África Internacional

Safari en el Western Cape, un destino diferente

western cape áfrica búfalo

Cada vez que me hablan de volver a África, mi pulso se acelera y mi imaginación vuela hacia aquellas tierras de arenas rojas y noches de cielos estrellados. Yo he cazado en varias ocasiones en destinos en otros continentes, pero pocas cosas se pueden comparar con la experiencia cinegética que significa un safari en África. Si un cazador no ha estado allí, su primer destino para cazar fuera de España debería ser África. ¡Nada se puede comparar a esta experiencia única!

En la feria de Cinegética 2015 contacté con la gente de Spitskop Safaris, con los que había tenido ya experiencias muy positivas anteriormente, y les hablé de mis planes en África para este año. Andaba buscando cazar el búfalo cafre y, además, estaba tras una serie de antílopes poco comunes, para completar poco a poco mi colección. Cuando sabes que algo ha funcionado bien, es mejor no cambiar de gente con la que trabajar, y José María Aranda me ha asesorado siempre acertadamente. Él me recomendó que hiciésemos un recorrido diferente, y que fuésemos a las nuevas concesiones que ellos se habían quedado esta temporada en el Western Cape, en la zona de Ciudad del Cabo.

western cape áfrica arbustos de aloe vera en florMe acompañaría en mi aventura mi inseparable amigo Fernando Campillo, hombre curtido en mil lances cinegéticos, que es para mí un seguro de que las cosas van a salir bien.

“El paisaje del Western Cape, en la zona montañosa en que nos encontrábamos, era lo más alejado que nadie tiene en mente a lo que espera encontrar en un safari”

Por qué ir al Western Cape

Ésta no es una de las provincias Sudafricanas más comunes para realizar un safari, pero yo ya he cazado anteriormente en el Limpopo, en el Free Estate, y varias veces en el Northern Cape. Ésta es del país, es la parte sudoeste del continente, la zona montañosa que rodea la mítica Ciudad del Cabo. Cuando la gente de Spitskop Safaris me ofreció combinar parte del safari en sus instalaciones de Kimberley y parte en las nuevas concesiones del Western Cape, me pareció una buena idea y una forma de conocer una zona del país desconocida para mí hasta entonces.

El viaje implicaba un desplazamiento por carretera, que ya sabíamos que se haría pesado, pero quien algo quiere, algo le cuesta. Así que me decidí a visitar estas tierras africanas tan especiales.

Íbamos detrás de antílopes de montaña, como el pequeño klipspringer o el difícil vaal reebuck, así que visitaríamos zonas  elevadas, con muy poca vegetación, terrenos que nadie diría que son africanos, sino más bien paisajes propios de la caza de cabras o rebecos europeos.

Vaal reebuck y klipspringer

western cape áfrica fernando campillo con un KlipspringerEl paisaje del Western Cape, en la zona montañosa en que nos encontrábamos, era lo más alejado que nadie tiene en mente a lo que espera encontrar en un safari. Montañas elevadas, con muchas formaciones rocosas, con pasto verde (esta zona es húmeda porque le llegan las nubes cargadas de humedad del Atlántico sur) y con apenas vegetación arbórea. Unos pocos arbustos bajos, que sobreviven en esa altitud, y algunos tipos de cactus de aloe resistentes, que florecen con unas llamativas flores anaranjadas.

Tuvimos suerte con el klipspringer, ya que el primer día avistamos de lejos un grupito y nos dieron oportunidad de hacerles un acercamiento y ponernos a distancia de tiro. El primer disparo no fue bueno, pero después seguimos recechándolos. No fueron muy lejos en su huida y la paciencia tuvo su premio, porque nos dieron una segunda oportunidad, que sí aproveché, y en la que me hice con este pequeño antílope pigmeo, absolutamente adaptado a los terrenos pedregosos y al clima frío de las montañas. Empezábamos con muy buen pie… y esto siempre anima un safari.western cape áfrica jirafa

Pero el reto más complicado del safari era el mítico vaal reebuck, un antílope adaptado magníficamente a la dura vida en las cumbres, y dotado de una vista prodigiosa con la que detecta a kilómetros cualquier amenaza potencial que se le acerque.

Es una especie poco conocida y difícil de conseguir, ya que, por las zonas en las que habita, obliga a planificar unos días del safari exclusivamente para su caza… y pocos cazadores están dispuestos a ello, por lo que se trata de un trofeo muy poco frecuente.

Caminos de montaña llenos de piedra suelta, por los que el sufrido Toyota apenas podía subir y que daban vértigo a los que íbamos montados encima. En varias ocasiones tuvimos que bajarnos del vehículo, porque algunos pasos eran realmente comprometidos… Conducción por terrenos imposibles, que nos llevaban hasta las cimas más altas, el hogar de los vaal reebucks. Comenzamos a ver algunos grupitos familiares de 4 a 6 animales, muy a lo lejos, que pronto se daban a la fuga sin darnos oportunidad de nada.

Cada grupo está formado por una unidad familiar, con varias hembras, crías y un macho; de modo que, una vez que se localiza un grupo, sólo resta ver si el macho nos vale como trofeo o si es pequeño… porque sólo vamos a tener un macho adulto en cada grupo.

En estos terrenos es muy difícil esconderse, ya que no hay demasiadas oportunidades, de modo que cuando se hace una asomada a la cresta de una montaña, y se divisan al otro lado, la única oportunidad es dispararles, se encuentren a la distancia a la que se encuentren, porque acercarse sin ser detectado para recortar distancias es casi imposible. Empecé a darme cuenta de por qué era un animal difícil de conseguir y por qué quienes lo habían abatido le daban mucha importancia… y lo contaban entre sus trofeos más preciados.

western cape áfrica Equipo complaeto con Fernando Campillo  Adam Barnard y el Cape GrysbokAl segundo día, después de varias intentonas infructuosas para acercarnos a los grupos que divisábamos, en una de las asomadas, divisamos un grupo. La distancia era larga, pero el disparo se podía hacer, y el macho, sin ser enorme, era un buen trofeo, así que busqué un buen apoyo, me tomé tiempo para apuntar y me hice con el animal en el primer disparo.

“Varias veces nos internamos andando por aquel laberinto de espinos (que tienen unos crueles ganchos afilados y curvos que los sudafricanos llaman blackthorn) desgarrándonos la ropa y las pantorrillas, no veíamos a diez metros delante de nosotros, la adrenalina a tope en las venas”

Cuando llegamos hasta él para hacernos las fotos, dos cosas me sorprendieron sobremanera. La primera era la textura de su pelaje, que tenía como un fondo lanudo que atrapa una cámara de aire (que le protege del frío y del viento helado) y luego otro más largo, que es el que se ve en el exterior. La segunda cuestión que me sorprendió muchísimo fue el desproporcionado tamaño de sus ojos, enormes en comparación con el cráneo, lo que explica su prodigioso sentido de la vista.

Búfalo cafre

El búfalo cafre lleva ocupando mis sueños desde hace muchos años, y hasta el momento no se había dado la oportunidad de hacerme con él. En este safari había planeado cazar uno, y para ello contaba con la ayuda de Adam Barnard, el PH con el que ya había cazado mi león, y que es un ‘seguro de vida’ por si las cosas salen mal. Cuando te vas a enfrentar a uno de los Big Five, en situaciones de caza peligrosa, no todo está bajo control, porque las reacciones de los animales no sabes cómo serán, algo puede salir mal, puede ocurrir un imprevisto… y en esos casos sólo quieres tener a tu lado a los mejores. Es un error de principiante contratar caza peligrosa con una empresa porque es algo más barato… en África lo barato puede resultar caro… y en caza peligrosa, más. Mi consejo es siempre contratar con empresas con buenas referencias y, mejor aún, si alguien que conocemos ha cazado con ellos, y nos habla positivamente de su experiencia. En mi caso, había cazado antes con ellos, así que ya sabía su seriedad y que no habría sorpresas (para mí, lo más importante).western cape áfrica búfalo

La finca que cazábamos era grande, unas 4.000 hectáreas, y la manada de búfalos que perseguíamos tendría unos veinte animales. Había hembras, terneros, machos jóvenes de boss blando,y dos viejos machos, ambos espectaculares. El granjero bóer dueño de la granja nos había dicho que tiráramos al que más nos gustara, ya que eran los reproductores y los iba a cambiar a ambos para renovar sangre en su manada.

Llevaba un rifle CZ del calibre .375 H&H, con munición PMP, con puntas Swift A-Frame de 300 grains. Un proyectil expansivo, de camisa soldada al núcleo, que combina una buena capacidad de penetración con una expansión limitada, una muy buena opción para la caza del búfalo. Adam llevaba un .416 Rigby, como rifle de seguridad; me explicó que sólo tiraría en caso de que el animal cargase,y llegase hasta una distancia muy corta de nosotros; si eso no ocurría, el búfalo era enterito para mí (como debe ser).

El primer día les entramos al menos diez veces, y nos resultaba completamente imposible ponernos a tiro. La manada era muy esquiva y en cuanto cualquiera de sus ejemplares daba la señal de alarma, huían adentrándose en una zona cuajada de arbustos espinosos. Varias veces nos internamos andando por aquel laberinto de espinos (que tienen unos crueles ganchos afilados y curvos que los sudafricanos llaman blackthorn) desgarrándonos la ropa y las pantorrillas, no veíamos a diez metros delante de nosotros, la adrenalina a tope en las venas, mientras caminábamos casi a ciegas, porque sabíamos que estábamos terriblemente cerca de una manada de búfalos a los que oíamos y olíamos, pero no podíamos ver, intentando desesperadamente ponernos a tiro. Se nos hizo de noche después de un día agotador tras los búfalos, y nos dimos cuenta de que la tarea sería muy complicada.

El segundo día empezó también con mucha dificultad, ya que los búfalos no salían de la zona más espesa del laberinto de espinos. Se sentían acosados por nosotros y ellos buscaban la protección que les daba aquella zona cerrada de la finca. Por suerte, mi amigo Fernando Campillo, desde lo alto del Toyota, fue capaz de divisar la manada, y eso nos guió para poder hacer una entrada, con el viento en contra, que nos situó a distancia de tiro sin que la manada nos detectase.

western cape áfrica montañasEn esos lugares de vegetación tan cerrada, en los que hay una manada con distintos animales, y de los que a varios no debes tirar bajo ningún concepto, hay que asegurarse de disparar sobre el correcto. Finalmente, el mayor de los dos machos, el que habíamos seleccionado ya el día anterior, nos dio un blanco claro, ofreció un costado y no tenía ningún otro animal detrás de él (hay que tenerlo en cuenta por si la bala lo atraviesa). Adam dio la orden de disparo, le coloqué la cruz del visor detrás del brazuelo, en las costillas, buscando el triángulo corazón/pulmón, y le mandé una bala de mi .375 H&H. El búfalo encajó el disparo inmediatamente, pero, pese a estar bien colocado, no cayó, demostrando la legendaria fortaleza de estos bóvidos. Para evitar que huyese intentando seguir a la manada, y por evitar un peligroso pisteo, recargué rápido y le envié un segundo proyectil que lo llevó directo al suelo.

“Y cuando el búfalo, finalmente, está muerto delante de ti, todo eso desaparece en un sólo instante… es algo extraño. Por fin mi sueño se había hecho realidad, me había hecho con un gran búfalo cafre, un trofeo maravilloso”

La sensación de relajación que tienes después de darte cuenta de que has conseguido tu búfalo, y de que la tensión de las dos jornadas últimas de caza ha tenido éxito, es indescriptible. Cuando te enfrentas a caza peligrosa tu cuerpo reacciona de manera diferente, estás en tensión, estás atento a lo que pasa, no hay momento para despistarte… Y cuando el búfalo, finalmente, está muerto delante de ti, todo eso desaparece en un sólo instante… es algo extraño. Por fin mi sueño se había hecho realidad, me había hecho con un gran búfalo cafre, un trofeo maravilloso y, sobre todo, una experiencia de caza inolvidable.

western cape áfrica steenbuckOtras especies

Durante el safari tuve también la oportunidad de hacerme con otras especies, unas más importantes, otras más clásicas de los safaris tradicionales. A mí me gusta siempre hacerme con alguna especie nueva, pero no por ello dejo de disfrutar cazando un buen springbok o un ñu si surge la oportunidad (aunque ya tenga ejemplares de la especie de otros safaris anteriores), porque a mí lo que me gusta es cazar.western cape áfrica rinoceronte blanco

Quizá vale le pena destacar que sí que tuve la oportunidad de hacerme en el Western Cape con un bonito bushbuck del Cabo y, sobre todo, con un Cape grysbok, especie endémica de la zona, de la que hay muy pocas licencias cada año.

Conclusiones

La caza de alta montaña en África fue una experiencia única, completamente distinta a cualquier safari anterior y, desde luego, lo recomiendo a cualquiera que busque algo diferente. Las especies de montaña colmaron plenamente mis expectativas, y ahora me doy realmente cuenta de por qué quienes las han conseguido le dan tanto valor a esos pequeños antílopes.

El búfalo cafre es una experiencia absoluta de caza peligrosa, totalmente adictiva para el cazador, por la adrenalina que te hace correr por las venas. La sensación de peligro existe y se mantiene durante toda la caza por la cercanía que mantienes con la manada que persigues en todo momento.

Sinceramente, ya estoy loco por volver a África. Seguro que esconde nuevas aventuras en un futuro para mí. CyS

Por Francisco García

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