La media veda se puede considerar como la pretemporada del cazador. Es decir, espacio temporal donde se pueden abatir determinadas especies (torcaz, tórtola, codorniz…), y la veda general, como su nombre indica, es la temporada ordinaria, cuando se permite «cazar de todo», según las normativas vigentes del momento.
Durante la práctica de la caza, el deportista realiza un esfuerzo físico bajo, perdiendo aproximadamente entre 200 y 400 gramos de agua en condiciones normales de temperatura y humedad relativa, la magnitud de pérdida depende de la intensidad y duración de la actividad física y las condiciones ambientales.