Federaciones

Seguridad y burocracia en el uso de las armas

La Federación de Caza de Castilla y León ha remitido la siguiente nota de prensa referida a evitar los accidentes con un manejo seguro del arma.

 

«En la Federación estamos preparados para enseñar todo lo que el cazador necesita saber sobre el uso de armas de caza.

Este sí que es un tema difícil de explicar y más difícil de entender por quienes lo padecen. Los errores con armas de caza nunca tienen vuelta atrás, y para solucionar en lo posible este grave problema que sufrimos en nuestras filas hay que tomar medidas y pronto.

En la Federación, conscientes de esta situación, promovimos la construcción, con gran esfuerzo, en nuestro Campo de Prácticas Cinegéticas Faustino Alonso, de Valladolid, de una galería de tiro de hasta cien metros para, entre otros fines, enseñar a los cazadores el manejo y prácticas seguras con armas de fuego. 

Es necesario analizar las causas reales de los accidentes para que estos no se repitan, y en muchos casos, se producen por desconocimiento del arma. Antes, el abuelo o el padre enseñaban al neófito en la materia, que durante muchas jornadas les acompañaba de morralero, empapándose de las nociones del cazador veterano. Ahora los tiempos han cambiado y la represión Legislativa en todos los campos cinegéticos da más valor a la teoría que a la práctica responsable. El examen obligatorio que exige la Ley para la obtención del permiso de armas concede poco valor al uso y manejo del arma; sólo exige que el aspirante sepa disparar y cargar convenientemente la misma. ¡Qué contrasentido!, pero hasta ese momento se le impide del todo el manejo de armas.

En las normas de uso y disfrute de nuestra galería de tiro, que tenemos obligatoriamente que cumplir, y que nos exige la Guardia Civil interpretando la ley, sólo la podemos utilizar para centrar las armas de caza sobre blanco fijo, nada más. Nos impiden utilizar la misma para la enseñanza de aquellos que quieren  y necesitan saber disparar para acudir a recechos, batidas y monterías con garantías de éxito y de seguridad, para no cometer errores por falta de destreza en el manejo del arma. Adecuarla a esta posibilidad es económicamente inviable en las actuales circunstancias.

Se producen errores con demasiada frecuencia en la identificación de las presas, en la comprobación del arma, en el uso inadecuado, y todo esto se enseña, como tantas otras cosas en la vida, mediante un programa de responsabilidad en el manejo del arma  que a buen seguro reduciría los accidentes que tanta alarma social crean.

La vida humana es el valor más importante a tratar en estos casos, pero me temo que la falta de campos y galerías de tiro y las restricciones de la ley y la aplicación de la misma, cuando menos discutible, que busca ofrecer una imagen de estricto control ante la opinión pública, se queda en nada en rachas como las sufridas este año donde los accidentes nos han salpicado de continuo. 

Claves, maestros y medios tenemos para enseñar a nuestros cazadores el manejo adecuado, y en completa seguridad, de nuestras armas deportivas de caza; practicar la caza con responsabilidad es nuestra obligación y creemos que la de la leyes y reglamentos que nos hacen cumplir.

Tenemos en esta autonomía medios e inversiones económicas importantes ya realizadas para dar forma a esta realidad imprescindible, y así lo entendió la Junta de Castilla y León, que lo financió. Por desgracia, esto no es así en demasiadas provincias españolas; las galerías de tiro o campos de prácticas son inexistentes, y con requerimientos legales imposibles para efectuar las millonarias inversiones que en materia de seguridad se exigen. Necesitamos estos lugares específicos para conocimiento, seguridad y entrenamiento. Tenemos diseñados cursos de seguridad en el manejo para enseñanza de esta disciplina que no se aprende sacando el arma en unas cuantas monterías al año, en las cuales, en muchas ocasiones, ni se tiene oportunidad de disparo y que además se producen siempre con dificultades extremas: la veloz carrera de las reses, el paso de las mismas de improviso y, generalmente, con condiciones climatológicas adversas.

El experto nos enseña y expone con ejemplos prácticos con las armas, el decálogo imprescindible que todos deberíamos seguir; no basta con plasmar sobre el papel y conocer las medidas para hacernos seguros. Insistir en el manejo responsable y dirigido es la mejor opción en este país en que las restrictivas medidas para la práctica con armas de caza nos obligan a ser autodidactas en el manejo.

Qué ganamos nosotros en escribir y comentar que se deben adoptar ésta y otra medida de control y de seguridad si el contacto con el arma del cazador es, desde el armero a la funda y de esta al puesto en unas pocas horas, y luego vuelta a la funda y después al armero, sin posibilidad, en demasiados lugares de, al menos, conocer el comportamiento del disparo, el retroceso del arma, la balística de seguridad, etc., etc. En demasiadas ocasiones, desde su compra no hemos podido ni disparar media docena de veces y cuántos acuden por primera vez a una montería con su primer arma.

Pues sí, los errores humanos causan accidentes, pero en demasiadas ocasiones la culpa la tienen quienes no nos permiten aprender un uso y manejo responsable; demasiadas veces, como ahora, que tenemos previsto un curso de capitán de montería en nuestra flamante Escuela de Caza y no podemos utilizar nuestra galería de tiro como sería necesario por las restricciones impuestas en la interpretación legal de la norma. Debemos intentar poner remedio, y en ello estamos.

Y recuerden lo que dice el refranero: ‘Al terminar la jornada, arma limpia y descargada».

 

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