Caza Menor

Perdiz con reclamo, una temporada frustrada

El cambio climático es el problema medioambiental más grave con que se enfrenta la humanidad y está originando y provocando que algunas plantas, así como especies salvajes, estén cambiando sus ciclos y hábitos de vida.

Por ejemplo, en Extremadura la jara está floreciendo en diciembre, cuando es una especie que florece entre abril a junio. Lo mismo está sucediendo con algunas aves, concretamente con la perdiz roja.

La patirroja es la única especie cinegética que la ley permite cazar con reclamo durante su época de celo (Gamonales y León, 2016). La perdiz roja autóctona (Alectoris rufa), como toda gallinácea, atraviesa a la largo del año por una fase de celo previa al apareamiento y posterior nidificación. Este periodo de celo comienza cuando en el bando de perdices se inicia la separación del clan familiar en pares o parejas (Valdivieso, 2016). En años anteriores, los emparejamientos se solían realizar a mediados o finales de enero, coincidiendo en algunos momentos con la temporada de caza de la perdiz con reclamo. Existen diversos estudios del IREC que avalan el periodo actual de caza de la perdiz con reclamo, entre el final de enero y el principio de marzo para los cotos con altitudes inferiores a 600 metros, mientras que en los más altos el celo empieza más tarde y dura hasta mediados de marzo (Rodríguez, 2015).

Sin embargo, este año el celo de la perdiz se ha adelantado en gran parte del territorio español como consecuencia del buen clima que ha predominado en los últimos meses. En algunas zonas de Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha e, incluso, en Extremadura se han podido observar perdices emparejadas en el mes de diciembre.

Estas parejas recién formadas elegirán un territorio próximo a su zona de apareamiento, más o menos amplio, donde realizar su nido y sacar a sus crías. Se puede decir que estos emparejamientos tan tempranos en fechas pueden provocar que las perdices realicen varias puestas este año, siempre que el clima y la temperatura acompañe. Esto puede suponer un hándicap para el cazador de reclamo, ya que se puede dar que las perdices durante la temporada de caza con reclamo no tengan el suficiente celo, y, por tanto, no entren a la plaza.

La patirroja es extremadamente territorial, defenderá con gran arrojo y valentía sus dominios, y ante la menor señal de algún intruso en su casa acudirá presurosa a castigar al invasor del terreno ocupado para desalojarlo de forma inmediata (Valdivieso, 2016). Al pajarero le espera una temporada con cierta incertidumbre, debido a la escasez de perdiz salvaje y por los cambios de hábitos de vida que han sufrido las mismas por las buenas temperaturas que se ha dado en la mayoría del territorio español hasta hace nada. Es decir, se prevé mal año de perdices con reclamo. 

La caza de la perdiz con reclamo tiene una mala reputación,como consecuencia de la falta de conocimiento y reconocimiento de esta práctica físico-deportiva como tal. Tanto el aficionado a los deportes como el crítico, tienden a menospreciar esta milenaria modalidad cinegética. Esta práctica físico-deportiva «no rompe el equilibrio ecológico, ni pone en peligro las poblaciones de la perdiz roja, sino que, por el contrario, en los cotos dedicados exclusivamente a ejercer esta modalidad, aumenta claramente su población», (RFEC, 2014). Esta modalidad se practica cuando la perdiz no está dispuesta para la cría, sino cuando se está emparejando.

Por otro lado, muchos creen que, en esto del reclamo, todo es llegar al puesto, poner el pájaro, cantar y matar, ¡ni mucho menos!, ¡qué más quisieran algunos! Son muchos los contratiempos y adversidades que lo acechan durante todo el año (antes, durante y al finalizar la temporada).

La primera ley que reguló la práctica la caza en España de la perdiz con reclamo fue en 1970. A partir de esta fecha existen varias comunidades donde se práctica, de forma legar, esta bella modalidad, siempre con las lógicas restricciones de cada comunidad. Así, hay autonomías en las que los periodos hábiles para la perdiz con reclamo son distintos a los de las otras, debido a que el celo de las perdices no acontece simultáneamente en toda la geografía española. Lo mismo sucede entre provincias, concretamente, en Extremadura, se observa que no es lo mismo cazar con reclamo en Cáceres que en Badajoz, por lo que los órganos competentes adaptan los periodos hábiles de caza para dicha modalidad a su entorno cercano. Por lo general, estos periodos hábiles de caza de perdiz con reclamo suelen coincidir con finales de enero y principios de febrero, según zonas, que es cuando comienza el celo de las perdices (Gamonales y León, 2016).

Los verdaderos reclamistas, jauleros, perdigoneros, cuquilleros o pajariteros se dedican durante todo el año a criar, mimar y tener a punto a sus pájaros, y a pesar de sufrir alguna adversidad antes de empezar la temporada (como la pérdida de algún reclamo excelente, etc.), tienen una gran paciencia, una voluntad de hierro, sacrificio sin límites, para, alguna vez, tener la oportunidad de vivir, deslumbrado, un corto momento, asistiendo como único espectador a una obra indescriptible, donde se cruzan cantes de jaula a campo y viceversa, machos luchan por defender su territorio, su instinto o su hegemonía. Otro infortunio que suelen sufrir los perdigoneros durante la temporada es la ‘ventolera’, una de las más temidas de las adversidades, que no es ni el frío ni la lluvia, aun siendo también bastante odiosa, aunque éstas, en especial, para el pajarero y no tanto para el pájaro. Y es que esa ‘ventolera’, que en forma de violento y pertinaz vendaval zarandea las copas de los árboles y silba como serpiente amenazante entre el matorral, es una adversidad de tal calaña que, ante ella, un puesto no puede resultar ni mínimamente esperanzador (Titos, 2012).

Se puede decir que son muchas las adversidades que se puede encontrar un cuquillero antes, durante y al finalizar la temporada. Sin embargo, como soñar no cuesta dinero, año tras año, las ilusiones siguen intactas a pesar de la incertidumbre que puede generar dicha modalidad cinegética por los condicionantes que le rodea, que este año son graves: falta de celo y de perdices.

El declive de la perdiz se debe tanto al aumento de la mortalidad como a la disminución de la natalidad, destacando como problema fundamenta que no hay cría (Cerviño y Fernández, 2010). Las principales causas son: mala gestión cinegética, furtivismo, aumento de predadores (urracas, cornejas, grajillas, zorros, etc.) e impacto humano sobre su medio ambiente (urbanizaciones, basureros, etc.). Esto ha originado que las poblaciones de patirrojas pierdan su hábitat, teniendo que buscar y adaptarse a otros terrenos.

Por tanto, teniéndose en cuenta las adversidades que se han citando, junto a la falta de celo que se prevé de las perdices, así como las acciones que se intuyen que realizarán las perdices durante la temporada de reclamo (entrar en la plaza sin apenas cantar e incluso sin abrir el pico, pasar cerca del mampostero, cruzar cantes de un lado a otro con los perdigones del campo, etc.) el verdadero jaulero seguirá levantándose con una buena dosis de ilusiones que cumplir: probar nuevos pájaros, consagrar algunos reclamos, detectar cualidades a desarrollar y defectos a pulir… Es decir, el verdadero perdigonero más de una noche sin dormir se pasa, casi llegando al insomnio, pensando una y otra vez en los primeros puestos de la temporada y decidiendo los pájaros que estrenarán los primeros pulpitillos (Gamonales y León, 2014a y 2016).

Para finalizar, sería recomendable que los pajariteros se realizasen algún tipo de revisión física previa (en adelante, RFP) a la práctica deportiva de la caza con reclamo. Entendiéndose la caza como aquella práctica físico-deportivo que se realiza en plena naturaleza de manera individual o colectiva, que constituye una forma de vida, que contribuye al bienestar de las personas que la practican, cuyo objetivo es buscar, esperar, perseguir o seguir especies cinegéticas autorizadas por las administraciones correspondientes, las cuales se podrán escapar, cobrar o matar (Gamonales y León, 2014a y 2014b).

El principal objetivo de la RFP sería reconocer y examinar el estado de salud o para diagnosticar posibles enfermedades de los cazadores. Ejemplo: una prueba de esfuerzo para valorar posibles cardiopatías, asma, etc. La RFP se debería llevar a cabo antes, durante y al finalizar la temporada. Es decir, como mínimo tres veces por año, haciéndola coincidir con el inicio o final de las fases de preparación física del cazador (fase preparatoria o precaza, fase de caza y fase transitoria o sin caza) (Gamonales y León, 2015). Esta revisión contemplaría una serie derequisitos obligatorios, como altura/peso, signos vitales, visión, revisión de la historia médica, exploración física (médica y ortopédica, valoración/conclusión) y requisitos opcionales, como pruebas de flexibilidad, composición corporal, fuerza, rapidez, agilidad, potencia, equilibrio, resistencia, etc. (Abalo, 2012).

Este reconocimiento ayudaría a detectar posibles lesiones, traumas o enfermedades que puedan tener o padecer antes, durante o después de la jornada los cazadores. Por otro lado, se recomienda realizar de forma continuada y moderada actividad física-deportiva, que no implicará un mayor rendimiento a la hora de capturar más piezas, pero sí contribuirá a mejorar la salud y bienestar de los cazadores, y aguantar sus jornadas de caza de manera más satisfactoria, eficaz y saludable, reduciendo, en muchas ocasiones, las lesiones que se pueden producir durante la práctica de la caza (Gamonales y León, 2015). CyS

 Por José Martín Gamonales y Kiko León Guzmán

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.