Caza Mayor

La paridera. Anomalías por causas climatológicas

RAYONES

Los últimos días de abril se estrenan con la llegada de la primavera en dehesas y montes descubriendo una alfombra de colores salpicados de blancos en pétalos de jaras, amarillos de manzanillas, rosas de brezos y violetas de lavandas. Un ir y venir de aves que llevan comida para que sus parejas saquen las polladas de este año…

Trinos de cucos, torcazes, patirrojas y las primeras codornices llenan de sonido las horas del día. Oteando los cielos, cernícalos, gavilanes, culebreras, cenizas, calzadas, incluso águilas pescadoras que han retornado a sus cazaderos en Ribera alta.

Primavera… estación del año en la que brota la vida como nuevo aporte al equilibrio natural de las densidades en el ciclo biológico del monte mediterráneo.

La cadena trófica

Por estas fechas podemos ver a ciervas y jabalinas que se van apartando de sus grupos de pastoreo en las dehesas, buscando el refugio en lo oculto del monte para, en el silencio de la noche, parir sus gabatos y rayones.

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Mayo, mes de abundancia en comida, con frescos y jugosos pastos, permite a las ciervas obtener los nutrientes necesarios para sacar adelante sus crías en las mejores condiciones posibles. Los últimos días de este mes las dehesas se llenan de gabatos, rayones y chivos, todos ellos acompañados de sus madres que empiezan a sacarlos al pastoreo en busca, cada una de ellas, de sus alimentos específicos.

Es sorprendente el nivel de comunicación entre madre y cría y, aunque se dispersen por las dehesas ciervas y jabalinas con centenares de crías, cada una sabe perfectamente quién es su madre y quién su cría con el reclamar constante de unas a otras.

Pero, también, el mes de vida se transforma en el mes de los sacrificios… ya que unos servirán de comida para otros, siguiendo el ritmo ancestral de la cadena trófica. Raposas y jabalíes buscarán las crías disminuidas o enfermas para poder alimentarse con ellas y sacar adelante a los suyos… Pero también las crías de los segundos servirán de alimento a las polladas de las águilas imperiales y reales, es un ir y venir dentro del equilibrio de la naturaleza.

Que todos los animales herbívoros, omnívoros y carnívoros puedan sacar sus proles adelante, vendrá muy condicionado por la cantidad de pastos disponibles en los campos, que, a su vez, está regulado y condicionado por el régimen de lluvias y temperaturas que hayamos tenido en los meses anteriores, fundamentalmente desde septiembre hasta abril, hecho este determinante tanto para parideras como para la evolución de todos los animales.

Berrea anómala

Y sobre este asunto queremos centrar este artículo: los importantes cambios pluviométricos y térmicos que está produciendo la naturaleza empiezan a alterar de forma importante el comportamiento sexual y biológico del ciervo.

Septiembre fue generoso en lluvias, pero sólo unos días; esto provocó un adelanto de la berrea y se cubrieron un alto porcentaje de ciervas. Octubre y noviembre fueron secos y cálidos, los nuevos pastos no se desarrollaron y la berrea se interrumpió. Los fríos de diciembre y la caída de la bellota hicieron que las ciervas no preñadas en la primera berrea entraran en un nuevo celo, produciéndose dos fases: una primera en su ciclo natural, es decir, últimos de septiembre y primera quincena de octubre –en esta primera berrea quedaron cubiertas el 70% de las madres– y una segunda fase en noviembre y diciembre cubriéndose el resto.

Enero y febrero han sido muy generosos en lluvias, regando hasta la saciedad campos y pantanos, pero marzo, abril y mayo han sido secos, no recogiendo entre los tres meses más de cien litros por metro cuadrado, cantidad insuficiente para garantizar una buena nascencia de plantas y, sobre todo, una floración y maduración de leguminosas, gramíneas y cereales.

Ciervo cubriendo en el mes de noviembre con los pastos completamente secos.
Ciervo cubriendo en el mes de noviembre con los pastos completamente secos.

Por todas estas razones anteriores, este mayo hemos tenido una paridera importante, pero no total, ya que sólo las ciervas cubiertas en septiembre han parido en mayo. Pero el grupo importante que se cubrió en los últimos meses del año pasado parirán sus gabatos –teniendo en cuenta los 240 días de su gestación–, en los meses de junio y julio, totalmente a destiempo y con un entorno castigado por una mala primavera, escasa en agua y con temperaturas algo superiores a lo esperado.

Retraso en el desarrollo

Esta situación necesita forzosamente una regulación que, de no hacerse, provocará, este año y los siguientes, que el crecimiento de esos gabatos, nacidos a destiempo, tengan que soportar en los primeros meses de vida, ¡vitales para ellos!, unas condiciones de difícil crecimiento, ya que las ciervas paridas en julio no tendrán los pastos adecuados, los arroyos no llevarán agua y los gabatos no podrán recibir la lactancia que necesitan, ademas, en un entorno con elevadas temperaturas donde ácaros y moscas serán un tormento para las crías recién nacidas.

La ciervas tardías no tiene tiempo material para sacar adelante su gabato y poder entrar en celo en la próxima berrea de septiembre, con lo que repetirán este ciclo, demorando su celo hasta los meses de noviembre-diciembre y, durante varias generaciones, se repetirá esta distorsión biológica. Estos animales, con seguridad, tendrán crecimientos de cuernas deformes, poco desarrollo corporal y muchas posibilidades de no superar los primeros meses de vida.

Los primeros sesenta días de los gabatos se desarrollarán en los meses de julio y agosto, con pastos secos y correosos, tendrán sin desarrollar aún sus piezas dentales y como único alimento la leche que les aporten sus madres, que, a su vez, tendrán poco pasto disponible y de baja calidad.

La cierva tendrá un déficit en su alimentación que se traducirá en no poder alimentar de forma adecuada a su cría y una pérdida importante de peso y energía vital, que se traducirá en un retraso en su celo.

Control y apoyo

Por esta razón, en Ribera Alta testamos de forma continua la evolución  de nuestro monte y nuestra dehesa para comprobar su desarrollo vegetativo y la producción de forrajes, y así, de una forma controlada, poder asegurar un alto porcentaje de paridera en mayo y garantizar unos nutrientes abundantes y de calidad que nos garanticen un buen desarrollo de nuestra cabaña cinegética.

Los primeros sesenta días de los gabatos se desarrollarán en los meses de julio y agosto, con pastos secos y correosos, tendrán sin desarrollar aún sus piezas dentales y como único alimento la leche que les aporten sus madres.
Los primeros sesenta días de los gabatos se desarrollarán en los meses de julio y agosto, con pastos secos y correosos, tendrán sin desarrollar aún sus piezas dentales y como único alimento la leche que les aporten sus madres.

Apoyando, en periodos críticos por la falta de lluvias o de comida, de forma especial, con alimentación adicional, a todas esas ciervas y gabatos que van a necesitar en menos tiempo mayor aporte energético para poder llegar a igualarse, madres y crías, con el resto de la población y seguir manteniendo los ciclos naturales de crecimientos y desarrollos.

De esta forma, las ciervas de partos tardíos llegarán a su próximo celo en óptimas condiciones por los suplementos de comida que han recibido, habrán podido sacar adelante a sus gabatos y en los posteriores meses de septiembre y octubre la cabaña cinegética estará homogeneizada para afrontar la siguiente berrea en el otoño en óptimas condiciones físicas.

De igual forma, y en periodo paralelo en el tiempo, los machos desmogados en marzo-abril deberán tener las cuernas terminadas para agosto, y también les va a afectar de forma importante en su nueva cuerna la falta de lluvias de primavera y las elevadas temperaturas, pero esto lo trataremos en el artículo de las páginas siguientes, centrado en el crecimiento de las cuernas y la incidencia de la climatología. CyS

Por Jesús Fernández

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