Armas y munición

Velocidad de captación

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La hora de la verdad

Recién empezada la temporada general de mayor en algunas comunidades o a punto de hacerlo en otras, andamos quien más y quien menos, soñando ya con ese lance que nos ponga el corazón a mil. Puestos cortos, montes tupidos sin visibilidad y perros que aprieten, son ingredientes perfectos para conseguirlo. Precipitado y con pocas posibilidades de corrección, el montero tendrá, en muchos casos, sólo un instante. Momento de máxima calidad cinegética, requiere de mucha destreza y habilidad personal si queremos salir airosos en un porcentaje decente de trances. Ese «no me dio tiempo ni de encarar» es, en ocasiones, más un problema del tirador o del equipo que porte, que de los segundos que hayamos tenido la caza en nuestro tiradero.

Armas y óptica

Técnicamente, ópticas y armeras se esfuerzan en tratar de suplir nuestras carencias, intentando que seamos más veloces y precisos. Ellos saben, como nosotros, que en este rifirrafe el tiempo es oro, pudiendo inclinar la balanza del lado del cazador o de la pieza. En ocasiones, ni el tirador más avezado ni el equipo técnicamente más apropiado consiguen llegar a ponerle los puntos encima a ese cochino que se nos pasa. Está claro que la vista es casi instantánea, pero si no percibimos que el lance es inminente, mucha caza nos pasará sin que podamos mover un solo dedo. Concienciados, entonces, de olvidarnos de esas ocasiones imposibles, aun llevándonos al teckel para que nos avise o utilizando cascos amplificadores, nuestra preocupación debe centrarse en las jugadas realmente posibles. Y es que basta sólo con un vistazo a cualquier catálogo de armas para saber que el reto es importante. Rifles cortos y manejables, con puntos y alzas de batida, intentan ser más intuitivos, fácilmente visibles y captables, renunciando a precisión a cambio de rapidez.

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El punto y solista de la escopeta demostró en todas las pruebas ser el más rapido. Punto y alza de batida se subieron al segundo puesto, quedando mucho más lejos las alzas y guiones rectangulares.

Idéntica sensación tendremos si lo ojeado va sobre óptica. Retículas fáciles e iluminadas, pocos aumentos y mucho campo. Ambos prestan especial atención al encare y a la posición de los sistemas, en definitiva, a la altura de montaje. Al encarar correctamente cualquier rifle, veremos que la posición de nuestro ojo quedará dispuesto en una determinada posición, justamente donde debería recibir a los elementos de puntería. En cambio, por norma general nos veremos obligados, para tomarlos, a modificar la posición de la cara. Si no me cree haga una vieja prueba: encare con los ojos cerrados y luego ábralos, ¿lo ve? Elija monturas bajas, se acercarán a la posición programada en el diseño de la culata. Está claro que de nada nos servirá montar un equipo que sea aparentemente óptimo si, llegado el momento, no somos capaces de coger la pieza porque no hemos formado un conjunto absolutamente redondo.

Me refiero con esto a que no puede quedar ningún punto al azar, incluyéndose en ello las propias características físicas del tirador y la personalización a ellas. No hay dos individuos exactamente iguales, cara y ojos, cuello, hombros, brazos o manos, generarán una posición determinada y distinta del resto. Como norma general hay dos ajustes básicos: longitud de culata y distancia al ojo, en caso de usar elementos ópticos. Su armero de confianza no tendrá problemas en cortar la culata a su medida y colocar el visor longitudinalmente (moviéndolo sobre las monturas) y en altura (eligiéndolas más altas o bajas). Sólo con estos sencillos ajustes tendremos una importante mejora. A partir de aquí el tiempo necesario para apuntar a la pieza dependerá del elemento de puntería montado.

Elementos de puntería

Ya sabe, si me ha leído en alguna otra ocasión, que me cuesta bastante hablar en genérico. Lo dicho hasta aquí seguro que usted lo conocía o, al menos, lo intuía suficientemente como para sacar una conclusión acertada. El siguiente paso, no obstante, debe recorrer las opciones disponibles.

357 - Punto de miraConsiderando como sistema de puntería todo aquel que nos sirva, perdone por la perogrullada, para apuntar, podemos dividirlos, para cazar, en tres grupos distintos: visores, holográficos y puntos rojos, y por último alza y punto. La definición y sus características, permítanme que las obvie, entrando de lleno en la dificultad de apuntar con ellos.

Recuerdo que no hace tanto tiempo y hablando sobre este mismo tema, apostaba por la sencillez de la escopeta. Sigo haciéndolo y apoyo la afirmación en el minimalismo de su sistema. Punto y solista son la máxima expresión de la reducción a lo imprescindible, no sobra nada, nada es superfluo, sólo lo necesario.

La escopeta es un ‘todo’, ella misma un sistema, donde la puntería se hace más con la culata que con los órganos. A partir de ella todos los sistemas van añadiendo algo. Punto y alza de batida son sencillos, pero obligan ya a encajar un elemento en el otro. Los convencionales rectangulares o con guión y alzas en ‘U’, los enclaustran aún más. El siguiente grupo son ya ópticos y tienen una ventaja clara sobre los anteriores: pieza y referencia de puntería en un solo plano. Holográficos y puntos rojos utilizan muy pocos aumentos, permitiendo mucha flexibilidad en la posición de la cara. Plasmar en un solo plano una imagen muy parecida a la que nuestro ojo desnudo está viendo, teniendo sólo que superponer punto o retículo, es sencillo y, sobre todo, muy intuitivo. Cuerpos especiales de las fuerzas armadas de prácticamente todos los países, optan por este tipo de sistemas, sabedores de las virtudes que atesoran, sumando velocidad y precisión.

Finalmente, los visores, entre los cuales encontraremos los especiales para batida. A pesar de contar con muy pocos aumentos y mucho campo, la pupila de salida obliga a una posición mucho más precisa de la cara, ralentizando alcanzar la imagen de la pieza por muy evolucionado que sea el modelo.

La prueba de captación de puntería

Dispuesto a clarificar de una vez por todas la magnitud real de la diferencia entre un sistema y otro, consigo juntar un total de seis equipos distintos. Cada uno de ellos representa claramente a un sistema concreto.

La idea es saber exactamente cuánto tiempo se tarda en captar puntería y para ello me voy al campo de tiro cargado con todo lo necesario. Está claro que son armas distintas y que, por lo tanto, sus encares no son iguales.

Así y todo decido hacerlo porque a todos ellos los conozco muy bien y me siento suficientemente cómodo como para que no suponga una traba esa desigualdad, aun reconociendo que algo de diferencia ha de haber respecto a realizarlo todo con el mismo arma.

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Los visores de rececho demostraron ser los más lentos de todos los sistemas probados, seguidos de los visores de batida. Está claro que, a mayor precisión, menor velocidad de captación.

Las categorías que mediré son: visores de rececho, visores de batida, puntos rojos, punto y alza rectangular, guión y alza de batida, para finalizar con el sistema más sencillo, punto y solista. El visor de rececho utilizado es el Vortex Viper 6.5-20×50 que va montado sobre un Bergara BA13 en .243 Winchester. El visor de batida es un Zeiss Conquest DL 1.2-5×36 montado sobre un Sauer S 303 Synchro XT .338 Winchester Magnum. Como punto rojo utilizo un Aimpoint Hunter H30S montado sobre el mismo Bergara. Alza y punto rectangular son los que monta el Heym SR21 Stutzen .243 Winchester. Banda de batida y guión con un Browning BAR Hunter .300 Winchester Magnum.

 

El protocolo fue siempre el mismo y para ello coloqué una diana a 25 metros. Partí de guardia baja, encaré, apunté y disparé. Es importante el momento de apuntar, ésa es la clave. No me servirá encarar y disparar, me obligo a concretar suficientemente garantizando que, de ser una pieza, tendría el disparo en un círculo de unos 15 cm de diámetro aproximadamente… Vamos, tirando rápido pero para matar. Para la medida de tiempo grabé cada uno de los disparos, midiéndolos posteriormente sobre la imagen.

Le aseguro que tras hacer la prueba y antes de la medida, estaba muy disgustado. Tenía la impresión de haberlo hecho demasiado rápido. Había apuntado lo suficiente para matar una pieza, pero el tiempo que se tarda en encarar y disparar con un arma es tan poco, que suponía que las diferencias iban a ser irrelevantes. Posiblemente, debería haber repetido la prueba en una serie, para entregarle a usted una media, pero no fue así. Sólo hice un disparo con cada uno de ellos.

Mi cara cambió cuando tuve en la mano los tiempos medidos. Efectivamente, la diferencia apareció.

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Debemos, eso sí, mirarlo con el prisma de la magnitud que representa y el porcentaje de mejora de uno a otro.

Como era de esperar, el más lento fue el visor de rececho con 1,53 segundos ente la posición baja y la salida del disparo. Tras él, el visor de batida en 1,49 segundos y a partir de ahí, alza y punto rectangular baja ya a los 1,39 segundos. Puntos rojos bajan a los 1,38 segundos, mejorándolos ligeramente el alza y punto de batida, que sobrepasa los 1,37 segundos.

Finalmente y con una clarísima distancia de ellos, la escopeta, con su intuitiva banda y punto, apenas rebasa los 1,35 segundos. Ya ve, las diferencias son destellos, apenas un flash, pero analizado desde el instante mismo del lance atropellado, son una eternidad, la diferencia entre llegar o no hacerlo.

Hago una segunda prueba, esta vez repitiendo dos disparos. Elijo sólo tres sistemas, todos de similar facilidad de repetición y perfectos para monterías y batidas, todos ellos exponentes típicos de este tipo de equipos.

El primero, el formado por el Sauer S 303 y el visor de batida Zeiss Conquest. El segundo, el Browning BAR Hunter montando esta vez un nuevo Aimpoint, el Micro de 2 MOA. Finalmente, la escopeta Reno.

Esta vez sí que pueden marcar la diferencia los cartuchos recamarados. No es lo mismo repetir con un .338 Winchester Magnum que con un .300 Winchester Magnum o una escopeta del 20. De todas maneras, confío en el freno de boca y espero que el resultado sea acorde con lo esperado.

El protocolo idéntico: guardia baja, encarar, apuntar, disparar y repetir.

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Sauer S 303 Synchro XT en .338 Winchester Magnum.

El resultado esta vez me deja más conforme. La sensación de una prueba más larga parece sencillamente más fácilmente medible. El cronógrafo arroja los datos: 1,69 segundos para el visor de batida, 1,515 para el Aimpoint y 1,42 para la escopeta. De nuevo la paralela impone su ley, dejando claro los puntos rojos que son muy rápidos también.

Finalmente, y visto que seguro que usted, como yo, tiene sus dudas respecto a la diferencia de tiempos en función de los equipos –pues, evidentemente, no son ni el mismo encare ni peso–, tomo al Sauer y lo mido con tres sistemas distintos, visor de batida, punto rojo y punto y alza.

Para ello, uso el mismo visor que en las pruebas anteriores, como punto rojo un Zeiss Compact Point y, finalmente, los órganos de puntería que monta de origen. La diferencia es evidente de nuevo, repitiéndose prácticamente en la misma magnitud que utilizando armas distintas. El oro se lo lleva alza y punto, seguido, muy de cerca, por el punto rojo. El más lento es el visor de batida.

A mayor velocidad, menor precisión

Retomando lo dicho unos párrafos más arriba, hace no mucho tiempo discutía, precisamente, sobre este tema con cazadores y profesionales del mundo de las armas. Entre las dudas de algunos, otros se animaban a decir que los puntos rojos salían airosos de esta posible confrontación.

Por más que me esforcé en defender la velocidad de solista y punto, no parecía conseguir convencerles, y eso que algo tan evidente como las disciplinas para las que se utilizan, es prueba evidente de que así es. Por muy rápido que cruce un cochino, por mucho que corra un venado, el instante mínimo del lance a la caza menor no admite dudas. ¿Y qué usamos para ello?: escopeta con banda y punto. Las cifras ahora se han encargado de corroborar su bondad. Tras ella, alzas de batida y guiones, adelantan ligeramente la velocidad de captación de blanco de los puntos rojos. Más alejados los visores, ralentizan su velocidad a cambio de precisión. Y es que ahí, precisamente, estriba la diferencia: a mayor velocidad, menor precisión.

La cuestión es ser capaces de concretar cuan precisos necesitamos ser, pues a partir de ahí, toda la sobrante es superflua y sólo será un estorbo.

 

Por Miguel Coya [[email protected] / [email protected]]

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