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Los jinetes de la luz (II): .257 Weatherby Magnum frente a 6,5×68

De izquierda a derecha, los integrantes de la cacería: el guarda, Manolo Gutiérrez, Pedro Hafner y Pepe Juan de la Moneda de pie junto al autor, rodean la segunda cabra, la abatida con el 6,5×68.
Texto y fotos: Miguel Coya
Los arrullos, mis ovejitas de tantas noches de infancia, se han convertido en materia. Para el amante, compartir lecho con dos hembras semejantes supera al sueño, son para mi mensajeros alados de la estridencia, iconos casi bíblicos para el cazador técnico. Una vez más vuelvo a caer en lo mismo, la lejanía, donde deben demostrar su diferencia. Y me siento como si estuviese en ese instante final en el que el matador enamora a la muerte. La muleta baja, el brazo levantado sujetando la espada prisionera de una mano que no puede temblar. Y allá va, todo el cuerpo entregado entre los aceros de la bestia. No puede haber duda, no puede haber fallo, sólo es matador quien engulle el miedo, sólo es matador quien mata bien.

Los cartuchos
El .257 Weatherby Magnum aparece en el mercado como un wildcat en el año 1945. Su vaina, diseñada a partir del Super .30 de Holland & Holland, es compartida, siguiendo la misma longitud y esquema, con el .270 Weatherby Magnum y el 7 mm Weatherby Magnum. Montando como monta el cuarto de pulgada (6,35 mm), emblemático diámetro para los yanquis, podría pensarse que fue este el motivo para que el padre de la saga, Roy Weatherby, lo eligiese como favorito. Realmente algo hay de ello, pero debemos fijarnos más en la capacidad que demuestra para cumplir a rajatabla los requerimientos que este hacia de sus cartucho. Evidentemente la combinación no ofrece dudas: vaina cinchada de gran volumen interno con hombro abrupto –encadenamientos curvos– que mejora el quemado con un cuello largo que permite engarzar bien proyectiles largos sin mermar capacidad interna. Junto a ello todas las virtudes intrínsecas a esta cota a modo de altos coeficientes balísticos, altas densidades seccionales, alta precisión, junto a unos, digamos, muy contenidos pesos. Ello posibilitará que el .257 Weatherby Magnum sea capaz de impulsar a sus proyectiles en boca a unas velocidades realmente sorprendentes y límites, con trayectorias planas como pocas. Lógicamente el ‘pero’ viene en lo corta de la vida de los cañones que lo disparan, que aun no soliendo significar un problema en las armas dedicadas sólo a cazar, no sería desdeñable que se evitasen series excesivamente largas en entrenamiento, con buenos tiempos de enfriamiento entre ellas.

Actualmente la casa madre ofrece nueve cargas distintas para él, partiendo de los novedosos 80 grains Barnes TTSX hasta los clásicos 120 Nosler Partition. No se puede negar que el fabricante americano estudia meticulosamente las puntas que montan sus cartuchos, contando siempre entre ellas con algunos desarrollos más relevantes dentro del mercado actual. Hombre, no creo que a esta última afirmación se le pueda poner pego alguno, y sino analice los nombre Partition, Ballistic Tip, Accubond, TTX o TTSX. Sabe lo que le digo, ni más ni menos que hay que reconocer que la casa Weatherby, tanto en los proyectiles elegidos como en las performaces que ofrece, pone muy, pero que muy difícil el trabajo a los recargadores amateurs.

Está claro que con el .257 Weatherby Magnum estamos ante un cartucho óptimo en trabajo sobre especies ligeras y medias tiradas a larga distancia. Para ello el fabricante ha puesto a nuestra disposición puntas con altos coeficientes balísticos, la velocidad, insignia de la marca, permite que el binomio se traduzca en una de las trayectorias más tensas con las que puede contar el cazador de caza mayor. Elegiremos siempre las puntas más livianas para las especies menos pesadas, dejando los dobles núcleos como la Partition, las soldadas como la Accubond o las mono-metálicas como la TSX para las más pesadas. Tema aparte merece la nueva TTSX de 80 grains. A priori estamos ante un proyectil hiper-rasante, extremadamente expansivo a la vez que penetrante animado a la velocidad absoluta más alta que el fabricante ofrece en sus tablas. Ello supone que seremos capaces de abatir prácticamente toda la gama de piezas susceptibles de ser  cazadas con él. Es muy fácil caer en el atractivo de una carga como esta, pero, aun así, yo no aconsejo su uso sobre especies pesadas tipo venados de montaña, si no es en tiros muy tranquilos a pieza totalmente sesgada. Para corzos, muflones y gamos, miel sobre hojuelas. En general y si no quiere complicarse la vida, una Accubond de 110 grains le servirá para todo, cerca o lejos, recechos o monterías, y por supuesto sin restarle carácter. Recibo finalmente Nosler Ballistic Tip de 115 grains y Spitzer de 100.

Son pocos los cartuchos que comparten diámetro, menos los que podemos encontrar dentro de la piel de toro. Entre ellos destacaré tres: el .250-3000 Savage, el .25-06 Remington y el nuevo .25 WSSM. Todos ellos atesoran un mismo secreto, ser sorprendentemente eficaces sobre especies mucho mayores de lo que a priori podríamos pensar.

El 6,5×68 se desarrolla y aparece en el año 1939. Su padre, August Schüler, crea con él un mágnum para caza ligera y media que pueda utilizarse sin mayores problemas en las acciones estándar M-98. Respecto a su paternidad, como en otras ocasiones, también ha habido algo de confusión, llegándose a atribuir a Von Hofe. Aun siendo falso, puedo entender el porque de este rumor. Con altísimas prestaciones y una vaina que conceptualmente se identifica plenamente con la del 5,6×61 SE Von Hofe, no es raro pensar que el padre de la criatura pudiese ser precisamente el pionero en la hipervelocidad, el primero en poner en practica el desarrollo balístico basado en la energía cinética. Dicho esto y centrándonos en el tema, no es difícil entender que el 6,5×68 ofrezca lo que ofrece. Compartiendo una vaina de las características volumétricas del 8×68 S, ya de por si potente a rabiar, tremendamente rasante y veloz, agolletada a un 6,5 mm, el experimento tiene todas las papeletas para no defraudar a los amantes de las sensaciones extremas. Así es, con una vaina sin cincha, un cuello corto y un hombro muy tumbado, la apariencia digamos estándar de su físico, por tamaño real nos sumerge directamente en la parcela de los supermágnum. Capacitado para abatir limpiamente especies ligeras y medias, debido a su calibre, eligiendo el peso y dureza adecuados, no hay nada que nos impida cazar con él las mayores especies de antílopes o ciervos del planeta. Piense que su único rival de cota es el .264 Winchester Magnum, un añorado cartucho sumido en el olvido ligeramente más potente que nuestro protagonista, famoso por su efectividad sobre la caza mayor a la que me acabo de referir. Pero claro, no es de extrañar todo lo que les estoy contando a poco que caigamos en la cuenta de que estamos hablando de un 6,5 mm. ¿No se ha dado cuenta aún de los compañeros de viaje que tiene? 6,5×55 Sueco, 6,5×57, 6,5×65 RWS o 6,5-284 Norma. Cualquiera de ellos, como pasa con los 6,35 mm, es conocido por su efectividad sobre caza mayor, por su penetración, rasante y precisión. ¿Cuál es el motivo? Sencillo y muy repetido. Cuando a un proyectil de 6,35 o 6,5 mm intentamos que tenga un peso efectivo para caza mayor, siendo como son diámetros bastante pequeños, obligamos a que la longitud final sea alta, ello se transforma en un CB también elevado y finalmente como la DS es la relación entre ambos, acaba siendo alta también. Esta última además nos dice más cosas, nos dice que estas puntas están especialmente capacitadas para crear largos canales balísticos, ni más ni menos que heridas muy profundas capaces de llegar más adentro que cartuchos mayores, con la consiguiente sorprendente eficacia sobre piezas grandes. Ya lo ve, muy buenas voladoras y penetrantes, si conseguimos animarlas de una alta velocidad nos llevarán muy muy lejos con absoluta capacidad para matar lo que no creemos que puedan hacer.

Extinguido prácticamente el .264 Winchester Magnum, sus demás hermanos no le llegan ni de lejos, en prestaciones, claro está. Sin embargo, la mínima oferta que existe para él ha acabado por convertirle en un extraño del que todo el mundo habla pero casi nadie conoce. Desaparecida la estupenda oferta de Hirtenberguer, actualmente sólo podemos optar a RWS, Sologne y poco más, entre lo que cabe reseñar la novedosa punta Impala. Finalmente recibo sólo munición RWS montando proyectiles KS de 127 grains.
 
Recapitulando, es fácil entender que los grandes rivales de estos dos cartuchos se encuentran fuera de sus diámetros, cartuchos de 6 mm por debajo y de .277” o 7 mm por encima, vienen a cubrir en multitud de ocasiones las preferencias del cazador. Una mejor oferta junto a unas prestaciones que sin ser tan altas, cubren sobradamente la capacidad de la práctica totalidad de los cazadores, hacen que finalmente nuestros protagonistas queden relegados a unos pocos cazadores locos por el extremo. Actualmente y debido a la utilización de materiales ligeros, podemos contar con rifles recamarados para cartuchos como los que hoy tratamos, muy livianos y confortables, inicialmente sin embargo, siendo escrupulosos, su peso hacia que su mejor campo de utilización fuese la planicie.

En el campo de tiro
Como siempre, acabo a última hora regulando los rifles. La tarde antes de salir hacia el cazadero, me encuentro llegando al campo de tiro con una luz que ya apunta la caída del sol. Coloco el banco, dianas a 50 y a 100 metros y sin más subo a la mesa al Vanguard. El zoom a 16 aumentos, la torreta de paralaje en la posición adecuada. Alimento con una Ballistic Tip de 115 grains, templo y sale el disparo. El disparador es directo, sin arrastres, rompiendo con muy poco peso, dato que desgraciadamente no les puedo dar por falta de balanza para medirlo. Regulo y en un par de tiros más está listo para pasar a la diana de 100. El retroceso es suave, el rebufo y el sonido altos. Otros dos disparos y el rifle queda listo para cazar, perfectamente reglado a la nueva distancia. Ha quedado agrupando unos seis centímetros por encima del centro de la diana, suficiente para no tener que corregir casi nada hasta los 300 metros. Cambio entonces al Mannlicher. La mejora óptica que ofrece la Kahles, compensa los cuatro aumentos menos. A 12x es sencillo concretar el centro. Alimento con la RWS KS de 127 grains, monto el pelo y disparo. El retroceso, a pesar del mayor peso del conjunto, se hace notar algo más. No es que sea un pegador pero se siente en el hombro distinto, se revela. Sigo el mismo esquema que con el anterior y en unos pocos disparos la concentración de los grupos a 100 metros está como en el Weatherby, unos seis centímetros alto a cien. Con esta munición el 6,5×68 hace cero a 197 metros puesto cuatro centímetros alto a 100, bajando de esta forma 20,4 cm a 300. Elevando dos centímetros más a los cálculos hechos por el fabricante, se que a 300 metros voy a tener una caída inferior a 15 cm.

Posteriormente, tras la cacería vuelvo al campo de tiro y ya con mayor tranquilidad efectúo la prueba de precisión. El mejor grupo con el .257 Weath Mag fue de 2,2 cm entre centros a 100 metros utilizando la BST de 115 grains, con el 6,5×68 2,3 cm con la KS de 127.

En las Alpujarras almerienses
Salgo bien temprano con Leo, mi sufridora, y mi teckel Guisante, dispuestos a atravesar España para poner a prueba a estas dos joyas. El destino final es Sierra Nevada, las Alpujarras almerienses, donde nos espera Pedro Hafner, el outfitter, que dentro de uno de los acotados que gestiona, demostró su profesionalidad y conocimiento de la especie. En esta ocasión, las cámaras de Wonke 3.0, con Pepe Juan de la Moneda a la cabeza, dejaron constancia en imagen del desarrollo de la cacería sobre las monteses almerienses.

Amaneció un precioso día sin pizca del amenazador viento que nos acompaño durante todo el viaje. Durante el desayuno, conocimos a Manuel Gutiérrez, el guarda del acotado, un lugareño acostumbrado a esas duras sierras que trasmite tranquilidad y buen ambiente a todos aquellos que le rodean. La idea será ir recorriendo el coto dando vista a los grandes farallones que aquí denominan tajos, para tratar de encontrar cabras viejas y sin crías susceptibles de ser tiradas. Lejos de buscar tiros muy largos, les indico que lo importante es probar a estos dos cartuchos en caza de montaña lo más real posible, sin importarme en exceso llegar a una distancia de tiro concreta. Para que usted me entienda, no he apuntado ni calculado cuanto exactamente he de modificar la puntería en función de la distancia. Cuento con unos magníficos Bushnell Fusion que me ofrecen esta posibilidad y sin embargo huyo de ella. Trato de hacer lo que cualquiera de ustedes haría en una situación semejante, regular bien antes con un extra de altura para posteriormente calcular más o menos a ojo. Si los cartuchos con los que estoy cazando son tan tensos como creemos, una ligera compensación será suficiente para quedarnos con la pieza sin tener que ser un experto en balística.

El cazadero es duro, con un suelo roto que hace difícil caminar por él. La nieve, sobre nuestras cabezas, permanece gran parte del año cubriendo las zonas altas, no olvidemos que estamos en la cordillera techo de la Península. A partir de aquí como en cualquier rececho de montaña, caminar y prismáticos.  Tras varias cabras que no cumplen los requerimientos de extracción, una asomada más nos pone de frente a una gran pared. Tras mucho utilizar la óptica, por fin aparece la ansiada cabra. Está sola y viene atravesando el roquedo. En un determinado momento se acuesta y tras homologarla convenientemente con el catalejo de Pedro, decidimos tirarla. La suerte ha decidido que el primer rifle en sonar sea el Weatherby. Coloco la mochila en el suelo y me echo reposando sobre ella el guardamanos. Acabo de leer la distancia con los Fusion y me chivan 381 metros. Esta ligeramente de frente. Es un tiro complicado. Usted como yo sabe de la dificultad de tirar piezas echadas y si a ello sumamos la distancia y la posición, pues que le voy a contar… Como acabo de decirle, hago un rápido y grosero calculo mental y decido tirar entre 30 y 40 cm alto. Tomo como referencia el cuello de la cabra. Los 16 aumentos de la Bushnell 6500 se agradecen, concretando ahora la cruz justo en la base de los cuernos. Los codos están bien afianzados. No dudo, aprieto el disparador y corre la Nosler buscando su objetivo. El resultado es fulminante, cayendo seguramente sin llegar a enterarse de que la muerte le llegó en forma de 115 grains. Todos se sorprenden por la eficacia mostrada, por lo instantáneo del lance. Tras un largo rodeo, la comitiva llega por fin a la pieza. El disparo entró justo en medio del pecho, unos 30 cm por debajo de donde apunté.

Sesteamos a la sombra de las encinas y a eso de la media tarde comenzamos de nuevo a cazar dispuestos a poner en jaque al 6,5×68. Primero son dos machos bonitos, luego alguna hembra con cría, de pronto una nueva cabra sola llama nuestra atención. Se encuentra colgada en el medio de una pared. La observamos minuciosamente hasta que llega la orden de Manolo: «¡¡Vale, esa vale!!». Hay poco sitio donde apoyarse. Pedro me propone utilizar el trípode del catalejo y tras cubrirlo con unos guantes me dispongo a jugar el lance. Me siento en el suelo, apoyo el guardamanos del Mannlicher en el trípode y los codos a las rodillas. Monto el pelo y 12 aumentos. Está a 304 metros. No espero nada, mi norma es no dudar, no recrearme, en el mismo instante en el que la cruz se pega a lo alto de la paleta, suelto el disparador. Tocada por el rayo, la cabra se precipita al abismo. La salida nítida deja su huella carmesí en la roca. La KS de nuevo ha hecho su trabajo. Cuando llegamos a ella constato la caída del proyectil, unos 12 cm, entrando justo donde quería que lo hiciese. Los cálculos, a pesar de ser aproximados, me han permitido salvar con éxito esta nueva situación.

¿Querrá un veredicto verdad? ¿Cuál de los dos me gustó más? No tengo dudas, el .257 Weatherby Magnum. Es muy suave, muy rasante y mata con la eficacia de un rayo. El alemán hace casi lo mismo, consigue un resultado bastante similar, pero no es tan suave y, desgraciadamente, la menor oferta en puntas impide que su comportamiento externo sea tan destacado.

Conclusión
Capaces como pocos, los hiperveloces tratados en estas letras dan todo lo que un recechista desea tener. Me había propuesto testarlos de verdad, sin ventajas técnicas añadidas que enturbiasen su rendimiento. Esta es su pimienta, su capacidad de enfrentarse de tú a tú con el resto de cartuchos metálicos, sabiendo que casi sin corrección nos llevan al éxito hasta superar los trescientos metros. Un poco más allá todo queda en sus manos. Para conseguirlo, créame, sólo necesitará frialdad.

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Como en cualquier rececho, la estrategia es caminar y gemelear.
En este caso conté con los Bushnell Fusión 10×42 con telémetro incluido. Lo más destacable, el magnífico telémetro, muy rápido de respuesta sobre cualquier superficie y distancia, junto al sistema de información balística.
Junto al árbol donde aparece el texto, la cabra acabó echándose. El valle hacia que la distancia que nos separaba fuese de 381 metros. El .257 Weatherby Magnum que recamaraba al Vanguard, hizo un trabajo impecable.
En un cálculo grosero hecho sobre la marcha, entendí que la caída sería entre 30 y 40 cm. ¿Apuntando a la base de los cuernos, cuanto cree usted que me equivoqué?
Tumbado, apoyado en la mochila, se puede conseguir mucha precisión en disparos de rececho.
Para tirar sentado apoyado en las rodillas, es imprescindible colocar bien los codos. Nunca los apoye directamente sobre ellas, hágalo sobre la parte trasera, sobre el triceps, es mucho más estable.
A 304 metros la cabra sesteaba en una pared casi vertical. El 6,5×68 resolvió la situación con absoluta capacidad. Finalmente la caída del proyectil rondó los 12 cm.
El 6,5×68 cargaba proyectiles KS de RWS en 127 grains, el .257 Weatherby Magnum Nosler Ballistic Tip de 115. Observe la diferencia de concepto entre las vainas, los cuellos, los hombros y la cincha.
Prueba de precisión con el Mannlicher Classic del 6,5×68.
En el banco con el Weatherby Vanguard del .257 Weath Mag.
Los dos mejores grupos conseguidos con nuestros protagonistas.
De izquierda a derecha: .243 Winchester, .243 WSSM, 6×62 Freres, .240 Weath Mag, .257 Weath Mag, 6,5×57, 6,5×65 RWS, 6,5-284 Norma, 6,5×68, .264 Winchester Magnum, .270 Winchester, .270 WSM, y .270 Weath Mag.

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