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El rey del monte… Berrea en Ribera Alta

Destila el viejo terruño tibios aromas, añejos, de la memoria perdida. Huele a mosto, que rezuma en el lagar, a pan tierno en la tahona, a la leña de sarmiento que crepita en el fogón, al calostro y la cuajada en el aprisco… huele a lluvia, huele a otoño, huele… a vida.

Y en las entrañas del monte, la savia que se renueva hace rebullir la sangre y un nuevo ciclo comienza. Desciende el rey, desde su trono de umbría. Convocado al aquelarre por su ancestral instinto, ostenta con orgullo su corona reclamando su derecho de sangre. Y el montuno murmullo silencioso del ocaso, muda en trueno y en quejío que estremece. Se escandaliza el sosiego y estalla y se quiebra el tiempo. Se puebla el aire de espasmos y alborozos que predisponen las carnes al alboroque…

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