Armas y munición

En el punto de mira: .308 Winchester, duro de pelar (I)

Tres bocas para el mismo cartucho. En esta ocasión la prueba se va a realizar solo con rifles monotiros. Observe como el PPK R1 viene roscado cubierto con tapón protector. A pesar de tener todos el brocal rebatido, coinciden en no ser ninguno muy acusado.

Para un reconocido magnum-maníaco como es el caso de quien escribe, tratar a fondo un cartucho como el .308 Winchester, créame, resulta más que difícil. Para mí, iré al grano, le falta velocidad, estridencia, picante… carece de tensión, de shock, de suficiente garra, aunque realmente les confieso que esas carencias cuando se tienen, en un porcentaje muy alto de ocasiones, sólo sirven para acelerar el ritmo cardíaco.

El diseño de la vaina del .308 Winchester es tan acertado que ha sido utilizada para el desarrollo de nuevos cartuchos. Todos, sin excepción, heredan una de sus características más destacadas, la precisión. De izquierda a derecha: .243 Winchester, 7 mm-08 Remington, .307 Winchester y .308 Winchester.

Tras esta visión tan personal, es obligado reconocer que estamos ante uno de los más vendidos, de los más utilizados, de los más precisos y tal vez ello se deba a la única palabra que se me ocurre para definirlo, su sobresaliente equilibrio. El .308 Winchester nació como la replica deportiva al inminente cartucho reglamentario del Tratado del Atlántico Norte, y no sería justo negar el excelente trabajo llevado a cabo por los técnicos, consiguiendo, finalmente, de una vaina mucho más corta, prestaciones similares a las conseguidas con un estándar de su diámetro. Ello, traducido a nuestro campo es, ni más ni menos, matar tan bien a las distancias de tiro normales, como cualquiera de los cartuchos –no mágnum– habituales en caza mayor.

El cartucho

El .308 Winchester nace oficialmente como cartucho deportivo en 1952, inmediatamente antes de la presentación de la versión militar 7,62×51 mm NATO. Evidentemente, Winchester se apresuró a poner en el mercado, la versión civil de la criatura, conocedor sin duda del éxito que le esperaba cuando se estableciese oficialmente como cartucho reglamentario de la OTAN. Estructuralmente, lo nacido tiene las letras muy gordas. Se pretendía lograr un cartucho mas corto que mantuviese unas prestaciones similares a las del 30-06 Sprf ¿Para qué? Muy sencillo, para que el soldado pudiese acarrear mayor cantidad de munición sin que ello representara que, la merma de potencia, obligase excesivamente a recalcular todos los sistemas de automatismo.

Algunos rivales directos del .308 Winchester. De izquierda a derecha: .270 Winchester, 7 mm-08 Remington, 7×57, .280 Remington, 7×64, .308 Winchester, 7,62×54 R Russian, 30-06 Sprg, .303 British y 8×57 JS.

Finalmente, se consigue mediante un método tan sencillo como el de recortar la vaina, quedando en 51 mm frente a los 63 del 30-06 Sprf, acortando también la longitud del cuello a 7,7 mm y modificando el ángulo del hombro que pasa a ser de 40º. El cálculo del volumen interno se hace en función de las velocidades que se piensa conseguir y para ello se confía en la baza de los nuevos propelentes. El resultado final, es un cartucho del calibre .30 mucho más compacto, con velocidades en boca sólo unos 30 m/seg menos y con la ventaja de ser recibido en recámaras, y por lo tanto en acciones, también mas cortas. De esta forma, el arma final puede ser de menor longitud, más ligera, mas compacta, con la ventaja que supone, en los sistemas de automatismo, un desplazamiento mas reducido del cerrojo para conseguir la expulsión de la vaina recién disparada. Estas ventajas son tan claras, que pronto la vaina del .308 Winchester comienza a utilizarse para el desarrollo de nuevos cartuchos, expandiendo o agolletando el cuello. Tal es la bonanza de la vaina primitiva que, sin excepción, todos los vástagos nacidos coinciden en ser altamente precisos y ello, sin duda, se debe a la relación que finalmente existe entre los pesos y diámetros montados y la velocidad conseguida con este tipo de contenedor.

Observe porque digo que los rivales del .308 Winchester se encuentran ente el .270 Winchester o los 7 mm y algunos 8 mm. En la fotografía aparecen cuatro proyectiles, de izquierda a derecha: 7 mm, .30, 8 mm y 9,3. Los tres primeros a simple vista se ven muy parecidos, alejándose a simple vista el 9,3, mucho más grueso.

Entre esos descendientes destacan el .243 Winchester, el .260 Remington, el 7 mm-08 Remington, .307 Winchester o el reciente .338 Federal.  Ya ve, la misma vaina para acoger a puntas de 6 mm, 6,5; 7; 7,62 y 8,5 mm.

Volviendo a sus prestaciones y analizando un poco mas a fondo los datos que acabo de darles, hay que puntualizar que lógicamente esa merma de aproximadamente 100 ft/seg es la conseguida con los proyectiles livianos, aquellos que rondan los 150 grains. A nadie se le escapará que con puntas mas pesadas, el cuello más corto del .308 frente al del 30-06 Sprf, hará que merme en mayor porcentaje el ya de por si menor volumen interno, separándose cada vez mas de las prestaciones de su progenitor.

Su éxito, rotundo, abarca en poco tiempo tanto al ámbito deportivo como a la caza, estando en la actualidad plenamente vigente su leyenda. En nuestro país es ahora, más que nunca, cuando comienza a verse en manos de cazadores, y eso a pesar de la incomprensible ley que impide su guiado a civiles cuando acompaña a rifles semiautomáticos.

La familia de los .30 es de las más numerosas de la cartuchería. La cota americana por excelencia se pone de manifiesto ante la gran cantidad de integrantes plenamente consolidados que la componen. Al mas pequeño y flojo de ellos, el .30 Carbine, le acompañan el 7,62 x39, 30-30 Winchester, .307 Winchester, 7,62×54 R Russian, .308 Winchester, 7,5×55 Swiss, 30-06 Sprf, .30 R Blaser, .300 SAUM, .300 WSM, .300 H&H Magnum, .300 Winchester Magnum, .300 Weatherby Magnum, .300 RUM y 30-378 Weatherby Magnum.

En el campo deportivo, como en el resto del mundo, ya era lo habitual. Esta última apreciación no es de extrañar teniendo en cuenta la precisión que muestra, fruto del ya nombrado equilibrio. No es muy rápido, no es muy tenso, pero es tan homogéneo que consigue que, uno tras otro, los disparos vayan al mismo sitio, haciendo que la agrupación se cierre como pocos cartuchos son capaces de hacer. Referente a ello y tratando de darle peso, si le digo que es el cartucho habitual de los Sniper, podrá argumentar en mi contra que es una afirmación de Perogrullo, teniendo en cuenta su estatus de reglamentario. Sin embargo, una sola mirada hacia lo usado por los tiradores de rifle de fuego central, hacia la elite deportiva, nos pone sobre aviso de lo que trato de decirle, sumando junto a un pequeño pañuelo de cartuchos, la totalidad de los podios.

Como calibre .30, puede presumir de una de las ofertas más amplias del panorama. Los pesos que mueve van desde los antiguos Remington Accelerator PSP 55 grains, hasta los 200 grains de los Subsónicos FMJ BT de Lapua o los Hammerhead de Sako. Entre estos extremos encontramos proyectiles de 110, 123, 125, 146, 147, 150, 155, 165, 167, 168, 170, 175, 180, 185 y 190 grains.

Calculado y conocido, el peso óptimo para conseguir una perfecta relación entre CB y velocidad, se encuentra ligeramente por encima de los 165 grains, exactamente entre los 167 y 168. Para ellos, precisamente, se fabrican proyectiles con cola de bote y puntas huecas aguzadas, las clásicas puntas Match destinadas a tiro. Como ejemplo de ellas la Hornady BTHP de 168 grains tienen un coeficiente balístico de .450, rindiendo una velocidad en boca de 822 m/seg; las Lapua Scenar de 167 abandonan el brocal a 820 m/seg con un CB de .470. Para que se hagan una idea, una Sierra Pro-Hunter de 150 grains, un proyectil semiblindado convencional con base plana y nariz afilada,  tiene .336.

Sin duda la opción lógica del monotiro es el uso con visor. Aun así todos los probados traían de origen elementos de puntería metálicos con perfiles rectangulares. Una coincidencia más es la posición de la anillas portafusil delanteras soldadas al cañón.

Sobre caza, tanto peso y tipo de punta, hacen que el abanico de especies susceptibles de ser cazadas con él, sea enorme; algo muy similar a lo que ocurre con el 30-06 Sprf. Puede ser que no tengan la velocidad deseada, pero cubren esa carencia con una oferta casi absoluta. De este modo, siempre podremos encontrar un proyectil idóneo para cada cacería y pieza. Realmente, aunque la fauna pesada peligrosa ha sido muchas veces víctima del 7,62×51 –piensen sino en esas imágenes tantas veces repetidas de elefantes y fusiles FN FAL– son estas las especies donde su uso, además de prohibido, no está recomendado. Objetivamente, para este menester, le falta diámetro y peso para matar con rotundidad cuando es obligación. Sobre el resto de la fauna mundial, el .308 Winchester puede hacer un trabajo aceptable, en algunos casos sobresaliente. El mayor inconveniente, lo tendremos en su distancia de uso, pues su trayectoria, aunque previsible, no es todo lo tensa que sería deseable para aventurarnos a determinadas cacerías. Por tanto, esto supondrá un defecto en ciertas modalidades, como la caza en planicie o montaña, obligándonos a desechar proyectiles de 180 grains en adelante, si queremos acometerla con soltura y sin engorrosos cálculos. Podrá usted preguntarse entonces como es posible que sea el cartucho habitual de francotiradores, con rangos de uso que alcanzan los 800 metros. La respuesta, si se fija un poco, se la acabo de dar cuatro renglones más arriba cuando apostillaba que su curva es muy previsible. Esto, permite al profesional, tras ponerle cifra a la compensación, apostar por un vuelo muy cercano al calculado, aquel capaz de poner precisamente la bala en el blanco. Compartirán conmigo, que este no es el método del cazador, ni su forma, ni mucho menos su fondo, aunque no dudo que haya alguno que en un momento determinado pueda actuar así. De todas maneras, todo ese protocolo, además de conocimientos, requiere mucha práctica y entrenamiento, quedando por el tiempo que ha de invertirse para realizarlo, lejos de lo que un cazador puede hacer y porque no decirlo, de lo que la pieza suele permitir. Desechemos por tanto esta forma de entender la caza y centrémonos en las posibilidades de un cazador de a pie.

De los pesos que monta, para cazar en España, mi recomendación son sin duda puntas muy cercanas a los 150 grains. Perderemos algo de densidad seccional, pero ello, si la expansión es correcta, no ha de suponer ningún problema, pues la profundidad del canal ha de ser más que suficiente. De todas formas, siempre podremos mejorar este aspecto con la ayuda de los dobles núcleos. Finalmente, con esto pesos, conseguiremos un extra de velocidad que se traducirá en una  mejor trayectoria. Por ejemplo, para que tenga una idea de lo que les cuento, una carga tan potente como la conocida ID Classic de RWS, abandona el brocal a 870 m/seg, alargando su GEE hasta los 176 metros. Ello significa que a 300 metros sólo va a caer 32,7 cm, unos cinco centímetros más de lo que caería la misma punta mandada por un 30-06 Sprf.

De izquierda a derecha las culatas de los rifles probados: Brno Effect, Baikal Spartan y PPK R1.

El techo, en cuanto a potencia se refiere, viene de la mano de Hornady con su renombrada serie –antes LM–  Superformance. Dentro de ella, encontramos cuatro cargas, dos en 150 y dos en 165, con proyectiles GMX y SST. La más rápida de ellas es la SST de 150, un proyectil con punta de polímero de primera generación, con una velocidad en boca de 914 m/seg, bajando a 300 metros unos 25 cm. La GMX del mismo peso –un hibrido entre las Tipped y los monometálicos– pierde algo de velocidad, quedando al final en 896 m/seg. El motivo es más que evidente: el plomo tiene mayor densidad que el cobre, por lo tanto, para conseguir el mismo peso, la longitud del proyectil ha de ser mayor. Por un lado, puede representar una ventaja al aumentar el CB,  pero en nuestro caso, con un volumen interno de vaina tan ajustado, todo lo que el proyectil se introduzca de más en la vaina, supondrá una merma –aunque este no sea el caso– a quien no está sobrado.

En un intento por equilibrar algo mas carga-peso, entran en juego los 165/168 grains, compensando la pérdida de velocidad con la ganancia de Coeficiente Balístico. Pueden ser una buena opción como todo uso, y en disparos de rececho sobre venados de montaña.

Las puntas de 180 grains personalmente sólo las recomiendo para disparos cercanos o medios, para caza de acoso y esperas. El aumento de peso jugara a favor del mayor poder de parada, aunque reconozco que prefiero elegir un proyectil más ligero que me de la expansión que desee que perder  velocidad… ya ve, de nuevo la diferencia de teorías, ¿más peso o más velocidad?

Por supuesto, estos últimos gramajes e incluso los superiores, son los recomendables cuando nos enfrentemos, fuera de nuestras fronteras, con grandes antílopes, osos y ciervos, obligándonos, no obstante,  a medir con cautela la distancia de tiro.

Los rivales directos del .308 Winchester se encuentran dentro de la cartuchería media, pudiendo decirse que comienzan con el .270 Winchester hasta acabar en los 8 mm.  Tal vez sus mayores contrincantes sean sus parientes mas cercanos, el 7 mm-08 Remington y el 30-06 Sprf. El primero cuenta con todas las ventajas de la vaina de nuestra estrella, con todo lo que supone si pensamos en las armas que lo recamaran. Objetivamente, el 7,62×51 gana en polivalencia, al ser capaz de enfrentarse a especies mayores con más soltura, vamos, sencillamente vence mediante un alarde de fuerza bruta. Analizados solo frente a especies medias cercanas a los 100 kilos, mi elección siempre sería el 7 mm-08 Remington. Frente al 30-06 Sprf, utilizando pesos cercanos a los 150 grains, su rendimiento práctico es muy similar, aventajándole por la comodidad de las armas que lo montan. Evidentemente cuando las especies a cazar son muy pesadas, el 30-06 Sprf mueve mucho mejor pesos iguales o superiores a los 180 grains, ganando  con rotundidad. Algo parecido a lo descrito con estas dos comparativas, ocurre cuando lo enfrentamos con el .270 Winchester, .280 Remington, 7×64, 8×57 JS: menor tensión de trayectoria y algo mejor poder de parada respecto a los cartuchos de menor diámetro, menor polivalencia que los de mayor diámetro –a pesar de la oferta–, pero sobre todo, una sobresaliente coalición para recamarar armas tremendamente útiles, livianas y cortas, con poco retroceso, indicadas tanto para mujeres y jóvenes como para cazadores avezados. En definitiva, herramientas muy prácticas. Continuará. CyS

Mi agradecimiento a las empresas Excopesa y Armería Fuertes de Colloto (Asturias). Sin su colaboración la realización de este artículo hubiese sido imposible.

Texto y fotos: Michel Coya [[email protected]]

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.