente trastocar y decir que lo que llevo colgando es el ‘bolo’ (pura realidad, también).

Pues acabo eligiendo Con los prismáticos en la mano, aunque en esta ocasión ni es la pura realidad ni se lo parece. Nunca llevo los prismáticos en la mano y, además, los que los llevan los van perdiendo por todos los lados, o bien se los dejan en el refugio o en el coche, y en el momento cumbre del lance, se vuelven hacia ti, y te imploran: «¡Déjame tus prismáticos!».

«Se los podría pasar aunque me los tengo que desabrochar por detrás, y quitarme un par de prendas de ropa. Pero, además, pienso que llevo todo el día con los prismáticos al cuello y colgando, y se me han desplazado las cervicales»

Se los podría pasar, aunque me los tengo que desabrochar por detrás, y quitarme un par de prendas de ropa. Pero, además, pienso que llevo todo el día con los prismáticos al cuello y colgando, se me han desplazado las cervicales, tengo una curva del circuito del Jarama en la columna, por el peso sobre la misma zona de las vértebras durante medio siglo, y este imberbe, o cuasi, va por el campo como un beach boy en su ambiente natural, la playa, por supuesto.

Por tanto, a su demanda le contesto con un seco y ensayado mil veces «¡no!» La respuesta le deja mudo y casi sin respirar, yo sigo a lo mío. Al final de la jornada siempre me recriminan lo expeditivo que he estado. Les doy la razón, pero acabo diciendo: «¡Si cuando sales por la mañana te pones los prismáticos al cuello, y los llevas colgando, no tendrás que pedírselos a nadie!».

Espero que esta columna, Con los prismáticos en la mano, pueda llegar, como tantas otras secciones que he escrito, a lo largo del tiempo, a superar los veinte años publicándose.

Significará que esta revista, Caza y Safaris, llega a los cincuenta años y que a mí me quedan todavía muchas cosas que contar sobre la actividad venatoria, los cazadores, la fauna y su entorno en los cinco continentes, y cuando lo considere oportuno pondré un punto de acidez, otro de ironía, salpicado con unas mezclas de humor, pero siempre con el optimismo que debe presidir nuestra afición-pasión: la caza.

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