Relatos

‘Recuerdos’, por M. J. Polvorilla


¿Recuerdas, amigo, el sonido del amanecer con el aroma del Rocío sobre el poleo, de los pájaros con los primeros rayos de sol y el cantar de tu paso ligero junto al mosquero?

¿Recuerdas las noches de luna llena, amparados por el sonido del cuco, de las sombras y el silencio de los que quieren pasar desapercibidos en la penumbra?

¿Recuerdas aquella ladra en la Umbría de Carbonero, aquel latido en el brezal, aquel arrollón de monte… Y el célebre venado medalla de oro que a galope tendido metimos en el sopié…?

¿Recuerdas aquellos vítores y aplausos de una legión de hombres admirando tu valor?

¡Cómo te echo de menos, amigo! Tu gesto altanero y vanidoso, ese pelo brillante y potente, musculado, de suelos fuertes y seguros… Ahora en verano te echaría grasa en los cascos a diario para tenerlos hidratados, que con el calor se agrietan.

Cómo echo de menos llevar tu potencia bajo mis ancas apartando retintas. Cómo añoro tu gallardía y locura en una juerga campera, tu seguridad infinita corriendo por un Pedregal, tu soltura y experiencia cuando sentías el tacto de la lanza…

Echo en falta esas tardes inmensa de verano duchándote, repasando tus bigotes y flequillos, tus pestañas. Zoogama para la mosca, aceite de árnica para las heridas…

Creo que fue justo despedirte así, fogoso y eterno. Lleno de luz y color. En plena potencia. Lejos de un ocaso opaco de magulladuras y achaques por el paso de los años y la llegada del final.

No me arrepiento de nada, Asesino, nuestro último paseo, sin yo saberlo, lo disfruté a cada tranco, como siempre. Nuestro último galope lo tengo grabado a fuego como tú tu reseña en la nalga izquierda.

Fuiste el mejor error que cometí y yo tu peor alumno… Pero no nos neguemos que juntos éramos el mejor equipo de dos que jamás ha existido… Puedo decir sin tapujos que sobre tu lomo siempre me sentí imparable.

No hallaré otro como tú, jamás. Pero tampoco quiero encontrarlo. Será viejo amigo que yo también me estoy haciendo un poquito mayor…

¡Qué la Virgen de Guadalupe pasee por las Sierras de la Gloria sobre tu lomo! ¡Sin duda no habrá otro caballo más seguro y valiente en todo ese paraíso!

Por M. J. “Polvorilla”

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