África Internacional

Especies de la llanura masai, norte de Tanzania

García Escorial con los masais y un trofeo de dik dik.
García Escorial con los masais y un trofeo de dik dik.

Considero que la verdadera inversión económica de un consultor de caza ha de realizarse en investigar las áreas de caza, de los distintos países donde se pretende enviar a los cazadores.

No debiera, pero aún me sigue escandalizando como tanto ‘asalta trenes’ prepara una preciosa página web de diseño con destinos de caza en todo el mundo, cuando apenas ha salido de su aldea castellana, balear, murciana, canaria o de cualquiera de las 17 autonomías que han destrozado la idea infantil y romántica que teníamos de un país llamado España. No es de extrañar lo poco que les dura su aventura y la cantidad de cazadores de buena fe que dejaron sus ilusiones en la cuneta de los sueños perdidos.

Durante años tuvimos cubierta nuestra oferta del norte de Tanzania con el excelente bloque de lago Natron. Era tan grande que en la nueva distribución de concesiones se ha repartido entre cuatro compañías distintas. Al quedarme huérfano de un bloque con referencias directas, en 2014 me puse el uniforme de investigador, y acompañado de mi amigo Juan Carlos fui a descubrir otro destino en la estepa masai para las especies específicas del norte de Tanzania en los llanos de Kitwai, que fue operado durante años por Tanganika Wildlife Safaris, una de las compañías de Gerald Pasanisi, que no necesita presentación en el mundo de la caza africana. Pero, como tantos bloques de este ilustre personaje, no es que estuviera infrautilizado, es que ni siquiera tenía carreteras de acceso.

Fauna única

Pero, cinegéticamente, me gustó, tanto como para hacer un paquete inédito en la industria del safari que incluye una amplia representación de la fauna específica de esta singular área de caza con trofeos que sólo se pueden conseguir en la actualidad en estos territorios, y a un precio más que atractivo para el tipo de especies ofertadas.

Gacela de Grant.
Gacela de Grant.
Antílope jirafa.
Antílope jirafa.
Lesser kudu.
Lesser kudu.

 

 

 

 

Mi calendario personal de 2015 me tiene cogido por lo recargado –en Tanzania se abre la temporada el 1 de julio–, y sólo dispongo de unos días para hacer una prueba comercial. Me hubiera gustado estar a primeros de mes, pero nunca tuve las fechas a mi disposición. Pero logro encontrar un corto hueco a mediados del mes de julio, coincide con mi 65º cumpleaños, pero mi mujer sabe que me encanta celebrar ese día en África.

La cita en el hotel de Dar es Salaam es a las diez de la mañana, menos mal que no es a las ocho para esperar hasta las doce que nos vengan a buscar, esta vez son más puntuales y el retraso sólo es de tres horas. La excusa la de siempre, el tráfico, ¡pero si es el mismo de cada día!, lo que hay que hacer es levantarse antes para evitar el atasco cotidiano y llegar en hora. El coche es una cómoda berlina Land Cruiser, hemos mejorado.

Viaje pintoresco

Primera parada en Shoppers, un supermercado que tiene de todo. Hasta hace muy poco estos establecimientos no existían en el país y era un galimatías hacer la compra de bebidas alcohólicas y delicatessens en distintas pequeñas tiendas en el endiablado laberinto callejero de Dar. En Tanzania paro en esta cadena, en Sudáfrica en Pick&Pay, en Canadá en Metro, en España en Mercadona, Walgreens en EEUU… Lo bueno de ir a los mismos sitios es que ya conoces la distribución de los productos y vas a tiro hecho. Cambiamos a  moneda local, nos servirá por si acaso a lo largo del camino, y si sobra, para propinas. Comemos algo en un fast food. Me dicen que serán nueve horas de viaje y que es una nueva ruta que han abierto y que no hay que cruzar el río.

El viaje por carretera es de lo más pintoresco para alguien que nunca haya viajado por estos países, para el viajero veterano, el mejor consejo es que se haga su hueco dentro del cómodo vehículo dispuesto a pasar un largo viaje, si tiene facilidad para dormirse en un coche en marcha, pues mejor. Esto es posible en la primera mitad del viaje que, excepto desvíos, es por asfalto; cuando entra la carretera o camino de tierra el ir dormido no es tan fácil y, además, la noche cerrada no permite ver nada, sólo a un bushpig huidizo a la luz de los faros.

jose garcia escorialTANZANIA 981

Carlos y los masais vadeando el río.
Carlos y los masais vadeando el río.
Juan Carlos con su Grant y los masais.
Juan Carlos con su Grant y los masais.

Llegamos a las doce de la noche al campamento con dos novedades: no hay nada que comer (tiro de mis estratégicas reservas que he ido acumulando desde que salimos de Madrid) y no hay agua para lavarse, sólo botellas de litro y medio de agua mineral.

El camp manager

El agua es un gran problema en la época seca en la estepa. Los masai acuden a los lejanos aguaderos cada tres días con todo su ganado y sus burros con garrafas amarillas en las angarillas. Se traslada todo el mundo, mujeres y niños… la realidad es que es un espectáculo lleno de colorido y cada vez que me cruzo con esta cuasi cotidiana emigración agoto mis reservas de caramelos para los niños, que miran asustados con sus enormes ojos de sorpresa. Vuelven del aguadero a su aldea, en dos días se agota el agua, y otra vez hay que hacer la treintena de kilómetros hasta el aguadero más cercano.

Nosotros, al disponer de un coche para el agua, y además de un servicio de un camión que cada tres días se acerca al campamento con 10.000 litros, deberíamos estar servidos, pero no es así y tan sólo nos pudimos duchar en dos ocasiones, para mí un hecho inédito en más de 150 excursiones realizadas a África.

Steenbuck.
Steenbuck.
Gran dik dik.
Gran dik dik.

¿Culpable? Pues, sin duda, el encargado, lo que pomposamente se llama camp manager. Yo creo que los reclutan entre las personas más torpes del planeta, debe haber una selección de discapacitados mentales a nivel mundial y a los primeros números se les da un empleo de camp manager. En 2014 en Zimbabue, no con uno, sino una pareja de camp managers, al sexto día de safari manifiestan que no tienen café… Sólo estaba cazando elefantes con un cliente, y yo tomo el té que traigo desde casa. Otra experiencia: abro el sándwich a mediodía, le quito el plástico protector y, entre los dos trozos de pan, hay ¡absolutamente nada! Me quejo al camp manager y al día siguiente reviso antes de salir la neverita y ¡lo mismo…! Organizo un zafarrancho y arreglo la situación.

Otra, en Zimbabue 2015, cuarto día de safari, no hay nada de fruta… ¡era lo único que se había pedido por escrito al cerrar el safari! Responde el camp manager: «Mañana traigo fruta, el suministro está tan sólo a dos horas». ¡Y encima se ponen los primeros en la lista de propinas y pretenden una suma equiparable al sueldo del director general de Inditex!

Pero lo del agua de este campamento no tiene sentido, y el nombre del camp manager, que encabeza la lista de propis, se queda sin cantidad en el reparto del último día.

La zona de caza

La zona de caza ha cambiado con respecto a 2014. Los animales, apenas ven el coches, salen despavoridos, y esto sólo se puede deber a una caza descontrolada desde el coche. El dueño de la concesión apenas lo ha cazado, la hipótesis más realista es que le estén dando cera a la zona ahora que ya dispone de caminos de acceso. La respuesta la encontramos cuando detenemos a un coche erizado de rifles y que lleva hasta a un oficial game scout que está cazando nuestro área con total impunidad.

La buena noticia es que, al cabo de la primera jornada, hemos visto a todas las especies específicas de la estepa masai que habitan en la zona. Ya sólo es cuestión de tiempo (no tenemos mucho) y de acierto en los tiros.

En la llanura los disparos largos se imponen, pero la caza mosqueada ha pasado de aguantar hasta 200 metros a ponerse a correr como posesa a los 400 metros. Para estas distancia los habituales calibres .300 Winchester Magnum o 7 milímetros Remington Magnun se quedan un poco cortos. Añoro el haber puesto a disposición mi .300 Remington Ultra Magnum, que hubiera superado las dificultades de la larga distancia, con una punta Scirocco de 150 grains, no hace falta más peso para el tipo de fauna a abatir.

Un amigo mío, ahora malito (¡ánimo, Fernando!), dijo una reflexión muy sabia en un safari también en Tanzania: que el balance de una cacería habría que hacerlo un mes después de haberla acabado. Estoy de acuerdo, pero, por lo menos, hay que esperar a que se acabe el safari, pues hasta que se mete el rifle en la maleta de viaje te puedes llevar alguna sorpresa.

El safari

En el último día de caza del corto safari, tan sólo seis días, hemos visto mucho Lesser kudu. Este animal está fuera del paquete contratado y es, junto con el gerenuk, el animal más singular de la llanura masai, dos especies que por sí solas justifican un viaje, y que sólo se pueden abatir ahora aquí. En Etiopía son especies diferentes. El Lesser kudu, una preciosa miniatura de su pariente el gran kudu, es un animal bellísimo. Para mí la especie más bella del mundo animal es el sable, pero el mini kudu se encuentra en mi personal ranking entre los cinco primeros.

Órix orejas de pincel.
Órix orejas de pincel.
Gerenuk.
Gerenuk.

Es abundante en esta zona, pero en  la mayoría de las veces sólo aciertas a verlo tapándose entre la cobertura vegetal del bajo monte de matorral, fundamentalmente de acacia, donde tiene su hábitat. Te da pocas oportunidades y, si no las aprovechas, lo normal es volverte sin él; por eso no quise incluirlo dentro del paquete y dejarlo como opcional. Los tiros, por fuerza, no son largos y el peso no supera los 110 kilos.

Impala eastern de 28 pulgadas.
Impala eastern de 28 pulgadas.

Tocamos diana muy pronto para estar en el campo con las primeras luces, para ver si sorprendemos algún macho cruzando el pastizal hasta su encame. Y como Eustaquio, Huberto y Diana, nos ayudaron en tantas ocasiones, ahora lo vuelven a hacer. Un macho de Lesser kudu, de fantástico trofeo, está comiendo a menos de un kilómetro en lo limpio.

Hartebeest de Coke.
Hartebeest de Coke.

Intentamos hacer el mínimo ruido y walking safari, en inglés, anatembea safari, en swahili. Vamos andando avanzando muy lento, muy pegados, con la cabeza gacha, le pongo la gorra a los palos de tiro que bambolea a nuestro paso para simular que somos una unidad de un animal que se desplaza intentando pasar desapercibidos…, sólo las luces del amanecer nos pueden tapar, la vegetación es un pastizal ralo que no permite cobertura alguna.

Compruebo la distancia con el medidor de los prismáticos, aún 400 metros. El animal se desplaza un poco en su careo, pero ajeno a nuestra presencia. Me impaciento cuando llego a los 300 metros, pero es una locura no arriesgar estando tan tranquilo el animal. Cuando llegamos a los 200 metros estoy deseando descabezar a los palos de tiro, pero un poco más adelante abrimos el trípode y el cazador apoya el rifle.

Susurro: «130 metros, el precioso animal está un poco girado, espera cuando se cruce». Un broadside shot (en inglés, se desliza), pero aún no ha dado el costado completo cuando se oye en la carne el impacto de la bala. 

No ha sido un safari fácil, el resquemor de los animales y la excesiva distancia de tiro comprometen el resultado, pero a favor tenemos que la fauna estaba allí y, aunque el camp manager nos siga martirizando haciendo desaparecer el agua por su infame gestión, seguimos con la suficiente fe hasta acabar con los objetivos marcados y con los excelentes trofeos que ilustran este artículo. CyS

Por José García Escorial / [email protected]

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.