Caza Menor

Una temporada de caza… como tantas otras

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Recurrir al dicho popular «llueve sobre mojado» puede parecer, en este caso, una perogrullada –sobre todo porque en todo el otoño y el invierno (y casi en el verano y en la primavera) no cayeron ni cuatro gotas–, pero es que, en el futuro de la caza chica, no es que llueva, es que jarrean pedruscos como melones.

Y es que esto… ¡no hay quien lo ampare!

Podíamos empezar con aquello de que parecía que por la Pilarica… Pero, lo cierto, es que este año, el pasado, allá por los calores de octubre –que más parecían de junio–, ya se venía venir. Un año más seco que el ojo de un tuerto y la misma, o peor, tendencia que unas cuantas, y ya van muchas, temporadas anteriores, incitaban a la desesperanza, ¡ni ilusiones había!, o al menos eso es lo que barruntaba…

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Y se pudo ver el primer día. Conejos a cascaporro –con los del agro sangrando, de nuevo, las faltriqueras–, liebres, alguna que otra, los primeros días, y perdices… ¡ni en pintura! Y así un año tras otro, la misma cascaera en las tabernas, el eterno baturrillo de venganzas venideras que nunca llegan y… ajodese, aguantase y a resinase, por aquello del ‘ajo, agua y resina’.

¡A desarreglar!

No merece la pena dar la barrila con la misma historia de cada año. Es lo que hay y, como a nadie –de los que corresponda– se le pone en sus bemoles el buscar, o al menos intentar, el camino de las posibles soluciones, pues así hasta que Dios quiera, que… por querer, querer, tampoco es que quiera mucho y esto va a acabar como el rosario de la aurora, que el que madrugó no lo vio.

Sí jodía, una y otra vez, e iban mil, la misma cantinela, viniese de donde viniese, para marear la perdiz –sin perdiz, claro–, los mil y un foros, reuniones, mesas, asambleas y demás retahílas que hubo, en las que, con los pies fríos y la cabeza caliente, se descubría la fórmula mágica para hacer sin hacer nada… ¡Si es que llevamos así desde que al listo de turno se le ocurrió que las ranas crían pelo! Y algunos nos lo creímos… Tanto es así, el descrédito y el desconcierto, que cada vez, ahora, se escuchan menos, apenas si se oyen, los cantos de sirenas, y a nadie se le ocurre ya tocar a arrebato a favor de defender lo indefendible. ¿Habremos tirado la toalla en el rincón del cuadrilátero…? Tal es el silencio que bien lo parece. ¿Se acuerdan de cuando, cada día de una semana, y a veces semana y media, se alzaban las voces ¡en defensa! de la perdiz roja? Pues eso…

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A vueltas andamos en arreglar leyes desarregladas –y llamamos para arreglarlas a los desarregladores… el desarreglador que las desarregle, buen desarreglador será– que arreglen lo que, a la vista está y se demuestra temporada tras temporada, no tiene ningún arreglo, porque nadie quiere arreglarlo. Las leyes, sí, que ésas suelen dar muchos votos…

El cascabel al gato agrícola

Nos llamó la atención, en su día de atrás, la carta que nos envió nuestro querido amigo Juan de Dios García, ex-presidente de la Federación de Caza de Castilla-La Mancha, dirigida a la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural del Gobierno de Castilla-La Mancha (se puede ver, y leer, la noticia, del pasado 8 de febrero en este diario digital CazaWonke). Tras una temporada más que preocupante de caza menor en la región, el Presidente solicitaba del Gobierno regional que elabore un manual de buenas prácticas agrícolas que pueda servir de ayuda y guía a los agricultores para poner en marcha labores que ayuden a preservar la perdiz roja silvestre en la comunidad.

La intención no sólo fue loable, sino que nos debería haber faltado tiempo a todos para recabar su apoyo… Pero mucho nos tememos que, como en tantas y tantas ocasiones, la carta, como todas las peticiones realizadas a lo largo del tiempo, con éste y otros gobiernos, acabe en el cajón perdido de la Consejería, de todas las consejerías, en el que se pierden las peticiones de los justos…

Las buenas palabras ya no sirven. Las promesas vanas que tantas veces nos regalaron, los discursos vacíos de las promesas electorales, que hasta en esto nos las hicieron, chocan de frente con el día a día y con la espeluznante realidad… La caza chica sobrevive, moribunda, a cualquier intento de conciliar unas prácticas agrícolas insostenibles con la conservación de las especies cinegéticas de caza menor.

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El empeño, tozudo, de los antitodo en culpar a la presión cinegética del estado de las especies, también se ha quedado sin argumentos, porque la realidad es la que es. Eso sí, en lugar de luchar codo con codo con nosotros, para intentar controlar de una vez por todas las actuaciones abusivas del agro (que tan bien define Juan de Dios en su carta), su único objetivo, a partir de ahora, será el de declarar a la perdiz roja como especie protegida, para jodernos y que, definitivamente, no podamos cazarla por los siglos de los siglos… ¿Por qué nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato a la agricultura…?

Cerramos en La Ronca

Para resarcirnos de tanto despropósito nos fuimos a cerrar la temporada a una maravillosa finca (que ya conocen ustedes por nuestro reportaje del pasado mes de enero y que, además, les presentamos en un maravilloso vídeo que pueden ver y se pueden descargar en estas mismas páginas), La Ronca, finca con historia y un paradisíaco lugar, muy cerca de Madrid, al que nos acercamos a dar unas manos con los perros, para grabar otro reportaje y ofrecérselo dentro de un par de meses…

El día, por llevar la contraria, claro, tras los calores invernales, fue de auténticos perros (de los otros, de los de la mala leche). Pero le echamos ganas y tesón, nos calamos hasta los huesos y nos pusimos de barro hasta ahí… Eso sí, logramos hermosas imágenes, disfrutamos de los perros (dos bracos alemanes hembras, Celta y Fany, y una setter inglés, Nely), y descolgamos, del enfurecido y ventoso cielo de La Ronca, a los pies de Gredos, unas cuantas perdices que, por cierto, vuelan como aviones y, apoyadas por el vendaval, se burlaron de nosotros en muchas ocasiones a lo largo de la mañana…

Nuestro agradecimiento a Federico Casas, administrador de la finca, y a Andrés, uno de los guardas, por su inestimable colaboración para que pudiésemos disfrutar (por llamarlo de alguna manera) de esta jornada y lográsemos conseguir estas imágenes que les mostramos. CyS

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