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La caza del jabalí a traílla

 

 


Por Rafael González Muñiz

La caza del jabalí con perro atraillado o de cuerda, es una modalidad muy antigua, que en la actualidad se practica de forma asidua en Cantabria y Asturias, y cada vez más en Galicia y zonas de León y País Vasco.

A diferencia de la montería tradicional,  en las batidas norteñas se antepone la calidad a la cantidad, los resultados son secundarios, tenemos que tener en cuenta que en muchas comunidades norteñas se caza con cupos, en muchas zonas abatir en una montería dos jabalíes bien trabajados por los perros ya es un éxito.
El perro y el montero –el que montea– son parte fundamental de la montería norteña. El montero, a diferencia del perrero en otras zonas, es el que dirige la montería con la complicidad del jefe de cuadrilla. El montero por estos lares es una figura por la que se siente auténtica veneración, y las decisiones de los monteros se acatan sin ningún tipo de duda.
Si bien es cierto que la montería da comienzo con las primeras luces del día, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que empieza ya entre semana, cuando parte de los componentes de la cuadrilla se dedican a observar diferentes zonas del área que corresponde cazar para comprobar si tenemos andaos de los xabalinos.

Al amanecer
Con las primeras luces del día, los componentes de la cuadrilla se reúnen con el guarda, se rellena el permiso mientras se saborea un café, –un mínimo de ocho puestos y un máximo de quince, auxiliados de un máximo de diez monteros y diez perros, normalmente tres o cuatro monteros y cuatro o cinco perros son suficientes–, se intercambian opiniones en función de lo visto por la semana y se decide las zonas a las que se va a dirigir cada binomio de montero y perro.
Cada uno sabe perfectamente el trabajo que tiene que realizar, todos los componentes de la cuadrilla participan emisora en mano de la montería.
Enseguida los monteros empiezan a dar información, «llevo un rastro bueno, por las ‘patadas’ (huella de los cochinos), son tres jabalíes». Los más expertos o atrevidos se atreven hasta con el peso, y no se suelen equivocar, otro de los monteros tiene rastro pero no sirve, el jefe de cuadrilla envía a otro montero a que se corte la carretera que delimita el área, «mira que no se salgan y nos pasan a otro área», si se pasan se avisa a otra cuadrilla que esté cazando en esa zona: «Soy Mengano, jefe de  la cuadrilla… nos pasa un rastro al área vuestra, me dice el montero que es buen rastro, de tres jabalíes», cada vez se practica menos esto y ya no se avisa, es lo que traen los nuevos tiempos.
Así llegamos de nuevo al punto de reunión y entre todos se decide en que rastro vamos a soltar, dependiendo del numero de jabalíes, ubicación, facilidad para cerrarlo –cubrirlo– etcétera.

Frenética actividad
Una vez tomada la decisión, los monteros y el jefe de cuadrilla van cerrando la mata –mancha– no se hacen sorteos previos, se procura colocar a la gente mayor y de menos facultades en zonas mas asequibles, y así se va haciendo a lo largo de la temporada, procurando que todos los componentes de la cuadrilla tengan ocasión de disfrutar de diferentes lances.
Una vez colocados los puestos, los monteros sueltan cuatro o cinco perros, si todo sale bien, enseguida avisaran por las emisoras, «atentos, ya los tienen delante», «va hacia el río, atentos esos puestos», enseguida comienzan a sonar los primeros disparos, las emisoras van pasando información, «aquí cayo uno, aquí otro, a mí se me fue, me salió largo y demás, aquí tengo otro», el jefe de cuadrilla manda retirar, el cupo esta hecho.
El cupo varia entre dos y seis, dependiendo de las densidades.
Afortunadamente para los jabalíes no siempre sale así, y en más de una ocasión se suelta y los cochinos no están, error del perro del montero o de ambos, se quitan los puestos y se vuelve a hacer lo mismo en otro rastro cortado si lo tenemos, si no a comer el bocadillo y a casa.

Sobre los monteros y los perros
Es obvio que el perro y el montero son una parte muy importante del éxito en estas batidas, un montero que conozca bien al perro y sepa diferenciar cuando sirve el rastro y cuando es inútil tirar del mismo, es clave en el desarrollo de la montería.
Los buenos monteros se equivocan pocas veces, los pseudomonteros, que desgraciadamente abundan cada vez más, casi nunca aciertan, el tiempo que deberían dedicar en trabajar con el perro lo pierden en buscar excusas y justificaciones a sus limitaciones.
El buen perro de jabalí tiene que reunir un buen número de cualidades, ser listo, desenvolver los rastros atraillado despreciando cualquier otro rastro que no sea el de jabalí, ser valiente cuando se le suelta, saber ‘parar’ los jabalíes cuando llega a las camas, y tener buena condición física para mantener de forma sostenida la persecución del jabalí hasta meterlos en los tiros.
Desgraciadamente estos perros no abundan y los buenos de verdad, los que lo demuestran en el día a día en el monte con su trabajo, se cotizan a la alza, y por ellos se pagan muchos miles de euros, pero las satisfacciones que nos dan no se pagarían con dinero, por lo que al final lo bueno siempre es barato y más tratándose de algo tan pasional como la caza del jabalí.
A la hora de hablar de razas conviene no engañarnos ni dejarnos engañar, todas son buenas, todos los perros sirven si descienden de líneas jabalineras de prestaciones acreditadas sobradamente con su trabajo a lo largo de varias temporadas. Sabuesos, azules, niverneses o leonados, todos tienen virtudes y defectos, lo importante es trabajarlos, dedicarles horas de monte y que tengan la ocasión de aprender a cazar moviendo jabalíes. No existe mejor aprendizaje para el perro de jabalí que llegar a las camas y ‘mirarse a los ojos con ellos’. Si tenemos buena raza pero no la aprovechamos, no le dedicamos tiempo para potenciar las virtudes y corregir defectos, poco o nada se puede hacer, la genética es importante pero no hace milagros.
Bien es cierto que por estos lares valoramos mucho el trabajo de nuestros asturcántabros, perros rústicos, valientes, con pasión por los jabalíes y sobre todo listos, algo fundamental para cazar jabalíes. Esta raza a hecho de su funcionalidad su principal seña de identidad, alejándose de pruebas morfológicas o belleza, el monte es su principal valedor, donde demuestran toda su capacidad de trabajo.

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