En España, con carácter general, las especies de caza menor –y las protegidas– se encuentran cada vez más débiles, pues sufren lo que podríamos denominar como ‘acoso agrícola’ que requiere unos procedimientos y maneras de cultivar que impiden el progreso de la fauna.
Hay muchos inconvenientes y acosos sufridos por la fauna; los más significativos son: intoxicación del medio, pérdida de hábitat, mala sanidad animal, repoblaciones incontroladas, predación alta, caza excesiva para las especies escasas y condiciones climáticas adversas en muchas temporadas.