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Artemisan solicita la descatalogación del arruí como especie invasora

 

Fundación Artemisan, institución que promueve la investigación y la comunicación de la caza y trabaja para afrontar los retos del sector cinegético en España, denuncia el proceso de exterminio del arruí (muflón del Atlas norteafricano) en España. Este ungulado pastador habita en la Sierra Espuña (Murcia) desde hace más de cincuenta años, lo que ha impulsado importantes beneficios económicos, científicos y medioambientales en la zona.

Este proceso de exterminio del arruí se inicia hace un año cuando la especie es catalogada como especie exótica invasora tras estimar, parcialmente, el Tribunal Supremo el recurso presentado por las organizaciones ecologistas SEO/BirdLife, Ecologistas en Acción y AEMS Ríos con Vida, al considerar que esta especie ocasiona daños “a la fauna autóctona, el medio ambiente y los hábitats y ecosistemas”, por lo que obliga a la Administración a erradicar la especie. Hasta esta decisión judicial, la comunidad autónoma de Murcia contaba con un plan de ordenación de los recursos naturales de Sierra Espuña que establecía mantener 300 ejemplares de los 700 que habitaban la zona.

La población de muflones del Atlas norteafricano en España es la única en Europa, mientras que en África está prácticamente extinguido

Fundación Artemisan aboga por descatalogar de forma inmediata al arruí como especie exótica invasora y retomar el plan de ordenación de los recursos naturales de Sierra Espuña del Gobierno murciano, ya que todos los estudios científicos y medioambientales sobre la especie subrayan el importante beneficio que produce para el ecosistema y la economía del territorio.

Criterios científicos

Para el catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid y autor del libro Arruí, oportunidades y amenazas, Alfonso San Miguel, “el arruí es una especie muy beneficiosa para el hábitat de Sierra Espuña. Si desapareciera, el futuro de la sierra sería el de un abandono peligroso porque facilitaría los incendios que provocarían daños irreparables en algunas especies arbustivas”.

Por su parte, Jorge Cassinello, investigador del CSIC, asegura que el arruí «cuando come no arranca la hierba como otros herbívoros, sino que se limita a cortar, por lo que consigue que retoñezca el color verde y por tanto no haya un alto peligro de incendios. Además, controla la invasión natural de matorrales, por lo que ayuda a controlar el paisaje convirtiéndose en un cortafuegos natural”.

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Según Cassinello, “el hábitat del arruí es poco boscoso y seco, mientras que la cabra habita lugares con regímenes de lluvias más elevados y mayor boscosidad. La cabra convive con el arruí y éste no la desplaza, pero sí a la inversa. Un punto muy importante es que la dieta del arruí se basa en herbáceos mientras que la cabra lo hace de matorrales, por lo que no existe disputa directa por el alimento”.

Según ambos investigadores, el arruí no reúne ni uno solo de los requisitos para ser declarado especie invasora. No contamina, no se hibrida, no trasmite enfermedades, no perjudica a las economías locales y no desplaza a la cabra montés.

San Miguel concluye que “en África los arruís se encuentran en claro declive, con una clara tendencia a la desaparición, por lo que las poblaciones en España pueden ser un reservorio para conseguir huir de su extinción”.

En cuanto a la labor de extinción que está llevando a cabo la Administración, Fundación Artemisan pone de relieve que los cuerpos de cientos de cadáveres de arruís en descomposición están siendo abandonados en el campo en contra de la legislación vigente, con el grave riesgo que conlleva para el propio medio ambiente y para los que habitan en él. Y todo ello causado por una denuncia de los grupos ecologistas sin ningún fundamento científico y una decisión política totalmente equivocada.

La labor de exterminio llevada a cabo por la Administración ha dejado cientos de cadáveres abandonados en Sierra Espuña (Murcia) en contra de la propia legislación

Daño económico

Sierra Espuña se ha convertido en una zona de referencia para el turismo cinegético que atraía a cazadores de diferentes puntos de Europa y que generaba importantes ingresos en la región, gracias a los permisos de caza, trofeos, alojamiento, manutención y varios. De hecho, dentro del parque, en los términos de Totana, Mula y Alhama, existen seis hoteles destinados en invierno exclusivamente al alojamiento de cazadores, hoteles que se han visto claramente afectados hasta el punto que el Hotel Monasterio de Santa Eulalia en Totana ya ha cerrado.

Desde la institución se impulsan estudios e informes que ayudan a tener un mejor conocimiento del rol que desempeña la caza en el equilibrio del ecosistema y su impacto en la economía, así como de las distintas especies, su hábitat o enfermedades, entre otros.

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