Armas y munición

.270 Winchester, el elegido. La hora de la verdad. En el punto de mira (y II)

«Analizando los tiros veo cómo el primero entró un poco trasero. Unos centímetros a la derecha del hombro significaba que, dada su posición, el tiro iría detrás. La caída, perfectamente calculada, unos 20 cm…».

Tanto pensar y soñar para al final encontrarnos con las botas sobre el cazadero. Llegado aquí todo ha de ser perfecto. La elección del equipo debe formar un todo que cierre completamente el círculo, dejando la pieza que vamos a cazar en el medio. El cartucho, el auténtico motor, el transmisor de nuestras esperanzas y afición, se muestra como lo más fundamental de todas ellas, de todas las variables que vamos a manejar. Es ahora cuando el ‘dos setenta’ marca distancias, demostrando con creces que se puede confiar totalmente en él.

El cartucho

El .270 Winchester es desarrollado en 1923, apareciendo en el mercado dos años después acompañando al cerrojo M-54. Para su creación se utiliza como base la vaina del 30-06 Spingfield, agolletando su cuello, sin modificar su hombro, para que admita proyectiles de menor diámetro, exactamente .277”; es decir, puntas de 7 mm reales, alargando su longitud en algo más de
1 mm. En definitiva, se crea un nuevo cartucho estándar que, como tal, se amolda sin modificaciones a la longitud de la acción  M-98.

De izquierda a derecha, todas las cargas probadas. De Remington: Bronce Point de 130 grains, Core Lokt 130 grains, Core Lokt SP 150 grains, AccuTip 130 grains, Core Lokt Ultra 140 grains, Scirocco Bonded 130 grains y Managed Recoil 115 grains. De Winchester: Power Max Bonded 130 grains y Ballistic Silvertip 130 grains. De RWS: T-Mantel 130 grains, H-Mantel 130 grains, KS 150 grains y Evolution 154 grains. De Barnes: la Vor-TX Tipped TSX 130 grains. De Geco: la Express 130 grains. Y de Norma: SP 150, Oryx 150 y Ballistic Tip 140 grains.

De este modo, nace un cartucho que modifica substancialmente las características balísticas del cartucho madre, del 30-06. Al disminuir el diámetro, ¿qué estamos haciendo? Pues elevar el CB y, por tanto, la densidad seccional. No olvidemos que esta última es la relación entre peso y diámetro. Piense que los nuevos proyectiles del .270 son más largos y eso, a igualdad de peso, mejora el comportamiento balístico, tanto externo como terminal.

Las velocidades en boca de la carga inicial, 130 grains SP, era de 957 m/s,  con una trayectoria muy tensa y unos resultados explosivos que le llegan a dar fama pocos años después. Posteriormente, se montan 100 y 150, cubriendo, entonces, desde varmint y pequeños depredadores hasta alces, elks y grandes antílopes, pues aun siendo los 130 grains un peso medio que permite con el .270 cazarlo casi todo, su mejor campo de aplicación está en piezas de tamaño medio, en un intervalo de peso entre 30 a 150 kilos. Actualmente las velocidades en boca se han reducido, pasando los 130 grains a volar a 933 m/s como carga media. La más caliente de la actualidad nos la ofrece Hornady con su Superformance Interbond de 130 grains a 975 m/s.

Los contrincantes de nuestro cartucho. De izquierda a derecha, 6.5×57, 6.5×65 RWS, .270 Win., 7 mm-08 Remington, 7×57, 7×57 R, 7×64, 7×65 R, .280 Remington (7 mm Express Remington), .308 Win., .30-06 Springfield y 8×57 JS.

Comercialmente ahora podemos complementar los pesos anteriores con 110, 120, 140, 156 y 160 grains, llegando los handloaders a disponer de pesos de hasta 180 grains. De todos ellos merecen especial mención los 140 grains, pues aúnan lo mejor del .270. De alguna forma vienen a ofrecernos la trayectoria plana de las puntas de 130 grains con la capacidad letal de los de 150. Piensen que cuando estas ultimas aparecieron, trataban de cubrir las mayores especies, pudiendo conseguirse con los 140 grains sin necesidad de resentir en exceso su trayectoria. En definitiva, este peso se ha posicionado como el más todoterreno de los que se montan. Estamos hablando de un cartucho que tiene en su trayectoria una de sus mejores virtudes, llegándose a utilizar con éxito en disciplinas de tiro a 1.000 yardas. Como ejemplo de ello, con una punta semiblindada muy bien cargada, como es el caso de las clásicas alemanas RWS 130 grains T-Mantel, una semiblindada convencional, puesto cuatro cm por encima a 100 metros, haremos cero a 196, cayendo 21 cm a 300 metros, con una trayectoria muy parecida a la que nos pueden dar cartuchos Magnum como el 7 mm Remington Magnum o el .300 Winchester  Magnum.

Puntas de todo tipo conforman la oferta para el .270 Winchester. Esto le permite una gran capacidad sobre un amplio espectro de especies y modalidades.

Elegiremos para el corzo puntas ligeras y muy expansivas de 100, 110, 120 y 130 grains, siempre con proyectiles que expandan muy rápido, capaces de abatir limpiamente. Sorprendentemente, el corzo es una de las piezas que suele quedar herida con mayor facilidad. Por un lado, su tamaño obliga al cazador a esmerarse con la puntería quedando en muchas ocasiones mal colocado el disparo; por otro, un cuerpo tan pequeño opone muy poca resistencia al proyectil, permitiendo en muchas ocasiones que la expansión no llegue a producirse. Por ello, aun sabiendo que vamos a desaprovechar algo más de carne, soy de los que prefieren usar puntas que maten rápidamente, incluso produciendo un canal de grandes dimensiones.

Para rebeco pueden servir también las puntas más ligeras, pero, debido al tipo de caza, a la montaña y los previsibles vientos cruzados, nos decantaremos por las puntas de 130 e incluso 140, siempre condicionándolo a la dureza y a un alto CB. Necesitamos proyectiles también que expandan muy rápido, que sean capaces de ceder energía ante poca resistencia de impacto, a la vez que su trayectoria sea lo más plana posible. Evidentemente, éstas serán las puntas que elegiremos también para muflones, gamos y cabras. Puntas blandas de polímero aguzadas y colas de bote son muy recomendables en estas piezas, pues ofrecen lo mejor en cuanto a trayectoria con una rapidísima cesión de energía.

El coeficiente balístico y la densidad seccional son una de las apuestas más importantes de nuestro cartucho. Observe con el mismo tipo de proyectil, la clásica RWS KS, la forma de las puntas de un 6 mm con 96 grains, un 6.5 con 127 grains, el .270 con 150 grains y un .30 con 150 grains, también. Vea cómo nuestro protagonista es mucho más largo y estilizado que el .30, razón por la cual vuela mejor y penetra más profundo.

Para venados, arruís y jabalíes elegiremos las puntas más pesadas. Aunque con 130 o 140 grains seamos capaces de abatirlos perfectamente, un extra de peso y algo más de retención en el impacto es deseable. ¿Por qué? Pues porque al ser piezas más pesadas necesitamos que el canal balístico sea más largo, necesitamos que lleguen más profundamente. Imagínese que estamos tirando a un gran venado de montaña en Redes, un animal que pesa más de 200 kilos y la única opción que nos da es cuando se encuentra de culo y segado. Necesitaremos que el canal generado atraviese muchos kilos de carne, rompa huesos muy pesados para poder llegar a la zona vital. Lógicamente, cuando cacemos en batidas o monterías la capacidad de vuelo no tendrá  tanta  importancia y, por ello, puntas romas o huecas, o narices planas permitirán obtener un mayor poder de parada.

La evolución en las puntas de caza es evidente. La actuales puntas de plástico son herederas claramente de la idea Remington Bronce Point, a la izquierda. Las puntas de polímero de primera generación no llevan soldada camisa y núcleo, y por ello son muy expansivas, perfectas para recechar a gran distancia sobre animales ligeros de piel blanda. Cuando el peso de la pieza se eleva, debemos, entonces, recurrir a la segunda generación, proyectiles soldados con una mucho mayor retención de peso que facilita un canal balístico más profundo. Ejemplo de ello es esta Swift Scirocco Bonded cargada por Remington.
El salto siguiente son las puntas monometálicas, como las Barnes TSX, con retención de peso casi al 100% y un buen coeficiente balístico motivado por la longitud obligada ante la menor densidad del metal. Por último, la combinación de ambas teorías, puntas de plástico y monometálicos, facilita la expansión sin perder un ápice de sus capacidades de vuelo. La inserción de punta de polímero permite abrir un mayor orificio en la nariz, pariendo, entonces, puntas mucho más expansivas, incluso en disparos muy lejanos, con una pérdida acusada de velocidad en el impacto. Como ejemplo de ellas están la Barnes TTSX, con su característica punta azul, y la RWS Bionic Black. Observe cómo va cortada la punta en la Barnes en relación con sus hermanas Triple Shock.

Comparten diámetro con nuestro .270 Winchester, el .270 WSM y el .270 Weatherby Mag, ambos mucho más potentes. Aunque ninguno de ellos haya llegado a tener la difusión de nuestro cartucho, el Winchester Short Magnum se encuentra ahora mismo en plena expansión, pudiendo considerarse uno de los desarrollos recientes más exitosos. 

Los cartuchos rivales del .270 Win se encuentran entre los diámetros 6,5 y 8 mm, cartuchos todos ellos capaces abatir con propiedad cualquier especie de nuestra fauna en unas condiciones digamos similares. Así, 6,5×57, 7×57, 7×64, 7mm-08 Rem, .280 Rem, 7×64, .308 Win, 30-06 Sprf o 8×57 JS y sus versiones con reborde, realizan un trabajo comparable al que puede desarrollar nuestro protagonista. Bien mirado, el .270 se encuentra en un punto a medio camino entre los más ligeros y los más pesos, con la trayectoria más sobresaliente de todos ellos. Siendo realista, tratar de colocar a uno por encima de los otros es muy dificil, por no decir falso, pues estamos en unos rangos de diámetros, pesos y velocidades bastante cercanos. Hombre, es evidente que para cazar a larga distancia estamos ante el más destacado de todos, pero también es cierto que cualquiera ellos es capaz de abatir con rotundidad a 300 metros. Lo mismo ocurre cuando hablamos de poder de parada, ese concepto tan sobado y dependiente de los diámetros y pesos. Ante ello, los .30 y los 8 mm se comportaran mejor, pero no tanto como para descartar a nuestro cartucho. Aquí realmente es donde se abre la brecha que restó popularidad a nuestra estrella. Mientras el 30-06 fue considerado cartucho de guerra y prohibida su utilización a civiles, el cazador se decantaba mayoritariamente por el .270, pero en el momento en que su uso quedó libre, la publicidad y oferta del 30-06 Sprf hizo que las ventas cayeran en picado. Se empezó entonces a argumentar que no paraba lo suficiente, que era incluso crítico para modalidades de acoso. Personalmente, discrepo de ello. He visto como mata este cartucho, he desollado muchas piezas cazadas con él y sus canales balísticos, el destrozo, no admiten dudas.

Todas las puntas probadas: AccuTip, Ballistic Silvertip, Swift Scirocco, Ballistic Tip, Geco Express, Evolution, H-Mantel, Bronce Point, Power Max Bonded, KS, T-Mantel, Core Lokt SP, Oryx, Core Lokt, Norma Soft Point, Core Lokt y Core Lokt Ultra.

Un ejemplo claro es el siguiente: el cartucho patrón en Europa es el 7×64. Analicémoslo: 7,2 mm de diámetro frente a nuestro 7 mm; 64 mm de longitud frente a 64,5 mm; 895 m/s en boca con 150 grains frente a 885 m/s con 155. ¿Entiende lo que le digo, verdad? Si el 7×64 es el cartucho referencia en Europa, ¿por qué el .270 Winchester no sirve? Mire, al 7×64 se le ha llegado a denominar .270 Europeo. ¿Sabe cuál es la única diferencia? Sólo que suele cargar pesos mayores, pero siendo, como son, los que he utilizado como ejemplo (tablas Geco), perfectos para la fauna europea, ¡ninguna!

Analizando un poco de su historia sería pecado no hacer mención a Jack O´Connor, el redactor jefe durante más de 30 años de Outdoor Life. Este especialista en cartuchería, enamorado de la caza de alta montaña, y de los carneros, confió y divulgó a los cuatro vientos sus preferencias por el .270, armado siempre con su Winchester Pre-64. Ya más cerca es inevitable referirnos a nuestro querido Conde de Yebes, el autor del Veinte años de caza mayor, que usó primero un BSA y luego un Remington 700, enamorado de la eficacia de este cartucho, destacando los lances en montería y los larguísimos tiros a los machos monteses en Gredos. Mucho más reciente, nuestro añorado Premio Weatherby, el desaparecido Ricardo Medem, siempre que pudo hizo referencia al .270 como uno de sus cartuchos favoritos, tanto por su eficacia como por la ligereza de los equipos que formaba.

En el campo de tiro

Como siempre, banco, torretas y protectores para los oídos. Sobre la mesa, el Steyr Mannlicher Classic con la Kahles Helia C 3-12×56. Buena óptica, magnífico rifle y excelente disparador al pelo. Quiero testar retroceso y agrupaciones. Coloco dianas a 50 metros y quito el cerrojo y los tapones de las torretas de ajuste. A través del cañón centro la diana y hago un primer acercamiento con el fin de que el primer disparo toque papel. Alimento con  la nueva Winchester Power Max Bonded de 130 grains, pelo y, sin más, disparo. Me resulta un poco extraño tener que hablarles del retroceso del .270 cuando se ha tirado tanto con él. Estamos ante un retroceso dulce, pero de rifle de caza mayor. No es un Magnum, pero suena y pega lo suficiente como para tener la certeza de que lo que tenemos entre las manos es algo muy serio. El .270 Winchester se desarrolló para cazar, para matar limpiamente caza mayor, y eso lo transmite la sensación al oprimir el disparador. Efectivamente, no es molesto, su rebufo no es tan violento como para descartar usuarios y, por ello, una de sus grandes bazas es la precisión que permite conseguir a un amplio grupo de cazadores. Este tema es sumamente importante cuando, como es el caso, es utilizado muchas veces para cazar a larga distancia. Cuando necesitamos tirar a un rebeco lejano es obligado que nuestra capacidad como tiradores no sufra mermas por miedo a la patada o al sonido. Tanto esfuerzo para subir allí no puede malgastarse en el momento de la verdad. Es entonces cuando un cartucho confortable como éste muestra su comodín… un ligero ajuste sobre las dos torretas y ya estoy colocando la diana a 100 metros. Voy disparando grupos de tres con todas las cargas recibidas. El cañón calienta, así que cada un par de series hago un descanso para que enfríe. Los resultados son altamente satisfactorios, todos ellos suficientemente precisos como para cazar a larga distancia, destacando lo conseguido con las Barnes Vor-Tx de 130 grains con 1 cm entre centros y 1,2 cm para la Norma Ballistic Tip de 140 grains. De todas formas, está claro que con más tiempo, sesiones de tiro más relajadas y mejor luz, se hubiesen podido cerrar más unos grupos que, ya de por sí, son tremendamente pequeños.

El test en el campo de tiro se hizo con el Mannlicher Classic. Observe el nivel de luz durante la prueba. Tiré casi de noche.
El mejor grupo a 100 metros lo conseguí con la Barnes Vor-TX 130 grains, con sólo 1 cm entre centros. Tres disparos en un céntimo a 100 metros.

En estas tres imágenes, el Blaser R-8 Professional Success traía un cañón adicional Bull Barrell Fluted del .300 Weatherby Magnum. Tiré a 50 y 100 metros con él. A 50 metros los tres disparos se montaron unos encima de los otros. A 100 metros, sin luz, con el sobrante de lo que alumbran las pantallas de las dianas a 50… ¡fíjese qué grupo hice! ¿Qué hubiese ocurrido tirando de día? Utilicé munición Sologne Nosler Ballistic Tip de 180 grains.

Cazando con el .270 Winchester

Durante bastante tiempo, hilando todos esos detalles que un monográfico como éste necesitan, una y otra vez me asaltaba la duda de la pieza con la que debería cerrar esta prueba. Finalmente, decidí apostar a caballo ganador en la misma línea que apuesto cuando decido llevarme al monte un .270 Winchester. El rebeco del Cantábrico es una especie única que obliga al cazador a poner toda su experiencia y físico para poder aventurarse a su caza. Precisamente, el cazadero elegido, lindante con el Parque Nacional de Picos de Europa, no cuenta con ninguna pista que nos haga el trabajo más sencillo. Es un cazadero para aficionados con unas buenas condiciones físicas, piense que sólo la ascensión para llegar al refugio donde pernoctar lleva al menos dos horas y media de piernas acostumbradas. Decido entonces el equipo que me acompañará. Descartado el Winchester Super Grade por carecer de visor y probado ya extensamente el Mannlicher Classic, opto por el nuevo Blaser R-8 Professional Success y su visor Zeiss Victory FL Diavari 4-16×50. Entre todas las cargas recibidas acabo decantándome por las RWS T-Mantel 130 grains. El porqué de esta ultima elección es sencillo: es una punta semiblindada de base plana, una Soft Point convencional, con una velocidad en boca de 965 m/s, sólo 8 m/s más que lo ofrecido en la Fiel Load inicial del cartucho, allá por 1925. Lo reglo dejándolo unos 5 cm alto a 100 metros, de forma que a 300 m el disparo impactara unos 20 cm mas abajo.

¡La hora de la verdad!

El cazadero es duro, muy duro, sólo subir y subir. El primer día la niebla nos acompaña constantemente, impidiendo cualquier posibilidad de caza. Amanece, por suerte, un día espléndido. Despertar tan cerca del cielo nos da una ventaja importante a la hora de cazar rebecos. Estamos en medio de su hábitat, sin tener ya que hacer grandes ascensiones para llegar a ponerlos a tiro. Pronto empezamos a ver piezas. Por fin, tras varios intentos descartados por demasiado pequeños, tenemos en frente un grupo con un macho que promete. La decisión es rápida y ya estoy tumbado con el R-8 apoyado en la mochila. Una T-Mantel pasa a la recámara. Mido con el telémetro Bushnell, 302 metros. El macho está de frente, muy ligeramente sesgado. A 16 aumentos se ve muy grande. Le coloco la retícula en lo alto del hombro, sin salirme, intentando saber cuánto va a caer el proyectil. Restalla el disparo contra la caliza. El rebeco acusa el tiro y ya le veo las tripas fuera. Trata de llegar al collado y, justamente al pasarlo, completamente de culo, para un instante. Está a 357 metros. Paro precipitadamente la retícula sobre él, apuntando al infinito, unos 5 cm por encima de su pelo y de nuevo le suelto otros 130 grains. Tocado de nuevo, camina unos pasos hacia atrás para taparse luego.

Observe en el disparo de remate cómo la expansión del canal balístico comienza en el pelo. Esto es sinónimo de mucha velocidad y municiones muy blandas, como es el caso de las RWS T-Mantel.

Finalmente, al llegar al tiro nos lo encontramos aún vivo, rematándolo rápidamente con un disparo que parece que impacta en un saco de plumas, ¡qué vitalidad! Analizando los tiros veo cómo el primero entró un poco trasero. Unos centímetros a la derecha del hombro significaba que, dada su posición, el tiro iría detrás. La caída, perfectamente calculada, unos 20 cm. El segundo entra por el jamón, hacia delante. El remate pone en evidencia la rapidez en la expansión de este proyectil, comenzando el canal incluso ya en el pelo, con una tremenda expansión inicial. Suavidad, tensión y expansión. ¿Qué más se puede pedir?

Conclusión

Está claro, me quito el sombrero con reverencia incluida, O´Connor, Yebes y Medem, sabían muy bien lo que se traían entre manos ¡Gracias, maestros! CyS

Dedicado a los maestros O´Connor, Yebes y Medem. 

Afilo a piedra, el Gerber Myth Fixed Blade Pro, lo pongo a  prueba con un rebeco. Como puede observar, después de cortar pelo, piel y carne, y trabajar contra hueso, aún sigue afeitando.

Mi agradecimiento a las empresas Aguirre y Cía., Excopesa, Industrias El Gamo y a la Armería Fuertes de Colloto, Asturias. Sin su colaboración la realización de este artículo hubiese sido imposible.

Por Michel Coya

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