Caza Mayor

Cazando los machos monteses del sur (I). Serranía de Ronda

Esta cacería, como suele ocurrir, va naciendo y planificándose unos meses antes, en abril del 2016. La idea, ir a cazar los dos machos monteses del sur de España: el macho de Ronda y el macho de Sierra Nevada.

Después de unos pocos emails y conversaciones telefónicas con Pablo Carol y Joaquín Vadillo, responsables de International Wild Hunting, la cacería fue programada para el 16 de enero 2017 y los cuatro días posteriores.

El plan era ir en AVE desde Valencia hasta Antequera, provincia de Málaga. Salimos desde Valencia el domingo 15 de enero a las 17:12 (puntualidad inglesa) cargados con las maletas, mochilas y nuestros rifles. Cuatro horas de viaje aproximadamente y llegamos al destino. Allí nos esperaban Joaquín, que sería nuestro guía en los próximos días, y Rafa, el cámara que iba a realizar un reportaje de la cacería.

En el trayecto en coche hasta Ronda la conversación trascurrió de lo típico entre cazadores, el tiempo, expectativas del cazadero, lugares, armas y calibres, etc… El tiempo sería bueno hasta la tarde del miércoles que empeoraría considerablemente, los cazaderos prometían ser de lo mejor de Andalucía como así nos comentaron Pablo y Joaquín en su día.

Los rifles eran dos Sauer 404 del calibre 7 Rem Mag con visores de grandes aumentos y torretas balísticas: un Z6 de Swarovski y un Zeiss V8. Munición RWS punta KS de 162 grains, comentar que la munición se la encargamos a Joaquín ya que en el AVE solo se puede viajar con los rifles.

Pasadas las 22:00 llegamos a Ronda. Nos alojamos en un hotel muy coqueto, rápidamente buscamos sitio para cenar y después a dormir, pues nos esperaban los machos rondeños: nuestro primer objetivo. Dicho macho se concentra en la provincia de Málaga casi en exclusiva algunas zonas son las sierras como las Nieves, Mijas, Huma, Cabrilla, Blanquilla, Alujara, Bermeja, etc…

 

El macho de Ronda

Al día siguiente, lunes 16 de enero, a las 7:30 sonaba el despertador para desayunar y empezar la cacería. El tiempo era bueno, despejado, sin aire, con frío pero soleado una combinación perfecta para localizar los machos en las solanas. Nos desplazamos al cazadero en coche y al poco rato ya estábamos entre las montañas en busca de los machos de Ronda. El paisaje precioso, pinares frondosos y un magnífico día en cuanto a la climatología.

Al rato ya localizamos algún pequeño grupo de hembras, con sus crías y algún macho joven. Hay que ver como se mimetizan estos animales entre las montañas y cortados al ser más claros de pelaje que los de Gredos, el Maestrazgo o Beceite.

Cambiamos de localización, seguimos viendo animales pero lejos de lo que buscábamos, los prismáticos trabajaban sin parar mientras nuestro amigo Rafa hacia fotos y filmaciones de los animales para el reportaje.

Decidimos separarnos en dos grupos para tener más posibilidades de localizar los animales, por un lado Carlos y Juan (local del coto) se habían desplazado a una zona abrupta de solana y, por otro, Joaquín, Rafa y yo. Localizamos un grupo de hembras y un macho solitario cerca de un núcleo urbano, curioso pero es cierto los animales si están tranquilos pueden encontrarse próximos a las poblaciones.

Al rato recibimos la llamada de Carlos que había localizado un grupo de siete machos y unas seis hembras en una solana cerca de donde estábamos, nos reunimos con ellos en cuestión de unos minutos. La situación no era fácil, los machos estaban en una solana muy tranquilos algunos tumbados otros comiendo tranquilamente, las hembras estaban también por los alrededores pero más bajas.

La entrada por arriba no era posible había un acantilado sin acceso, por los laterales de la solana había bastante masa boscosa lo que nos impedía verlos y colocarnos a distancia de tiro si subíamos hacia ellos. La única entrada posible era ganarles metros de frente pero tampoco demasiados, ya que nos lo impedían la frondosidad de los arboles además de una vía férrea que pasaba por debajo. El ángulo de tiro de abajo hacia arriba sería de unos 40 grados, la distancia del telémetro del prismático marcaba 320 metros. Nos acercamos hasta un barbecho y en un montículo nos pusimos a 290 metros.

La idea era que Carlos tirara primero y luego, si había ocasión, me tocaría a mí. Preparamos un murete con dos mochilas, así como una tercera para el codo derecho de Carlos (es zurdo tirando y utiliza rifle de diestro, sí, lo sé, raro, raro, raro… je, je, je). Tumbado, Carlos acomodaba delicadamente el Sauer 404.

Joaquín le indica que si se atreve tire a uno que esta tumbado de costado, situación complicada. Después de unos segundos de silencio, Carlos dice que lo tiene bien y que lo va a intentar. El disparo suena y el animal dobla el cuello sobre su pecho, está muerto, fulminado, un tiro espectacular por la dificultad, la ejecución y el resultado final.

Rápidamente Carlos se levantó y me cedió el apostadero por si era posible disparar otra vez, dicho y hecho. En cuestión de segundos Juanjo se encontraba en posición de repetir el disparo. No me imaginaba que estuvieran los machos aún, al disparo de Carlos intuí la espantada, pero no fue así… al quedarse inmóvil en la posición de tumbado y siendo el macho dominante, los demás apenas se movieron. Salió de unas matas otro macho precioso, al que disparé rápidamente a 295 metros, cayendo fulminado tras una breve carrera de 20 metros, la alegría después de tanta tensión afloró entre todos.

En un único lance espectacular habíamos conseguido los dos machos de Ronda. Tras los abrazos y felicitaciones pertinentes quedaba lo que sería más complicado. Llegamos a los machos después dos duras horas de marcha sorteando matorrales, cortaderos… arañazos, resbalones… La verdad es que son curiosos los auténticos machos rondeños, son más pequeños y carecen prácticamente de color negro en su capa. Miramos los años, el de Carlos de diez años y el de Juanjo de nueve. Es difícil encontrar machos de más de diez años en estas latitudes. La comida fue entrañable y llena de anecdotario cinegético.

Reconozco que habíamos tenido mucha suerte, consiguiendo de esta manera el 50% de nuestro objetivo. Ese mismo día nos pusimos en marcha a por el macho de Sierra Nevada, concretamente a la zona de Filabres.

Un artículo de Juanjo Martínez y Carlos Villanueva

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