Esperas

Esperas y archiperres: qué debemos llevarnos al puesto para tener éxito

La ilusión y la paciencia son claves, junto con el resto de elementos que aquí describimos, para tener éxito en nuestra cita con el macareno
Por Ignacio R. García Gómez

Siempre que uno tiene la posibilidad de hacer una espera, se llena la mente de ilusionantes imágenes de un «guarro  señor» que sea la envidia de todo nuestro mayor o menor repertorio de amigos. En la mayor parte de las ocasiones la impaciencia de llegar al puesto cubre las lentas horas de un reloj que parece inválido en su caminar.

Sin duda una de las mejores formas de llenar este espacio es preparar nuestro macuto con todos los elementos que a priori resultan más que indispensables en el desarrollo de un aguardo. Todos tenemos los nuestros y posiblemente en algunos casos sean los mismos, pero aquí van los míos, por si alguno puede ser de ayuda.

La revisión de la documentación debería ocupar nuestros primeros trabajos. Permiso de armas, guía de la misma, seguro en vigor, licencia de la zona y permiso de espera deben estar al día y en perfecto orden de revista. Guardado en sitio seguro, ya tenemos una preocupación menos.

El arma limpia y preparada, y con el visor centrado y adaptado son los siguientes puntos de nuestra preparación. Revisar las correas, atenuar su roce o posible ruido con cinta aislante o cualquier otro método aseguran la ausencia de ruidos en los movimientos de encare. Más de un guarro se ha visto espantado por el roce de nuestro arma con algún elemento del puesto, o por el molesto tintineo de las correas con el cañón u otra zona metálica de nuestra herramienta.

Después el foco, aunque este elemento irá a nuestro macuto en función de su legalidad en nuestra zona de espera. Hay que revisar sus anclajes y, en especial, las baterías cargadas o las pilas de repuesto, pues son un seguro que evitará molestas situaciones en el momento de su uso. No esta demás disponer de una linterna de bolsillo para la búsqueda de material y para los desplazamientos en la retirada del puesto. Si ver nuestro camino es seguro, más seguro es aún que nos vean para evitar posibles accidentes.

En cuanto a la munición, siempre debemos llevar de sobra, es decir al menos dos balas. No sé qué fuerza interior me obliga cada vez que hago un aguardo a disponer al menos de 20 proyectiles. Nunca lo entenderé, pero no me siento seguro si no sé que en el morral dispongo de semejante arsenal. Supersticiones tengas, y las gagas o cosas ya de un viejo esperista.

Aparte, siempre llevo un bote con polvos de talco, ya que me asegura verificar la dirección oportuna de nuestro amigo el aire. Muchos usan el humo de un cigarro o la leve pluma de un ave en su arma. A mí me gusta el polvo porque me indica no solo la dirección sino también los posibles revocos en mi entorno.

También llevo prismáticos, para ver mi entorno con precisión y apreciar los detalles antes de que la oscuridad lo llene todo. Así memorizo los contornos y alejo los sustos de nuevos visitantes en existentes arbustos.

Agua y unos simples caramelos sin envolturas ruidosos ocupan su espacio en mi morral, junto a una botella de plástico vacía a modo de depósito de residuos inoportunos. Por extraño que parezca esto último es de gran importancia, no tanto por el ruido como por la presencia de fluidos extraños en el entorno de nuestro puesto.

Bolsas de plástico, cuerdas y un cuchillo de monte para el despiece del añorado trofeo son algunos detalles últimos que ha de tener nuestro macuto de esperista, junto con un pequeño botiquín con aspirinas, antiácidos y especialmente repelente de mosquitos, que sin duda es un alivio ante molestos trastornos incluyendo los molestos voladores. Tampoco olvido algún tratamiento frente a sus molestas picaduras, especialmente si estamos en época estival.

Y para finalizar recordaré los dos últimos recursos, sin duda los más importantes para todo aguardo y sin los que no podemos salir si no los tenemos en cantidades ingentes: ilusión y paciencia. Feliz espera.

El arma limpia y preparada, y con el visor centrado y adaptado son dos puntos clave de nuestra preparación.
En cuanto al foco, hay que revisar sus anclajes y, en especial, las baterías cargadas o las pilas de repuesto, pues son un seguro que evitará molestas situaciones en el momento de su uso.
Tampoco está de más echarse una prenda de abrigo ligera, pues en ocasiones las noches pueden ser más frescas de lo que pensamos en un principio.

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