América

Canada: doblete de ursus americanus

 

Canadá es un país compuesto por zonas tan dispares entre sí, que puede parecer que has cambiado de nación en función de la localización geográfica en la que te encuentres, estamos hablando del segundo país mas grande del mundo.

 

Tenía curiosidad por ver esa concienciación social que tienen los canadienses con la naturaleza y que les hace respetarla hasta extremos radicales.

 

En este caso, opté por la cacería del oso negro en la zona sureste del país, muy cerca a la península de Gaspe, en primavera, a finales de mayo y principios de junio.

 

 

En Canadá existen dos zonas perfectamente diferenciadas, una es británica y la otra gala. Yo cazaría en la parte francesa, de manera que me metí, entre pecho y espalda, un viaje de más de 24 horas hasta la zona donde íbamos a cazar. La combinación era para echarse a temblar: desde Madrid volaba a Frankfurt, desde el aeropuerto germano cogería un avión directo a Montreal, aquí cogería un vuelo interno hasta Mont Joli y desde aquí, en un coche alquilado, aún recorreríamos casi 250 kilómetros por carreteras secundarias. ¡Vamos, que llegas hecho un cuatro! Sales del coche como un action man, las articulaciones se habían adaptado, después de tantas horas, a las butacas de avión y a los asientos de un ‘coche’, más bien un híbrido entre una pick-up y un Seat Panda, de manera que caminaba como si llevase una silla pegada al cuerpo. El viaje, a pesar de ser muy largo, se desarrolló sin incidencias con la compañía alemana Luftansa.

 

En medio de la espesura

Nos encontrábamos en alguna parte a unos 250 kilómetros al este de Mont Joli, rodeados de unos bosques impresionantes, donde hasta el GPS perdía cobertura a poco que te adentrabas en la espesura. Es verdaderamente increíble lo sencillo que resulta perderte en pocos metros, son bosques impresionantes e infinitos donde se respira vida desde el momento que pones un pie en ellos.

 

En realidad, nos encontrábamos a orillas del río Matane, importante cauce salmonero en Canadá, rodeados de vegetación hasta el punto de no disponer de zonas abiertas para dimensionar el espectáculo natural desde nuestra localización.

 

El primer día no madrugamos mucho; en realidad, no se madruga ningún día por exigencias de la cacería, he oído que en algunos sitios cazan el oso tanto a primera hora de la mañana como a última de la tarde, pero, en nuestro caso, sólo te ponían de espera por las tardes. 

 

Esa primera mañana aprovechamos para familiarizarnos con los rifles. Es sencillo el papeleo para entrar con armas en Canadá, pero habíamos decidido no llevar las nuestras para poder hacer turismo si nos daba tiempo y no preocuparnos de la custodia de los rifles a cada momento. Además, los tiros son entre 20 y 40 metros de distancia sobre animales de 120 kilos, con luz natural, por lo tanto, tampoco era necesario llevar un rifle sniper.

 

El resto de días, temprano, solía salir a correr por allí, una parte del recorrido lo hacía por una pista asfaltada donde nunca me crucé con un coche, y la otra parte del recorrido, por una pista forestal de tierra que terminaba en un mirador espectacular con vistas al río. 

 

A media mañana, a eso de las 10:30 horas, acompañábamos al outfitter a echar de comer en los comederos que tenía con actividad de osos, comprobando siempre que estaban tomados y que había muestra reciente de, al menos, dos ejemplares diferentes.

 

Alta densidad de osos negros

No tuvimos suerte con el clima, los osos no entran en los comederos cuando llueve, mejor dicho, no es que no entren en los comederos por el hecho de llover, lo que sucede es que no salen de sus encames: su pelo es muy espeso en esta época del año y les resulta muy complicado secarse, por eso tienden a moverse cuando escampa si nos les aprieta mucho la necesidad.

 

De cualquier manera, es tan alta la densidad de osos negros en esa parte del país –que deambulan por todas partes–, que siempre entraron en todos los comederos en los que nos pusimos. Llegamos a ver osos grandes, ‘de ración’, y hasta una osa con dos oseznos a la que, por supuesto, respetó mi amigo, a pesar de las indicaciones del outfitter explicándole que las crías ya eran suficientemente grandes para vivir de manera autónoma y que podía tirar si le gustaba la osa en cuestión. La cantidad de osos que hay allí es impresionante, llegándoles a considerar plaga. 

 

La calidad que se puede conseguir depende en buena medida del cazador: si tienes un poco de paciencia y sangre fría para no tirar al primer ejemplar que entra en el comedero, es muy alta. Al igual que los cochinos y los venados en España, los grandes machos han llegado a grandes por algo y no tengo ninguna duda que se sirven de sus propios escuderos y osos jóvenes para verificar que no hay peligro antes de entrar ellos, que lo harán cuando constaten la vía libre por ausencia de peligro.

 

Como decía, a lo largo del día, tienes que entretenerte planificando visitas recomendadas por el orgánico como ir a la típica reserva de indios canadienses, pasar un día pescando, visitar la ciudad mas próxima y comer en sitios típicos de la región en la que te encuentras. Cualquier cosa con tal de pasar el tiempo disfrutando de la estancia en un país que tiene mucho atractivo y hace que se te pasen las horas increíblemente rápido mientras esperas la llegada del momento para volver a ponerte de espera, al atardecer.

 

Y los mosquitos…

Los aguardos se hacen en el bosque, adentrándote unos centenares de metros y subido en un árbol a una altura de unos cuatro metros y solo (no hay sitio para otra persona). Se trata de una pequeña plataforma donde tu trasero cubre toda la superficie. 

 

Fundamental son unos guantes que no permitan las picaduras de los mosquitos, una red para cubrirte la cabeza hasta la base del cuello con la clavícula y un buen repelente de insectos. 

 

Los osos ven muy bien cualquier movimiento y no puedes estar quitándote constantemente los mosquitos de encima una vez comenzado el aguardo. 

 

Por otro lado, tienes como enemigas acérrimas a las pequeñas ardillas, que chillarán al menor movimiento que hagas, sin compasión, montando un escándalo de cine.

 

Como dato curioso, puedo contar que, el primer día de espera, sólo tenía al descubierto una pequeña zona entre la manga del polar y el guante que se quedó expuesta al encararme el rifle cuando un oso me dio la espalda y tuve que estar apuntando unos segundos hasta que tuve un buen ángulo para tirar con garantía… Pues bien, en esos treinta segundos sentía como me picaban los mosquitos, pero no podía desencararme el rifle, y me picaron tantas veces que estuve un par de semanas sin poder ponerme el reloj por la hinchazón.

 

También tienen puestos más cómodos, pero con menos posibilidades al estar más frecuentado por los cazadores, aunque, insisto, con la densidad de osos negros que existe en esos bosques es muy fácil que entren en casi cualquier punto con un mínimo de tranquilidad. 

 

Sólo te ponen en cebos donde saben, a ciencia cierta, que entra más de un oso a diario y donde estiman que hay la mayor seguridad de tirar, para esto son muy serios, en general, todos los orgánicos de Canadá.

 

Oso peligroso

Como comentaba al principio del artículo, la lluvia es el mayor enemigo para la caza de este plantígrado y, como no podía ser de otra manera, el calor extremo, también. Esto último los aplasta en sus encames y comienzan a moverse muy tarde, ya sin visibilidad. En Canadá no permiten utilizar el foco ni cualquier otra fuente de luz artificial en prácticas cinegéticas.

 

Pero, amigos míos, las inclemencias climatológicas son malas y buenas al mismo tiempo. Si tiene usted la suerte de que escampe antes de que se haga de noche, se concentrará, en un espacio más localizado de tiempo, el movimiento de los osos, llegando a ver varios en el mismo puesto en pocos minutos y comprobando como el oso, que está entrando en un momento dado, recela al barruntar a otro en los alrededores del mismo comedero.

 

El oso negro trepa con agilidad y puede llegar a ser muy agresivo, nunca se baje del puesto hasta que le venga a recoger su postor a la hora convenida, aunque vea a su oso yacer en el suelo muerto, aparentemente. 

 

Es cierto que no es un grizzly, un kodiak o uno de los enormes osos pardos de la península de Kamchatka pero sus mandíbulas son capaces de ejercer una presión, sobre cualquier parte de nuestro cuerpo, comparable a la prensa de una recicladora de materiales desechables, sin contar su agilidad en los combates cuerpo a cuerpo cuando está erguido sobre sus dos patas traseras. 

 

Todos los años desaparece media docena de excursionistas en estas reservas: son víctimas de los ataques del oso negro y no se suele encontrar ningún resto de ellos. En las zonas más visibles de los parques, este tipo de avisos permanece visible de forma prioritaria, así como en los folletos destinados a guía de turismo con rutas forestales.

 

El doblete

Yo estuve en la primera quincena de junio y me tocaron días con tormentas alternados con días de calor, de todo un poco.  

 

En cuatro esperas, me entraron osos dos días en condiciones de luz óptimas, otro día no me entró ninguno por la tormenta (al día siguiente vimos que sí había entrado después de quitarme) y el ultimo día tiré un tercer oso sin casi luz, a sobaquillo, porque no veía nada cuando miraba por el visor, pero no encontramos rastro de sangre y tampoco conseguí oír el paff del tiro (yo en disparos tan cercanos soy incapaz de escucharlo cuando pega en el animal).

 

En definitiva y, sin ninguna duda, es un destino muy interesante, que no requiere una forma física especial, de un precio muy competitivo, divertido, con garantías y cómodo, donde puedes cobrar un par de osos negros en pocos días sin ningún problema, visitar parte de un país espectacular y llevarte a tu familia a conocer ciudades como Quebec o Montreal si su destino es la parte del Canadá protagonista de este artículo. CyS

 

Por Cesar López Sánchez

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