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Las vueltas del nuevo plan del lobo

La Federación de Caza de Castilla y León ha remitido la siguiente nota de prensa para dar a conocer su punto de vista sobre el nuevo plan de gestión y conservación del lobo impulsado por el consejero de Medio Ambiente de Castilla y León, Antonio Silván, que reproducimos íntegramente a continuación:

El consejero de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, Antonio Silván, ha puesto todo su empeño en el desarrollo de un nuevo “Plan del Lobo”. El anterior ha recibido críticas de todos los estamentos y sufrido la anulación de varios de sus artículos por parte del Tribunal Supremo. Otra vez rosario de reuniones gubernativas a la carrera y con tantos implicados en el plan como conservacionistas, ecologistas y tantas organizaciones y entidades que, cuando llegue el turno a los ganaderos y cazadores, pasará lo de siempre, “demasiados opinan, pocos se implican”. 

 

El Decreto 28/2008, de 3 de abril, por el que se aprobó el Plan de Conservación y Gestión del Lobo en Castilla y León (BOCyL de 09-04-2008), se había publicitado hasta la saciedad “El Plan del Lobo I”. No ha llegado a cumplir ninguno de los objetivos previstos, a saber, la compatibilización de la presencia del lobo con la ganadería extensiva, el aprovechamiento cinegético y turístico de la especie.

Se preguntarán: ¿tan malo era? Sobre el papel, no. Impecablemente redactado desde el punto de vista técnico y refrendado por todas las partes implicadas se fue a hacer puñetas desde su nacimiento. Nuestra Administración autonómica puso tanto celo en la concesión de los precintos para los abates en las distintas batidas y monterías que podían tener derecho a ellos (no fuese que en todas ellas se consiguieran ejemplares pasándose el cupo), que lo que se ha venido consiguiendo es que los cupos designados (zonales) nunca se cumplieran, ya que era más el celo que tenían en la concesión de precintos que el de dar cumplimiento a lo dispuesto en el plan de gestión.

Ahora, cuando aparece el nuevo plan de gestión y conservación, es el momento de reflexionar sobre las cuestiones básicas de manejo de la especie para no volver a incidir en los mismos errores y que este nuevo plan, a pesar de sus mejoras técnicas, no vuelva a convertirse en papel mojado al no conseguirse una única consideración legal del lobo en Castilla y León.

En primer lugar, hay que pedir a nuestros representantes que hagan valer la participación del colectivo cazador en la conservación del lobo. El Decreto 28/2008 habla de que el incremento de la especie a partir de la década de los setenta se debió al aumento de la tolerancia y a ciertos factores socioeconómicos, vamos, que por los programas de Félix Rodríguez de la Fuente se dejó de envenenar o colocar lazos en las sierras de La Cabrera y de La Culebra, cuando la verdad es que no tenían ni luz eléctrica para ver El hombre y la tierra. Hay que reivindicar en este tipo de preámbulos lo que está generalmente admitido: el repunte del lobo se debió a su inclusión como especie cinegética en la Ley de Caza de 1970.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta el comportamiento en lo relativo a su alimentación. Como cualquier especie salvaje, se alimentará donde se optimicen el menor gasto de energía en su obtención con la minimización del riesgo. Si hay animales domésticos sin riesgo no se perseguirá a los salvajes y si hay carroñas se alimentarán de éstas, aunque el empeño es encerrarlas en muladares acotados a la visita del lobo.

Y, en tercer lugar, en cuanto a los procedimientos de control, el lobo está totalmente indefenso contra el veneno, son bastante efectivos los controles mediante aguardos y, en proporción, sus controles mediante batidas y monterías no dejan de ser algo “folclórico» por su baja incidencia.

Como la carroña de ganado doméstico ha desaparecido de nuestros campos, por esa adaptación de normas comunitarias que acatamos sin considerar nuestras peculiaridades (recordemos que la defensa del toro de lidia la hizo Francia ante nuestra dejadez), si no existen medidas preventivas, la depredación se efectuará sobre el ganado, y si nuestros ganaderos, además de la compensación de los daños sufridos, no tienen la sensación de que se está controlando la población, tendrán la tentación de utilizar los métodos que han demostrado su eficacia,(aunque la UE sí que recomienda la caza como medida de control incluso al sur del Duero por daños).

Y a esa sensación de control contribuye de manera importante la inclusión como especie cazable en las batidas y monterías que se celebran, por lo que, la no concesión de la autorización a tiempo, consigue el efecto contrario y es que los ganaderos consideren que hay dejación de la Administración en atajar este, para ellos, problema.

Desde nuestra óptica de cazadores, la frustración que produce el acudir a una montería en la que se ha prometido la inclusión del lobo, porque hay que hacerlo con tiempo, y encontrarnos el día de caza con que, sin haberse cubierto los cupos de la zona, no ha llegado la autorización y, por tanto, no se puede cazar, va a conseguir que la asistencia de cazadores de toda España que asisten bajo el reclamo del lobo cese y dejen de asistir por lo que consideran una estafa, con la pérdida de los recursos económicos que ello supone.

Queremos suponer que esta situación no se produce por la dejadez de nuestros funcionarios; como siempre, este comportamiento está motivado por el temor a la opinión de los anti-caza, no vaya a ser que, por alguna desgraciada coincidencia, se supere algún cupo o algún medio de comunicación generalista-alarmista haga mención a la caza de algún ejemplar y, como consecuencia de ello, esa semana, descienda la valoración pública de algún político.

Da la impresión de que el objetivo, con esto, del plan no es alcanzar los cupos de capturas ni conocer el verdadero censo de la especie, que se seguirá considerando óptimo en cada plan anual para conseguir el incremento de la especie con los mínimos daños, sino que hay que conseguir que dentro de dicho cupo se abatan los mínimos posibles para tranquilizar conciencias ganaderas y no ofender demasiado a los urbanitas.

La demonización de la caza deportiva en nuestra sociedad está provocando que el control de lobo, porque hay que hacerlo, aunque se esconda este hecho a la saciedad, sea realizado por la guardería, porque así técnicamente no es caza, sólo “control poblacional“, contra el que casi nadie protesta, privándonos del derecho al ejercicio de nuestra afición. Es el mismo proceso que está ocurriendo en los Parques Nacionales, se prohíbe la caza deportiva y se renuncia a la gestión e ingresos que produce y, al mismo tiempo, se contratan empresas para matar sin ningún criterio de selección cuando los animales, por ejemplo, ya han hecho un daño irreparable a la cubierta vegetal. Veremos los resultados a corto plazo en “Cumbres del Guadarrama” después de tanta demagogia de los grupos políticos.

Si queremos que los dos primeros objetivos del plan de gestión del lobo se cumplan –lo del aprovechamiento turístico de la especie merece comentario aparte– hay que conseguir que, una vez fijados los objetivos de minimización de daños y aprovechamiento sostenible, se flexibilice la gestión para que no se deje la concesión de una autorización a la conciencia de un funcionario ni se desaproveche la posibilidad de abatir algún ejemplar problemático, aunque después de un ataque, durante días, frecuenten la zona técnicos de todo tipo, todo ello sin miedo a la opinión pública y haciendo ver a todos que la caza es lo que ha permitido la supervivencia de la especie y que nuestra Comunidad, en la que se cazan lobos, mantiene el mayor número de ejemplares de esta especie.

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