Cuando vas con tu hijo de cinco años de espera, lo normal es que te dediques a disfrutar del día de campo, con muy pocas esperanzas de cazar algo. Si, además, vas con arco, con el que ya de por sí las posibilidades de éxito se reducen mucho… para qué contar.
Eso sí, si tu hijo es Pablo, ‘cazador profesional de lagartijas’, que es un apasionado del campo y que tiene una ilusión enorme por cazar a Rodolfo, ese gran guarro de enormes colmillos que deambula por los montes toledanos, la cosa cambia…
Con esa ilusión nos pusimos de espera en el puesto del valle. Se retrataba asiduamente un guarro de buen tamaño que no mostraba grandes defensas, vamos, ni grandes ni pequeñas. Pero, con el arco, nos volvemos cazadores de lances, no de trofeos.