Es un auténtico placer ver bullir el monte. Sentir las ladras, el tarameo de las jaras, el trotar de las reses en calma o su galope acosadas por los perros… Es tiempo montero, tiempo de sensaciones, tiempo de amistad y hermandad, de disfrute del monte. Es tiempo de caza y de cazadores, nuestro tiempo, y hay que disfrutarlo, sentirlo, vivirlo y defenderlo a tope…
Los primeros resultados muestran que la temporada es buena. Se está cazando mucho y bien (si exceptuamos los últimos de octubre que más parecían playeros que monteros). Quizá –es nuestra impresión y la de algunos expertos que hemos sondeado–, por ponerle alguna pequeña pega, la calidad de los trofeos sea un poco inferior a la de la pasada, cosas del clima, pero la impresión general es que el monte, como en tantas ocasiones, está dando sus frutos y, como siempre, y con honrosas excepciones, responde a la llamada de sus más fervientes seguidores: los monteros, y todos los que de una forma u otra giramos alrededor del mundo de la montería.
