África Internacional

A fondo con… Tony Sánchez Ariño

Tony Sánchez Ariño
Tony Sánchez Ariño

Era casi una obligación rendir un homenaje al maestro Sánchez Ariño en su octogésimo cuarto cumpleaños. No ha sido fácil, pero, por fin, hemos podido ‘cazar al cazador’,tras un largo ‘rastreo’, y ahora, sin ninguna posibilidad de escape, comienza ‘el lance’, acosarle con muchas preguntas que siempre nos han rondado y a las que, suponemos, contestará con su habitual ‘falta de complejos’, sin pelos en la lengua…

Caza y Safaris (CyS):  Maestro, creemos que ha llegado la hora de que nos aclares algunas cosas, muchas, que siempre nos han interesado sobre tu persona, tu figura y tus actividades cinegéticas, casi todas de sobra conocidas, pero otras… aún en la sombra.

Tony Sánchez Ariño (TSA): Claro que sí, podéis preguntarme lo que queráis que lo haré con mucho gusto, aunque sepamos que a algunos no les gusten mis opiniones y mi forma de pensar, pero las cosas son así, para bien o para mal, y si a mis 84 años, recién cumplidos este mismo mes de febrero, no puedo llamar a las cosas por su nombre, sería un tonto o un cobarde y, valga la inmodestia, no creo estar dentro de esas calificaciones ni por exceso ni por defecto…

CyS: Para empezar el ‘interrogatorio’ queremos unos apuntes de tu vida personal, desde tu juventud hasta que te convertiste en cazador profesional.

Con el rey de la selva...
Con el rey de la selva…

TSA: Así, en rasgos que puedan ser interesantes para el lector, decir que nací en Valencia el 16 de febrero de 1930 –en la calle Ruzafa y bautizado en la Iglesia de San Valero, o sea, valenciano por los cuatro costados–. Mi padre fue uno de los médicos cirujanos más famosos de su tiempo, y mi madre… una bendita, pendiente de mi hermano menor, ya fallecido, y de mí, haciendo lo imposible porque ambos fuéramos felices a pesar de las circunstancias negativas que nos tocó vivir con la inoperante República, la Guerra Civil y la postguerra. Pero, con fe en Dios y en nosotros mismos, salimos adelante sin traumatizarnos y mirando siempre al futuro.

Comencé el bachiller en 1940, en el Instituto Luis Vives, de Valencia, claro, y como premio a mis logros en los estudios, mi padre me regaló una escopeta de 9 mm, y lo hizo con el mérito que supone el saber que él siempre odió la caza, aunque también lo hizo, pobrecillo, porque yo ya estaba, por aquel entonces, medio loco soñando con cacerías en África y todo lo que fuese aventura… Por eso, haciendo de tripas corazón, intentó que tuviese aquello que yo deseaba con toda el alma. En toda mi familia, paterna y materna, nunca hubo un cazador ni nadie que supiese lo que era una arma… y ahí aparecí yo con las ideas más extrañas, para ellos, aireando a los cuatro vientos que me haría cazador profesional de elefantes en África, como así fue diez años más tarde, tras vencer toda clase de obstáculos y abandonar, entre otras cosas, una prometedora carrera en Medicina. Pero ‘mis’ elefantes pudieron más y allí me fui con ellos… hasta hoy.

CyS: ¿Y qué nos cuentas de tus otras aficiones…?

TSA: La verdad es que no pueden ser más opuestas a mis cacerías y exploraciones… He de reconocer mi gran pasión por la filatelia colonial africana, coleccionando sellos desde que tenía 7 años, o sea 77 años ya… Además, soy un gran amante de la música clásica, la ópera italiana, nuestras preciosas zarzuelas, de los tangos argentinos de Carlos Gardel y las canciones antiguas del tipo A la orilla de un palmar, Amapola, Princesita, etcétera… tan agradables y sentimentales. Por el contrario, me horroriza esa música moderna cacofónica que todo son alaridos con el público dando saltos como monos histéricos… Respecto a la ópera, soy supertradicional, y encuentro inadmisibles esas nuevas puestas en escena actualizando temas de hace siglos a hoy en día, un verdadero vomitivo, tan sólo aceptado por cuatro cretinos que se las dan de superexquisitos y, sobre todo, de intelectuales… ¡pobres desgraciados!

Gran Búfalo cafre, Tanzania, 1986. El ejemplar 1.331de los cazados por Tony.
Gran Búfalo cafre, Tanzania, 1986.
El ejemplar 1.331de los cazados por Tony.

CyS: Bueno, Maestro, no te alteres que ya está cada uno en su sitio… Hay una cosa que nos llama la atención: ¿es verdad que nunca fumaste ni tomaste alcohol a pesar de haber estado toda tu vida rodeado de personas que sí lo hacían?

TSA: Sí, es verdad, jamás fumé ni tomé una copa, incluido el vino. De lo que sí soy un verdadero ‘alcohólico’ es de los zumos de fruta, capaz de beberme una cosecha de naranjas de mi Valencia natal…

CyS: Otra cosa que nos llama la atención es que siempre vas perfectamente afeitado, incluso en el último rincón de África, además de ponerte chaqueta y corbata tan pronto como sales de la selva. Con ese aspecto, y perdón por la ‘impertinencia’, no pareces un cazador…

TSA: Es que lo soy, no tengo que parecerlo. Eso lo dejo para esas ‘caricaturas’ de cazadores, todavía en fase primaria, que gustan de ir por ahí disfrazados con saharianas sin mangas, pantalones cortos, muy cortos, y llenos de ridículas etiquetas en la pechera, como si fueran condecoraciones que se pueden comprar en cualquier tienda de souvenirs.

CyS: ¿Nos cuentas algo más de índole personal antes de entrar en el tema profesional?

TSA: Como colofón a este tema, que habéis dado en llamar personal, deciros que me casé a los 34 años con Isabel, que se convirtió, sin la menor duda, en el mejor trofeo que conseguí en mi vida –como lo demuestra que el pasado 8 de diciembre celebráramos nuestras bodas de oro, cincuenta años de felicidad sin problemas– y que somos padres de tres hijos, Antonio, Jorge y Carlos, altos y fuertes, que han sido una dicha para nosotros. Quizá, por el ejemplo que han tenido, sin haberles dicho nunca ni una sola palabra al respecto, ninguno de ellos fuma ni bebe.

CyS: Dando un ‘salto en el espacio’, tenemos entendido, es más sabemos, que ostentas el récord absoluto de longevidad cinegética como cazador profesional en África…

TSA: Eso no lo digo yo, lo han dicho y confirmado diversas asociaciones de cazadores africanos, lo que marca la diferencia. El que uno diga, o pretenda, esto o lo otro, no tiene ningún valor mientras no lo confirmen los demás. El pasado mes de julio, celebré sesenta y dos años de cazador profesional en África, lo que es… una temporadita.

Elefante en Botswana.
Elefante en Botswana.

Detrás de mí, según informan, está mi viejo amigo Harry Selby, que celebró cincuenta años, hoy residente en Botswana alejado del mundo de la caza debido a serios problemas de salud. El otro amigo, más joven que nosotros, es Robin Hurt, que en 2013 celebró también cincuenta años de cazador profesional y sigue activo en su granja de Namibia.

CyS: ¿Sabes cuántos cazadores profesionales de la belle epoque han sobrevivido hasta hoy? Nos referimos a esos que han superado los ochenta años de edad, los míticos white hunters del ayer, miembros de la más que prestigiosa Asociación de Cazadores Profesionales de África Oriental, con sede en Nairobi.

TSA: Si no me equivoco… sólo unos pocos: Tony Dyer, Harry Selby, Andrew Holmerg, Jhon Dugmore, Tony Archer, Jhon Northcore, Tony Seth-Smith y yo. El resto ya partió, desgraciadamente, de este mundo. De los supervivientes soy el único en activo y muy cerca del ‘final del camino’, como ley de vida que es sin apelación posible.

CyS: Tenemos alguna idea de que también estuviste muy involucrado en la conservación de la fauna, colaborando con diversos gobiernos en la creación de reservas, gracias a tus conocimientos directos sobre el tema…

TSA: Tuve el honor y la satisfacción de colaborar con los gobiernos en la creación de reservas en Sudán, el antiguo Congo Belga, la vieja Guinea Española y Angola. Siempre digo que me siento tranquilo, porque, por cada elefante que cobré, salve la vida de, al menos, cuarenta, lo que no es una mala proporción, ¿no os parece…?

Precisamente, en Sudán, en 1960, el nuevo gobierno local me los dio derechos de caza en toda la zona de la altiplanicie de Boma, en el sureste del país hasta los confines de Etiopía. Hice la primera prospección y me quedé con la boca abierta al ver la cantidad y variedad de animales que la poblaban, tranquilos y mansos al no haber tenido nunca contacto con los seres humanos, ya que eran muy pocos los que habían llegado hasta allí. Por todas partes había antílopes hartebeest, topis, gacelas de Grant, elands, miles de White pared kob que lo cubrían todo hasta el horizonte, cebras, jirafas, búfalos, etcétera, con leones tumbados debajo de los árboles sin hacerme el más mínimo caso por mucho que me acercara. Por eso, en los puntos de vegetación densa, a lo largo de los riachuelos, se encontraban muchos rastros de leopardos, llegando a ver muchos de ellos a pleno día deambulando por las llanuras. La altiplanicie era un auténtico paraíso, un resto de aquella primitiva África que ya desaparecía por todas partes, por lo que tomé una rápida resolución.

Rinoceronte negro en una auténtica fotografía con historia...
Rinoceronte negro en una auténtica fotografía con historia…

Tan pronto como regresé a Juba, la capital de Sudán Meridional, fui directamente al Departamento de Caza para ponerles al corriente de lo que había visto y pedirles que, de la forma más absoluta, se prohibieran los safaris y todo tipo de caza en el referido altiplano de Boma, ya que era un crimen deshacer aquella maravilla. El jefe de departamento se quedó extrañado ante mi petición, pues pensaba que aquello era magnífico para mis actividades, aunque le contesté que me sentiría como un criminal si colaboraba en la destrucción de aquel paraíso perdido. Junto con un croquis, lo pasó al Gobierno de Khartoum a ver qué decidía, con el resultado final, para mi supersatisfacción, de que prohibieron cazar, convirtiéndolo en una reserva integral de caza para, más tarde, hacerlo un parque nacional. Desgraciadamente, esto nunca se materializó debido a los grandes problemas políticos, que siguen, pero como la altiplanicie está ‘más lejos de muy lejos’, además sin elefantes, y por tanto, sin el valioso marfil ni nada que robar o saquear, me autoconsuelo pensando que aquel paraíso que un día fue mío, seguirá lejos del alcance de esta bestia depredadora que es el hombre…

CyS: Ya que viene al caso, ¿cómo ves el futuro de la caza en África? Por tus libros y artículos sabemos que cazaste elefantes en 23 países africanos, aparte del resto de los llamados cinco grandes, en los que siempre te centraste, lo que te habrá permitido tener una idea directa del panorama cinegético y su evolución a lo largo de los años que llevas bajo el sol africano…

TSA: Esta pregunta os la tengo que responder desde dos vertientes: la deportiva y la profesional, que al final convergen en sus puntos negativos, no pudiendo ser más horrible, y sin solución, su negrísimo futuro.

El África de hoy es un volcán en plena erupción, sumido en un caos y una absoluta falta de control, junto con la incompetencia, ignorancia, avaricia y terrible corrupción de la mayoría de los dirigentes políticos, con la connivencia de altos mandos del ejército y policiales que, sin la menor duda, respaldan y fomentan el más terrible e imparable furtivismo, que le está dando ‘la puntilla’ a toda la fauna africana, pues donde ya no quedan elefantes con su marfil y rinocerontes con sus cuernos, existe un floreciente mercado de carne, bush meat, en el que todo vale: machos, hembras, viejos, jóvenes, crías… que es la forma más devastadora para acabar con el último ejemplar de cualquier especie de caza. Las posibilidades cinegéticas se van reduciendo día a día, como ocurrió en el pasado 2013 que se cerró la caza en Zambia y Botswana, además de la República Centroafricana debido a una terrible guerra civil entre cristianos y musulmanes en la que, por lo visto, lo están arrasando todo: seres humanos y animales salvajes. En el pasado noviembre comenzó otra guerra civil en la nueva República de Sudán Meridional, o del Sur, como suelen dominarlo, con lo que todos los planes de reabrir la caza allí se han ido al diablo, y donde los habitantes locales no tendrán más solución para su supervivencia que comerse los pocos animales que queden, y más contando con decenas de miles de fusiles AK47, Kalashnikov, que quedaron en manos irresponsables después de la larga guerra con el Norte musulmán para conseguir la independencia, o sea, un verdadero desastre. En otros países, abiertos aún a la caza deportiva, al norte del río Limpopo, las cosas tampoco están demasiado brillantes, por desgracia, siempre con la lacra del furtivismo que aumenta cada día y sin forma de pararlo…

Hay más… Según datos oficiales, en Mozambique se furtivean de tres a cuatro elefantes diarios. En la famosa Reserva de Nyasa, en el norte del país, hasta el límite meridional con Tanzania, separados ambos países por el río Ruvuma, no han dejado ni los rabos, y lo mismo por el resto del territorio, donde los furtivos utilizan todo tipo de malas artes para conseguir sus fines, incluido el veneno… Todo esto está diezmando la fauna salvaje hasta puntos sin retorno. En Zimbabwe la situación también empeora y el pasado mes de noviembre envenenaron con cianuro varias charcas dentro del Parque Nacional de Hawange, el mayor y más importante del país, con el resultado de que murieron trescientos elefantes que aparecieron sin sus correspondientes colmillos. El desastre fue doble porque todos los animales que bebieron de esas aguas, como búfalos, cebras, diversos antílopes, felinos… murieron por culpa del cianuro. Y esto han sido las noticias más importantes por su impacto internacional, sin que se sepa el cotidiano día a día que, por desconocido, supone unas cifras aún mucho mayores.

Presentando uno de sus libros en Cinegética 2014
Presentando uno de sus libros en Cinegética 2014

En febrero y marzo de 2012 (como ya publicó esta revista), los furtivos, procedentes de Sudán, llegaron al norte de Camerún y arrasaron el Parque Nacional Buba Njida, matando unos 800 elefantes de todos los tamaños, y regresando a Sudán con su botín después de atravesar, de este a oeste y de entrada y de salida, toda la República Centroafricana, además del suroeste del Tchad hasta llegar el referido Parque Nacional de Buba Njida, sin que nadie viera pasar una caravana de hombres armados, con caballos y camellos, superando el kilómetro de larga… algo que demuestra lo bien que se organizó esta masacre entre los mafiosos del Sudán y Camerún con algunas autoridades de la República Centroafricana y el Tchad, donde todos debieron tener las manos bien untadas para impedirles que vieran nada.

El pasado 2013, el Gobierno de Gabón declaró que entre los años 2005 y 2011 se mataron furtivamente unos 11.000 elefantes en el país, todo cubierto de selva ecuatoriales. Si ésta es la cifra oficial, indudablemente la real será el doble, en un país con fronteras sin vigilancia con la Guinea Ecuatorial, Camerún y Congo-Brazzaville, por donde podría salir todo el marfil del mundo sin que nadie se enterase, pues el furtivismo en estos tres citados países es una actividad nacional a la que se dedica abiertamente todo el mundo.

Hacia diciembre de 2013 se hizo pública la noticia de que cada diecisiete horas se mataba furtivamente un rinoceronte en África del Sur, estando involucrado en ello negros y blancos totalmente prostituidos por la mafia china, que paga verdaderas fortunas por los cuernos de estos infortunados animales que, al paso que van, no tardarán en desaparecer del mapa africano ante la codicia del ser humano, pues, los cincuenta o sesenta mil euros que suelen pagar por rinoceronte, es una tentación para muchos, que no dudan en arriesgarse por los posibles beneficios.

En Tanzania, a pesar de los esfuerzos realizados contra los furtivos, es ya una batalla perdida con los elefantes, de los que están matando grandes cantidades al ser un país muy difícil de cubrir en todos los frentes, especialmente teniendo en cuenta que la práctica se realiza doce meses al año, con o sin lluvias, habiendo desaparecido ya la mayoría de buenos ejemplares, como puede verse al final de cada temporada de safaris deportivos, con el constante peso de los colmillos en disminución. En Namibia, en el llamado Caprivi Strip, en la zona noreste del país, los furtivos procedentes de Zambia y Angola están matando elefantes hasta el punto de que el Gobierno tuvo que enviar tropas del ejército a luchar contra ellos, calculando que nada bueno saldrá de este desastre. En el Camerún, otra vez, y a la vista de lo sucedido en 2012, se ha prohibido la importación de marfil procedente de este país, en toda Europa, además de haber estado siempre cerrada en los EEUU, quedando sólo México y Rusia como destinos por los que aún se permiten traer los colmillos procedentes de Camerún. En EEUU nunca se permitieron traer los trofeos de elefante procedentes de Mozambique.

Toda esta larga epístola, que bien merece un libro, es para aclarar, lamentablemente, que los safaris de antaño se acabaron de la forma más absoluta en la mayoría del continente, donde la ‘bola de nieve cinegética’ se va haciendo más y más grande, y negativa, cada día y acabará por arrasarlo todo en dos o tres años al norte del río Limpopo, quedando tan sólo el Cono Sur de África, de momento…

Rinoceronte negro, 1971. Con Isabel...
Rinoceronte negro, 1971.
Con Isabel…

Sin querer menospreciar a nadie, ni a nada, hay que reconocer que la caza en Sudáfrica, donde las especies animales han aumentado de forma asombrosa, afortunadamente, nada tiene que ver con el verdadero safari, cuando lo cargábamos todo en uno o dos camiones: equipos, provisiones, combustible, personal nativo… y marchábamos libremente a las zonas que cada cual quería, o conocía, de acuerdo con los deseos cinegéticos del cliente, apretujados en los vehículos de caza cargados hasta las orejas, sin las malditas concesiones luego impuestas sobre un mapa y hechas con tiralíneas –sin tener en cuenta otros factores, como son las naturales migraciones animales según la época del año, entre otras– y a las que odio con toda mi alma porque fueron el principio del fin del safari.

En Sudáfrica el panorama es totalmente distinto, pues, por ley, todas las granjas de caza o ranchos han de estar cercados, de manera que los animales no puedan escaparse y realizar destrozos en la agricultura local, que se alterna por todas partes, garantizando el éxito de la cacería al no tener escape los animales. Los campamentos son verdaderos hoteles de cinco estrellas, donde el Toyota Hunter, podría disparar a los animales que no tienen ninguna defensa.

En mi modesta opinión, la palabra safari la tendrían que borrar del lenguaje, denominándolo ‘vacaciones cinegéticas’, que es lo que son en realidad, y que conste que hablo con conocimiento de causa… Simplemente llamo a las cosas por su nombre a la vista de los hechos y sin el más mínimo prejuicio personal, ya que, por suerte o por desgracia, ya pertenezco a otra época y otra generación, en rápida vía de extinción, que nada tiene que ver con el presente…

CyS: Indiscutiblemente, llamas a las cosas por su nombre. Y tras este panorama que de forma tan genial nos has pintado –con pinturas negras–, ¿qué les aconsejarías a esas personas que aún sueñan con ser cazadores profesionales en África?

TSA: Pues, de la forma más rotunda, que se olviden y se busquen otro medio de vida con más futuro, ya que el verdadero safari está agonizando y se acabó en la mayoría de los países africanos, donde sólo quedan cuatro rincones ofreciendo interés cinegético y relativa seguridad personal, lo que es muy importante. Lamento ser tan negativo con los que aún sueñan con ser un White Hunter conduciendo grandes safaris, pero… eso ya es historia, sin retorno posible. Comprendo los sueños, pues me veo reflejado en ellos durante sesenta y muchos años, pero eran otros tiempos, las posibilidades eran infinitas y podían ser un buen medio de vida, con los safaris moviéndose de un país a otro, como yo, que cacé, creo que ya me lo habéis dicho, elefantes en 23 países distintos a lo largo de estos años.

En la actualidad sólo van sobreviviendo en Tanzania, Mozambique y Zimbabwe, como territorios para safaris en general, ofreciendo una diversa gama de trofeos, pero con sus problemas correspondientes. Algo en Malawi, cocodrilos e hipopótamos, y en Uganda, donde se permite cazar elefante y león, centrado principalmente en el búfalo del Nilo, el cob de Uganda y las dos variedades de sitatungas. El futuro profesional no tiene posibilidades de actuar en Etiopía, donde los nativos tienen prioridad absoluta y derechos exclusivos en las concesiones oficiales. Además, no se permite cazar elefante y se cobran pocos leones y leopardos cada temporada. La pieza reina de Etiopía es el nyala de montaña, que cuesta unos 60.000 euros, pagados por adelantado y a fondo perdido, se cobre o no el nyala, cosa un tanto incierta por los problemas climatológicos, principalmente nieblas.

Doblete de leones...
Doblete de leones…

En África Occidental hay dos países, Burkina Faso y Benin, donde también se puede cazar, pero sólo tres trofeos interesantes: el Western buffalo, Western roan y Western hartebeest, lo mismo que en el norte de Camerún donde se añade el eland de Derby, uno de los grandes trofeos africanos. Como he mencionado, el único país donde uno podría hacerse cazador profesional es África del Sur, donde, por cierto, hay muchos españoles involucrados en esta actividad, pero siempre dentro de zonas cercadas, independientemente de la extensión de los ranchos o granjas, donde la caza es totalmente artificial, guste o no, y nada tiene que ver con el verdadero safari. Para que la caza sea caza, siempre han de estar presente tres condiciones: dificultad, inseguridad y esfuerzo, cosas que, mucho me temo, son desconocidas en aquellas latitudes.

CyS: Realmente interesantes, impresionantes, tus aclaraciones, pero… siempre te las arreglas, o nos toreas, y no hablas de ti…

TSA: Sabéis como soy y no me gusta el autobombo, ridículo y lamentable, como el famoso Juan Palomo, que tanto abunda en este nuestro mundo de la caza… lo que hice fue para mi satisfacción y porque era parte de mi trabajo y mis obligaciones… sin pretensiones.

CyS: Tienes 84 años y casi 63 de experiencias cinegéticas, al menos nosotros creemos que, por encima de tu modestia, te has ganado el derecho a presentar un palmarés que, incluso en contra de tu voluntad, vamos a publicar en un cuadro de honor anexo a esta entrevista…

TSA: Si con lo de que tengo 84 años insinuáis que me queda poco tiempo de ‘danzar por estas tierras’ os diré que estáis muy equivocados, pues pienso, por lo menos, duplicarlo, ¿por qué no…? Ahora, hablando en serio, procuraré aclarar todos esos ‘secretillos’ que parece interesan tanto a todo el mundo sobre mis actividades ‘no pregonadas’ a los cuatro vientos, pero, que conste, que sois los culpables de esto que voy a hacer, tan en contra de mis principios… En fin, alguna vez había que tirar de la manta con la excusa de los dichosos 84 años… Y, para que no tengáis que s’obornar’ a Isabel, para que os los cuente, prometo pasaros un listado por escrito.

CyS: Querido Maestro, es un honor y un orgullo para esta publicación el haber podido compartir esta, tan intensa como agradable, conversación y, además, ser los primeros en publicar tus logros y hacérselos llegar a todos los cazadores. ¡Muchísimas gracias, de corazón! CyS

Por Redacción

Tony3

 

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